El sol del mediodía lanzaba un calor intenso y abrasador a través de las ventanas de la habitación, y el sonido de bocinas de autos resonaba a lo lejos. La habitación brillaba y pequeñas partículas de polvo centelleaban en la luz fuerte del sol, pero yo aún me sentía envuelta en la oscuridad que ocultaban mis acciones.
Recogí mis rodillas y las abracé con fuerza, el corazón latiendo rápido y golpeando contra mi pecho. El peso de lo que había hecho me oprimía como una carga asfixiante, demasiado pesada para soportar.
Me mordisqueé las puntas de los dedos, recordando sin querer cómo se sentía apretar el gatillo y ver una bala volar por el aire. No podía escapar de las vívidas imágenes del cuerpo sin vida de Luca. Una vida que arrebaté con mis propias manos.
Y no cualquier vida, la de mi m
