9- Conociendo a los padres

1975 Words
Libby Los siguientes días transcurren en un lujoso torbellino. Pasé todo mi primer día en el apartamento desempacando y duchándome. Estoy aprendiendo que Emmett no está mucho en casa. madrugador, normalmente está en el trabajo antes de que yo me levante de la cama, y no llega a casa después de haber cenado. Lo cual no es un problema para mí. tengo mucho con lo que entretenerme. Leer para mi tesis, tomar notas para mi tesis, trabajo de clase entre medias… Además, me he estado duchando al menos tres veces al día; la presión de esta cosa es increíble. Por no mencionar las distintas configuraciones de los chorros de pared que masajean tu cuerpo mientras te estás enjabonando. Y, bueno, tal vez una o dos veces dejé que mi mente divagara sobre como sería tener a dos personas aquí. Solo porque es una ducha muy grande, eso es todo. No porque cuando me dormí esa primera noche, no podía dejar de imaginar el destello de calor que vislumbre en la mirada de Emmett cuando salté a su cama. O la forma en que sus ojos se detenían en mis caderas cada vez que creía que no lo estaba mirando. Bueno, sí, si me hubiera encontrado con Emmett en un bar, aunque probablemente no en Freddy’s que busqué en Google y parece un lugar de moda hípster, me habría ido a casa con él sin mucha persuasión. Probablemente incluso le habría dejado que me preparará el desayuno a la mañana siguiente, si hubiera querido. Pero como ahora es mi esposo, cualquier tipo de aventura está completamente descartada. Eso podría llevar toda esta situación de ser probablemente una mala idea, pero al menos una que puedo justificar, directamente a la clase de pesadilla en la que me he metido. Así que niego el hecho de que me he despertado más de una mañana desde mi llegada con una sensación húmeda entre los muslos y un vago recuerdo de un sueño en el que estoy en la cama de Emmett, a horcajadas sobre él, sus manos tan apretadas alrededor de mis muslos que dejan moretones mientras el me penetra con una polla lo suficientemente grande como para hacerme doler. Ugh. Abro los grifos de agua fría el tiempo suficiente para salir de ese estado. Esta noche es la noche de conocer a la familia. Necesito tener la cabeza en su sitio. Salgo de la ducha, envolviéndome en una toalla, una toalla que sale directamente de un tendedero caliente, así que está caliente, como una toalla recién salida de la secadora, cuando me la envuelvo alrededor del torso. ¿Qué tan genial es eso? Es material para un premio Nobel, como mínimo. De vuelta en mi habitación, ¿es raro que ya piense en esta habitación de invitados como mía? Mi teléfono está vibrando. Corey. Contesto, poniéndolo en altavoz mientras me froto las extremidades. —¿Qué pasa? ¡Te he estado enviando mensajes de texto durante dos días seguidos! Pensé que te había serie-asesinado— —Te dije que la mudanza salió bien— protesto, porque definitivamente recuerdo haberle enviado un mensaje de texto a Corey esa primera noche. Y a la mañana siguiente, con actualizaciones sobre la casa. Después de eso, bueno…todo mi tiempo libre restante después de estudiar podría haberse agotado, después de darme cuenta de que lo que yo pensaba que era una enorme pared en blanco en una de las habitaciones libres de este piso es en realidad una enorme configuración de proyector, completa con sonido envolvente incorporado. Es como estar en un cine, pero sin gente, así que es mejor. Nada de escuchar a extraños masticando. O peor aún, estornudando. Para un tipo que nunca está en casa el tiempo suficiente para ver películas o televisión. Emmett sí que tiene un sistema de entretenimiento completo. —Y tu nombre ya no está en la programación— Corey interrumpe mis fantasías de cine en casa, recordándome que sigo al teléfono. —Obvio. ¿Crees que voy a seguir trabajando de camarera cuando estoy casada con uno de los miembros del club? — levanto la mano izquierda y muevo el anillo. Brilla bajo la luz del techo. No puedo imaginar que me canse alguna vez de ver este anillo. —Renuncié en el momento en que firmamos ese acuerdo prenupcial— —Estás segura de que deberías poner todos los huevos en esta canasta? — Por primera vez desde que Corey aprobó este plan, suena dubitativo. Miro fijamente mi reflejo en el espejo. —¡Fuiste tu quién dijo que debía hacer esto! Por no mencionar que me dijiste repetidamente que tendría que… ¿Cómo dijiste? “¿Actuar como la esposa del soltero más rico de Nueva York?” estoy bastante segura de que ninguna de las amas de casa reales trabaja como camarera a tiempo parcial— Corey suspira. —De acuerdo, tienes razón. Pero al menos podrías mantenerme al tanto. ¿Qué esta pasando? ¿Has descubierto algo de los oscuros secretos de tu marido? Mas vale que no te hayas ido de compras sin mi— —Relájate, todavía no he ido de compras. Aunque tal vez debería haberlas hecho— Me muerdo el labio inferior y observo mi armario. Un vestidor que es aproximadamente del tamaño del “dormitorio” en el que vivía hasta la semana pasada. —Voy a conocer a sus padres esta noche— —Oh, mierda. ¿Qué te vas a poner? — —Mmm. Estaba pensando en mis pantalones favoritos. Ya sabes, los rosa chicle con BADASS en el trasero— Saco los pantalones deportivos en cuestión del perchero para examinar los brillantes que forman las letras sobre la tela de terciopelo. —No puedes usar pantalones deportivos para conocer a los Sterling— Casi puedo oír como le palpita una vena en