Capítulo 6

1763 Words
     Reparar la cabaña no ha sido tan difícil como supuse que sería, claro que contando con que tengo ayudantes muy eficientes que han hecho todo el trabajo duro, no ha resultado desagradable y un total desastre. Jeffri mandó a traer de la tienda algunas otras cosas, que obviamente no sabía que se necesitaban, y al menos el techo ya está listo y las paredes también. Termino de lijar la meseta y de echar el líquido a la madera del piso después de limpiarlo, que lo deja pulido y brillante. Las alfombras las coloco y vestimos las paredes con papel en colores claros y matices grises platinados que le dan un toque acogedor. Los muebles es inevitable botarlos porque están irreparables, y la cama también la tiro ya solo para joderlo. Porque que no se crea que no sé que nos espía desde la ventana, y saber que lo estoy molestando es un placer que no puedo negarme. ― Bien, todo está listo ―. Wali llega con los muebles del dormitorio que tenía en su taller y amablemente me a vendido ya que tiene tiempo suficiente para volver a comenzar con unos nuevos y cumplir con el encargo de los dueños ―. Te dijimos que esta noche dormirías calientica ―. Me hace un guiño y me lo tomo por el lado bueno, e ignoro mi instinto que grita que huya porque el anciano me está coqueteando. ― La señora Ana te ha mandado algunas cosas, dice que no te preocupes por pagarlas que ya sabes a donde irá a parar la factura ―. Me río tomando las bolsas mientras me imagino la cara de mi jefe cuando vea su cuanta de las compras del mes. Sé que al final lo descontará de mi salario, pero ver su cara de enfado no tendrá precio, o sí, pero uno que lo vale. ― Muchas gracias por su ayuda ―. Los miro a ambos y me acerco dejándoles un beso en la mejilla a cada uno. ― Pues no ha sido nada ―. Jeffri se sonroja y me parece tan tierno ―. La verdad es que ha sido divertido, tanto tiempo en la tienda hace que uno se vuelva viejo ― bromea peinando sus canas y no puedo evitar reír. ― Solo faltan algunos detalles de los que me encargaré más adelante ―. La verdad es que lleva algunos arreglos para la decoración y estará terminado. ― Ya era hora de que alguien se le impusiera ― me susurra Wali antes de alejarse mientras yo chillo de emoción corriendo al interior de la casa, pero antes limpiándome la nieve de las botas. Observo todo complacida con un día de trabajo muy beneficioso, ahora sí que puedo decir que ansío llegar a casa, porque hace unas horas atrás esto parecía la caja de un muerto y que los difuntos me perdonen porque algunos descansaban más cómodamente que yo. Vacío las bolsas de las compas y dos cosas resaltan en ellas, así que prendo el gas y pongo a calentar el agua mientras abro la bolsa de malvaviscos listos para derretirse con el cacao. Me acerco a la ventana tomando a Aleck desprevenido elevando mi taza en su dirección, haciendo que gruña y se introduzca cerrando las cortinas, y creo que nunca un chocolate me había sabido tan bien. Me recuesto en el mueble mullido y tomo la laptop enviándole el primer correo a mi madre y a mi hermano, no había podido hacerlo porque por más que escribía, todas las palabras se leían tristes y no quiero preocuparlos. Termino y la apago planeando leer un buen libro, no me apetece ir a la fiesta en el bar, hay demasiado frío como para que quiera salir. Subo a la segunda planta entrando al baño dejando que el agua caliente se lleve un día agotador. Wali es increíble, logró conectarme el sistema de calefacción y el calentador para toda la casa, ahora mis manos no tocarán agua helada otra vez. Me envuelvo en la toalla y salgo hacia el único cuarto acercándome para cerrar las cortinas y poder vestirme, pero la imagen de mi jefe con tan dolo un pedazo de tela igual a la mía envolviendo su cintura, me hace detenerme. ― ¡Dios santo! ― murmuro acercándome más al cristal ―. Que hombre, que cuerpo, que …. Me atraganto con la silueta de su trasero desnudo cuando arroja la pieza sobre la cama y todo en lo que pienso es en que se de vuelta. Se rocía desodorante y jamás un acto tan simple me a parecido tan seductor, tanto que mis piernas se aprietan y de manera incontrolable el deseo junto con la humedad aparece, mientras recorro mis muslos y mi piel se eriza y yo … ― ¡No, no, no, maldita sea! ― me regaño ―. ¿Qué pasa conmigo? ― Miro mi reflejo en el espejo ―. Ese hombre te ha hecho la vida imposible, no podemos manosearnos a su costa. Caliente y molesta me volteo, pero la curiosidad es demasiada mandándome de vuelta mientras el bóxer se ajusta a su simetría, y me encantaría meter su paquete en mi entrepierna. Pero el