Christa Bauer Los días siguientes al funeral de papá, fueron muy oscuros, me la pasaba encerrada en mi habitación. Greta y Marcelo se mudaron a la casona de mis padres junto a mi sobrino. Mi madre me prohibió salir del rancho, dijo que estaba enterada de las andanzas con Margarita y que me olvidará de seguir viéndola. Estaba triste, deprimida, mis ojos ardían y mi corazón estaba deshecho, pasaba muchas horas mirando la tarjeta que Santiago me había dado, ya hasta me sabía su dirección de memoria de tantas veces que ya la había leído. En mi encierro, se me había ocurrido la loca idea de huir a la Capital y buscarlo, pero no podía, era mi último año de bachillerato y necesitaba terminar, le prometí a papá que algún día yo me encargaría del rancho y planeaba cumplir mi palabra, aunque era d

