-Mi reina, ¿a dónde vas? -le pregunta Antonio y ella sigue de largo, pero él no se queda con eso y la sigue, dándole la vuelta para que quede de frente a él. -Me puede soltar, señor Bettnocchi. -Dice y él estampa sus labios con los de ella, dejándola helada, fría, aunque enseguida entra en calor y lo besa con una intensidad profunda. -¿Qué pasa, mi amor...? -susurra en sus labios y junta sus frentes. -Suéltame... -Tengo que ir a prepararme para recibir a tu futura esposa. Se suelta, pero Antonio la sostiene de nuevo. -¿De qué estás hablando? Mi una reina eres tú, y lo sabes, ahora explícame. Luciana suspira cansada. -La ahijada de tu padre viene a cenar y él quiere que me ponga hermosa para recibir a tu posible esposa , el sonríe. -Mi amor, ellos pueden querer cualquier cosa, pero yo

