007

1253 Words
—Tienes que guardar silencio. Recuerda nuestro juego—, hacia un mes que habíamos salido de la casa en donde encontramos al bebé Ronny. Se suponía que el campamento se encontraba cerca de la autopista, pero cuando llegamos ahí no había nadie. Decidimos movilizarnos, buscar en otro lugar. No era tan fácil como parecía. Llevábamos a un bebé que tendía a llorar fácilmente, lo cual hacía que los infectados nos alcanzaran y nos atacaran. He descubierto la forma de hacerlo callar. Siempre le doy un caramelo después de llegar a un lugar seguro en el cual pasar la noche y si encontrábamos comida nos quedábamos ahí por un par de días antes de continué buscando el campamento. —¡Maldición!— exclamé cuando entramos a la casa donde pasaríamos la noche. —Llevamos una semana buscando el maldito campamento y no hay señal de que haya existido. —No te desanimes. Tal vez se fueron a otro sitio. —Nuestros padres pueden estar en peligro. ¿Acaso eso no te preocupa? —Claro que me preocupa, pero molestarme no me hará llegar a donde se encuentran. No puedo asegurar que mi madre aún esté en el campamento. —Vallamos a buscar algo para el bebé Ronny— camine hasta la cocina, aún cargando al pequeño con la mochila que había modificado. Me era más fácil llevarlo así y a él también le agradaba que lo llevara así. Comencé a buscar algo para comer, la alacena estaba casi bacía y solo pude conseguir una lata de comida. El bebé Ronny se despertó y pidió que le premiara por su bien comportamiento. Saqué un caramelo de mi mochila y se lo di —Gracias, mami— me decía así y a veces me sentía incomoda, pero me estaba acostumbrando a ello. —Cómelo despacio— le revolví el cabello. Después Erick llegó a donde me encontraba con el bebé Ronny y le mostré lo que había conseguido para comer. —Cómelo tú. Mañana por la mañana iré a las demás casas a buscar comida. Lo destape y comencé a comer, cuando me acabe la mitad, le di la otra mitad a Erick —Ten, no quiero que mueras de hambre. Yo estoy bien. Él sonrió y tomó la lata —Gracias— susurro antes de comenzar a comer. Si bien, había ocasiones en las que no encontrábamos nada para comer. Y veces en las que solo encontrábamos poco, como ahora, por ejemplo. Me puse de pie y fui a buscar alguna vela que nos proporcionara luz. Después de algunos días, los suministros eléctricos fueron cortados en toda la ciudad. Subí al segundo piso, guiada de la Luz de mi linterna. No podíamos mantener las linternas encendidas por toda la noche, ya que se nos es difícil conseguir baterías. Un mareo me inundó. Después de que esos delincuentes me drogaron con esas pastillas, cada vez que me encuentro cerca de un infectado, un fuerte mareo me invade. Lo descubrí hace un par de días, pero Erick no lo sabe aún. Los infectados son sensibles al ruido y también a la luz. Durante la luz del día son completamente ciegos, pero al anochecer se mueven con mayor facilidad e incluso pueden captar en donde nos encontramos. Así que optamos por mantenernos cerca de la luz para "alejarlos" de nosotros. No le di importancia al mareo y continué buscando. Escuche un ruido provenir de una de las habitaciones, tome mi cuchillo y lentamente abrí la puerta de la habitación. La luz de mi linterna aluzo la habitación y una bala salió disparada de dentro. Esta se impactó en mi costado izquierdo. —¡ALÉJATE DE MI!— gritó la persona que se encontraba dentro. Yo caí al suelo, la herida me dolía y bastante. Trate de contener el dolor. Pero en poco tiempo este dolor insoportable me hizo desmayar. —Hija mía— de nuevo me encontraba en este lugar, al lado de mi madre. —Mamá— un par de lágrimas salieron de mis ojos y recorrieron mis mejillas. —Creí que jamás volvería a verte— le di un abrazo. —Claris, tienes que detenerte— susurró en mi oído —Te prohíbo lastimarlos. —¿A quienes?— no entendía lo que me decía. Pronto comenzó a apretar mi cuerpo —¿Qué sucede? —No lo hagas. No le cedas a tu instinto. ¿A que se refería con eso? Comenzó a apretarme fuertemente, casi a punto de asfixiarme —No puedo respirar— susurré tratando de liberarme le ella. —Tienes que reaccionar y protegerlos— insistía en algo que no podía hacer en este momento. Después de decir eso, me soltó y me aventó lejos. Abrí los ojos. El mareo me inundaba y el irritante ruido de los infectados podía escucharse por todos lados fuera de la casa. Mire a Erick, quien me presionaba la herida para que dejara de sangrar. —Volvió en si— dijo el hombre que me había disparado. Este me apuntaba con el arma. —¿Que pasó?— intente tocar mi cabeza, ya que dolía. Pero no pude hacerlo, mis manos y pies estaban atados a la cama —¿Por que estoy atada?— pregunté, pero Erick se mantenía entretenido intentando parar la hemorragia que tenía mi cuerpo. —Erick, detente y mírame— lo mire. Él dejó de curar mi herida y me miró. Se acercó a mi y me dio un abrazo —Me alegra que estes bien. —Aléjate de ella. Puede contagiarte. —¿Por qué dice eso? —Hace rato comenzaste a actuar como ellos. Así que tuvimos que atarte para poder contenerte. —¿Qué cosa? —Por un momento pensé que te volverías como ellos. Actuabas exactamente igual. No podía creer en sus palabras así que comencé a forcejear para poder liberarme. —Suéltame, Erick ¿Donde está Ronny? —El está bien, lo dejé en la otra habitación. —Necesito verlo. Déjame ver a mi bebé— me jalaba para lograr liberarme. Tenía miedo, comenzaba a creer que intentarían hacerme algo, mis músculos comenzaron a tensarse y de pronto comencé a escuchar una voz que susurraba en mi oído repetidas veces "mátalos" . Erick me miraba con nerviosismo —Claris detente. —¡CÁLLATE!— le grite a esa voz que me susurraba. Los infectados comenzaron a alterarse y a querer entrar a la casa al escucharme gritar. —Detenla— dijo aquel hombre. Aún seguía apuntándome con el arma. —Baja el arma— lo miro amenazante. Erick comenzó a soltarme y ahí fue cuando me calmé un poco más. —¿Qué haces? ¿Por qué la sueltas?— el hombre ahora le apuntaba a Erick —Detente, no lo dire dos veces. —Yo tampoco dire dos veces que bajes tu arma. ¿Quién de los dos perdería más? Si Erick lograba soltarme, sacaría el arma y le dispararía sin pensarlo. Él lo hizo primero, e incluso ahora me catalogaba como uno de los infectados. Erick no se detuvo y continuó soltándome, el hombre disparó y pude darme cuenta de algo. Era pésimo con su puntería. Sonreí al ver mis extremidades liberadas. Me puse de pie y busqué el arma que escondía en mi chamarra. La tome y le apunté al hombre —Te dije que bajarás el arma. Los infectados lograron entrar a la casa. El ruido que había ocasionado que los infectados se aturdieran y quisieran atacar el origen del ruido.
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