Cuidado con el Ángel

Capítulo 11: No pedí tu ayuda.

El tráfico estaba un tanto pesado, pero al menos no estaba detenido en un solo lugar, por lo que me daba chance de moverme por las calles con algo de facilidad, gracias a Dios por ello. 

De las cuatro camionetas que empezaron a seguirnos había perdido dos, pero las otras nos seguían a la par. No tenía ni la menor idea de a dónde ir ni mucho menos que hacer, no se me podía ocurrir ir donde los conocidos que tenía, porque eso sería ocasionar más problemas incensarios, y la estatua a mi lado ni pestañaba, por eso el sobrenombre. 

Estaba saliendo de la ciudad y sería muy difícil proceder si nos acorralaban en un lugar desierto, por lo que di un giro en u, las bocinas de los demás autos no se hicieron esperar cuando casi provoco un accidente, pero señores, esto es una persecución, no esperen menos.

Me fije que con mi hazaña de momentos anteriores los había adelantado muchísimo, así que no dude en aumentar la velocidad todo lo que pude, los autos aledaños se veían como flashes pasando y los rebases que estaba haciendo seguro asustaban a cualquiera, y que podía decir, haciendo la situación a un lado, esto era lo que amaba, lo había heredado de papá y no podía estar más feliz con uno de los legados que me había dejado, solo esperaba no toparme con otro imprudente igual que yo y que no ocasionáramos un accidente. 

Ya de nuevo en el centro de la ciudad vi un subterráneo de un edificio y me escabullí deseando no haber sido vista. Me aparque hasta el final donde habían varios autos en color n***o y el mío se camuflaba sin demasiado problema, respire con pesadez e intente calmarme, sabía que me había metido en un problemón al sacar a Víctor de aquella situación, pero tampoco podía haber ignorado aquella condición como si nada estuviese o hubiese sucedido.

- ¿Qué rayos fue todo eso Víctor? - fui la primera en romper el silencio que se había instalado desde que nos fuimos del frente de su casa.

- Gracias por todo lo que hiciste, pero no necesitaba tu ayuda. - dijo abriendo la puerta del carro con intenciones de bajarse, pero no termino de completar su acción al escucharme. 

- ¿Qué acabas de decir? - dije molesta. Después de todo lo que había arriesgado viene y me sale con tremenda chorrada.

- Exactamente lo que escuchaste, que no debiste involucrarte ni meterte en mi vida. - Dijo alejándose a pasos cortos del auto.

Yo me baje cerrando la puerta de un portazo, suerte que era mi propio auto.

- ¡PUES ENTONCES NO DEBISTE SUBIRTE A MI AUTO! - grite completamente molesta, no había forma de que alguien pudiese ser tan mal agradecido en esta vida.

- Fue algo de puro instinto, lo siento. - dijo como si no fuese nada.

- Te he salvado la vida varias veces, ¿y así me pagas? - dije indignada. Aunque me arrepentí de sacar eso a colación, porque a decir verdad no quería hacerlo. 

- Ninguna de esas veces yo te pedí que lo hicieras, lo hiciste porque quisiste y nada más. - dijo indiferente.

Bien, no pretendía sacárselo en cara, pues ninguna de esas veces lo había ayudado esperando un novel, pero un gracias o una explicación bastaría, digo yo, no sé si todo el mundo es igual a mí, pero considero que es pura lógica; y sé que es algo un tanto personal, pero estamos hablando de un s*******o, mafiosos y quien sabe que más cosas de las que por desgracia ya había sido participe. 

- ¿Pretendes irte así nada más? - dije de forma obvia. Él se detuvo, mas no se giró a verme. - te recuerdo que hay unos hombres malos buscándote allá afuera. - ni siquiera sabía porque me preocupaba por el idiota este.

-¿Y qué quieres Eileen? - pregunto cuando por fin me encaro, su mirada me observaba con furia, mas no creo fuera dirigida a mí. - ¿Quieres que me quede de brazos cruzados cuando no sé cómo se encuentra mi familia? ¿Qué me quede como sin nada cuando se el peligro que corren? - termino agarrando su cabeza con ambas manos.

La mía me empezó a picar de los nervios, me quede estática sin saber que decir o cómo actuar, nunca había sido buena en casos así, aunque a decir verdad, nunca había vivido algo así; pero en fin, el punto es que no era buena consolando a la gente. 

