Un túnel de oscuridad en expansión se extendía ante mí. No podía distinguir formas ni figuras, solo un vacío infinito que no podía ser todo lo que existiera. Y, sin embargo… Me detuve. Escuché algo —goteando. El suave golpeteo resonaba en el silencio que me asfixiaba como una bufanda mojada. Sin entender del todo por qué ni cómo, seguí el sonido, encontrando mi antigua cocina al final del túnel que se había convertido en un pasillo. Hogar. No hogar. Esto está mal. No debería estar aquí. Me había ido, me había mudado. ¿Cómo era que estaba de vuelta en la casa de mi padre? El piso crujía bajo mis pies, el linóleo se levantaba y se curvaba en algunos lugares. Era un piso manchado, que ni una vez habían fregado, y levanté la mirada para ver el grifo goteando gotas de agua en el fregadero su