pensamiento se me congela y no es por el frío, sino porque se da vuelta dándome tan solo el tiempo justo para tirarme al suelo. ― Mierda, eso me pasa por expiar a mi jefe ― refunfuño gateando por el suelo mientras me acerco al armario y tomando lo primero que veo cubro mi desnudez, ahora sí convencida de que ir a ese bar a ahogar mis ganas de follar es la mejor opción. ― La nieve ayudará con la calentura ― me repito mientras respiro tomando valor para abrir la puerta ―. No puedo creer que por su culpa tenga que hacer esto ― chillo frustrada y aún con las bragas cargadas de mis fluidos. Lo que me motiva para lanzarme hacia afuera hundiéndome hasta las rodillas por la nevada. Tengo que conseguirme algo con qué transportarme o un día de estos quedaré hundida hasta el cuello y me moriré. Doy cada paso con cuidado, cuestión que me toma más tiempo en llegar a la punta en donde comienza el descenso, lo más peligroso en mi experta opinión de caídas y resbalones recientes. Unas luces iluminan todo y proviene de mi espalda, y solo miro al cielo rezando porque no sea lo que pienso. El rugir de la moto se detiene junto a mí y por supuesto que es él, no podía ser otro. ― Aleck ― saludo y su mirada me congela más que la puta nieve. ― ¿No conoces cómo debes dirigirte a tu jefe? ― Eleva una ceja y los recuerdos de su desnudo trasero me avasallan en mal momento. ― No es mi horario laborar, por tanto, puedo decirte como se me antoje ―. Sé que no debería hablarle así, pero en serio que este hombre me irrita llevándome a comportarme de formas que nunca pensé que lo haría, además que sé que por orgullo no me va a despedir, eso dejaría en claro de quién es la victoria. ― Siempre llevándome la contraria ― resalta ―. Ya aprenderás a seguir mis ordenes ―. Sonríe acelerando la moto mientras avanza y con ello levanta una ola de nieve que me cae encima. ― ¡Maldito hijo de …! ― Pero no sirve porque ya está demasiado lejos ―. Vas a pagármelas todas y ya veré cómo le hago para ello, pero de que te jodo, te jodo, Aleck Wolling. Maldigo mientras me enfrento al frío que trae el que se me haya colado por algunas partes la nieve y ahora esté húmeda y no por mi excitación, y creo que estoy más furiosa conmigo misma. ¿En qué pensaba cuando me estaba excitando con el idiota que me hace estas coas?, no soy una mujer masoquista, al menos no en este aspecto, porque si me diera un par de nalgas, como que … ― ¡Ya basta! ― batallo para acallar a la vocecita ninfómana en mi cabeza. ― No te he hecho nada ― susurra a mi espalda y esto no podría ser más incómodo cuando me vuelvo quedando como una lunática frente a Elin, que me observa con preocupación. ― Lo siento ― me disculpo cuando ya he quedado como una tarada ―. Peleaba … con la nieve ― improviso, y es la excusa más estúpida de mi vida, pero no me pueden culpar, al estar delante de un hombre como él con la situación de mis bragas, desconcentra a cualquiera. ― ¿Quieres que te lleve? ― propone y me veo tentada a decirle que eso es como preguntarle a un mendigo si quiere un caldo caliente, pero me reservo el comentario tan solo asintiendo y tomando su mano cuando me ayuda a montarme. Me regodeo disfrutando de poder tocarlo casi a mi antojo por segunda vez en el día, y esto debe ser una recompensa de diosito por tantos días de miseria, si es así, que venga un par de semanas más porque los premios prometen. Llegamos al bar y espero a que se estacione, sería descortés de mi parte entrar cuando él ha sido quien me ha traído tan amablemente, ¿no? Quitemos la parte que dejarse ver con semejante hombre es como sacarse la lotería y tener un orgasmo cósmico, como las ofertas, dos por uno, solo que mejor. Elin sonríe mientras me tiende el brazo para que entremos al bar y admito que me derrito, es un caballero y encima está bien bueno. ¿Qué más se le puede pedir a la vida antes de morir? Que me deje cogérmelo, claro está, ya después me voy contenta. Abre la puerta y lo primero que veo es el a mi jefe que se vuelve como si pudiera sentirnos y el duelo de miradas que se efectúa entre Elin y Aleck, es como si ambos quisieran provocarse, uno sonriéndole al otro, y el que está frente a la barra, amenazándolo sin reparo. ― Creo que esta va a ser una noche muy interesante ― comento por lo bajo como quien no quiere la cosa mientras la música suena y ni eso distrae la atención de las personas que no nos abandona hasta adentrarnos en el lugar. Necesito saber qué pasó entre ellos dos, y eso ya es una necesidad cuando Aleck no aleja la mirada de mí, aun sabiendo que Elin lo observa.

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