la sien a Corey desde aquí, y me río a carcajadas al teléfono. —Es broma, Corey. Solo voy a usar un vestido n***o básico— Exhala. —Gracias a Dios. Pero combínalo con tacones— —¿Por qué? Los tacones son para atraer a un amante. Ahora estoy casada. ¿De verdad tengo que sufrir dolor de pies por mi marido célibe? — —¿Ese es su oscuro secreto? — Pongo los ojos en blanco. —Colgando ahora— Envía fotos del conjunto final— grita antes de que cuelgue. Dejo caer la toalla y me miro en el espejo. Sostengo el vestido. Bien me pondré tacones, pero debería recibir una bonificación por eso *** —Te ves bien— La voz de Emmett me detiene a mitad de las escaleras que llevan a la sala principal. No estoy acostumbrada a que esté aquí a estas horas. Diablos, todavía no estoy acostumbrada a él, punto. Ni a vivir con un compañero de cuarto hombre, que es lo que es. Mi esposo y compañero de cuarto. ¿Quién…? Me detengo en medio de las escaleras, mi mente se siente como una computadora que acaba de perder la conexión a internet. Emmett me mira con su habitual media sonrisa. Además, solo esta medio vestido. Pantalones negros puestos, una chaqueta de traje sobre el respaldo de una silla cercana. Está recogiendo su camisa blanca, pero ahora mismo, simplemente está…sin camisa. En medio de la sala. Pectorales y abdominales marcados y todo. Su sala, me recuerda mi cerebro. No es raro ni nada. Además, ¿a quién engaño? Ya sé cómo luce Emmett Sterling sin camisa. Cualquiera con Google lo sabe. Pero una cosa es mirar fotos granuladas de mi ahora esposo en mi teléfono por la noche, y otra muy distinta es encontrarme con el cambiándose en medio del pent-house que ahora compartimos. —Eh, gracias. Te ves…— Caliente como el infierno. —No listo— Se ríe y se mete los brazos en las mangas de la camisa. —salí a correr un rato primero. pensé que necesitaría la mente despejada para esto— Se abotona la camisa y no puedo evitarlo. Me quedo mirando esos abdominales todo el tiempo que sea humanamente posible, antes de que desparezcan detrás de la camisa blanca almidonada. ¿Quién usa traje para una cena familiar informal en la segunda casa de sus padres? Por otro lado, ¿Qué padres tienen una segunda casa para empezar? Los míos viven en una modesta casita en el norte del estado de Nueva York que cabría en la sala de Emmett. Cuando tomo el tren a casa cuando voy de visita, uso pantalones deportivos y llevo una maleta llena de ropa para lavar para poder evitar la lavandería de mi esquina. De todos modos, mi cerebro todavía está procesando la idea de que Emmett llegue a casa sudado después de correr por Central Park. Tal vez debería hacer mi tarea en la sala en lugar de estar tirada en mi cama… —¿Recuerdas lo básico? — pregunta Emmett. —¿Te hago algunas tarjetas didácticas? — Inclino la cabeza hacia él, sorprendida. —¿Cómo sabes que me encantan las tarjetas didácticas ? — La mayoría de mis amigos usan herramientas de estudio en línea, pero soy anticuada. Juro que recuerdo las cosas cuando estan en un trozo de papel físico que puedo tocar. En respuesta, Emmett señala con el pulgar hacia la encimera de la cocina. Me sonrojo, al darme cuenta de que dejé un montón de tarjetas de estudio allí anoche cuando baje en medio de una sesión de estudio para prepararme un té. —¡Las estaba buscando! — Emmett pone los ojos en blanco y toma su chaqueta, dirigiéndose a la puerta principal. —Me imagino que has estado buscando varias de tus pertenencias últimamente, ya que parecen estar apareciendo por todas partes. Vamos, Norm ya está afuera— —Hey, es tu culpa que no me preguntaras por mi desorden antes que nos casáramos— corro tras él. —Tal vez deberíamos decir que esa fue nuestra primera pelea. Ya sabes, para que esta historia de amor sea creíble— —Mis padres no quieren oír hablar de nuestras peleas— se queja. —Todavía estamos en la luna de miel, ¿recuerdas? — Me abre la puerta cuando llegamos al coche, haciendo un gesto a Norm para que vuelva a su asiento del conductor. Mientras subo, no puedo evitar notar la mirada de Emmett bajar a mis piernas. Y bueno, tal vez un poco más de lo necesario en moverme por el asiento trasero, para que tenga una mejor vista. Una vez que ambos estamos dentro del coche, Emmett extiende la mano hacia mí, con la palma hacia arriba. Lo miró fijamente durante un minuto entero antes de darme cuenta de que quiere que la tome. Entrelazo mis dedos con los suyos. Son cálidos y se sienten fuertes al enroscarse alrededor de mi palma. Casi protectores. Siento un aleteo en el estómago que me esfuerzo por reprimir. Ridículo. Pero juro que, por una fracción de segundo, cuando miro a mi esposo, sus mejillas se tiñen con leves toques de rojo. Luego se gira hacia la ventana, manteniendo su mano en la mía. —¿Recuerdas todo lo que te dije? — —Sam es la entrometida, si, lo recuerdo. Tu padre es un romántico empedernido y tu madre es la que te malcrió— —No estoy seguro de que lo dije así, pero…— Aun así, lo pillo reimprimiendo una sonrisa. Mantenemos las manos entrelazadas durante todo el trayecto, que no es largo. Sus padres viven más adentro de la zona residencial del Upper West Side. En una de esas grandes casas de piedra rojiza a las que los personajes de las series de televisión siempre se mudan, aunque tendrían que vender un órgano en el mercado n***o para poder permitírsela de forma realista. Respiro profundamente. Aquí vamos.
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