Su confianza y certeza eran tan fuertes que casi podía saborearlas en el aire.
Con un sollozo, me limpié la nariz, el peso en mi pecho creciendo, sabiendo lo que venía.
Sostuve la mirada de mi padre tan firmemente como pude. —No lo haré —ofrecí una pequeña sonrisa—. No te mataré, pero sé quién lo hará.
Ocurrió en un instante.
Me aparté y despejé el camino, y mi corazón se apretó cuando sus ojos se abrieron de par en par. Pero antes de que pudiera tomar alguna contramedida…
¡Pop!
Vi cómo la alta y robusta figura de mi padre se desplomaba al suelo, un charco de rojo creciendo lentamente sobre la tela gruesa de su traje justo debajo de la espinilla. Gimió fuerte, el dolor en su voz sin filtrar.
Incapaz de soportar la vista, me giré, permitiendo que Odorv tomara el control.
Al pasar ju