- Víctor, quizás no entienda a la perfección como te sientas, pero no puedes hacer nada por ahora, dime, ¿Qué crees que puedas hacer? ¿Entregarte a tu padre y abandonar tu familia? ¿Preocuparlos más? ¡NI SIQUIERA PUEDES IR A LA POLICIA!

Luego que termine de dar mi discurso, fue que comprendí que no debí ser tan dura, porque entonces el chico se desplomo en el suelo y yo corrí hasta el a ver si se encontraba bien, aunque sabía claramente que no lo estaba.

- Víctor, vamos a llamar a tu mama por el momento, seguramente están bien. - dije mirando a todos lados, pero el gran y oscuro estacionamiento seguía vacío.

- ¿Pero hasta cuándo? Estoy cansado de esto Eileen, de huir, de vivir con miedo, de hacerle vivir a mi familia una vida de fugitivos miserables. - dijo llorando, y si señores, los hombres también lloran.

- Víctor, tranquilo, buscaremos la forma de acabar con todo esto, ya verás. - ¿Y yo porque me incluyo? Tenía mejor que pensar en alejarme de este chico de una vez por todas, no por sus problemas familiares ni todo lo que eso implicaba, sino más bien por el peligro que generaba su presencia hacia mis sentimientos últimamente.

- Gracias Eileen, pero te quiero fuera de todo esto, yo sé porque te lo digo. - dijo volviendo a su fría actitud. Se puso de pie dejándome a mi hincada en el suelo, y se alejó unos metros de mí.

Bien, esto era lo mejor para ambos, ni yo me involucraba en su vida, ni él seguía investigando sobre la mía.

- Que así sea entonces, mucha suerte Víctor White. - dije luego de haberme puesto de pie, para acto seguido alejarme de el con dirección a mi auto.

- Garrix, préstame tu teléfono. - era la primera vez que me llamaba por mi apellido y se sentía raro. Lo vi con una ceja arqueada ante su falta de educación. - Por favor. - dijo terminando la oración luego de haber entendido la indirecta.

Llevaba hablando con sus padres por más de quince minutos, yo me había alejado lo suficiente para darle su privacidad, por lo que no sabía de qué estaban hablando, pero podía apreciar como Víctor discutía por su manera de expresarse.

Yo ya me estaba impacientando cuando por fin lo vi moverse en mi dirección, creí que iba a cortar la llamada, mas sin embargo se me quedo viendo fijamente mientras seguía con la conversación. Cinco minutos después, los cuales yo había contado como una eternidad, se acercó a mí para entregarme mi teléfono.

-Y, ¿Qué tal están? - dije viendo como intentaba no dirigirme la mirada.

- Están todos bien, pero hay algo que debo decirte. - dijo nervioso.

Yo me asuste enseguida y me quede mirándolo expectante, no quería ni pensar en que algo malo le hubiera sucedido a la señora Manson o a Martin, por lo que mi nerviosismo creció.

- No es nada malo, no te preocupes. - sentí como la vida me volvió al cuerpo. - Papa dijo que nos andan rastreando por la matricula del auto, por lo que no puedes sacarlo de aquí, pero que no te preocupes, mañana conseguirá una matrícula nueva para ti, te pide disculpas. - dijo como si esperara una mala reacción de mi parte.

Sabía que esto me traería consecuencias y aquí estaban los resultados, por lo que no debería molestarme por esto, aunque si me sentía mal, era la matricula que papa había elegido para mí cuando me había regalado el auto el mismo año que habían muerto, fue su ultimo regalo para mí; pero estaba claro que este era el precio a pagar por mis propias acciones.

- Ya sabe en qué edificio estamos, así que va a mandarnos un auto de agencia para que no puedan identificarnos. También quieren que te quedes conmigo, al menos por hoy, hasta que papa logre arreglar todo con tu identidad en la base de datos, para que no puedan relacionar la matricula contigo. Mama ya hablo con la señora Manson y Martin estará bien con ella, así que no te preocupes por nada. - finalizo con voz fría para alejarse de mi como si mi sola presencia le fuera a pegar alguna enfermedad infecciosa.

Sabía que su familia tenía dinero, pero después de decirme todo esto sin pausar, me daba a entender que eran más poderosos de lo que pensaba y de que por supuesto, no era la primera vez que pasaban por esta situación.