Sin dudarlo, Sofía se apresuró a subir al automóvil, consciente de que no tenía otra opción. Además, no quería que su hermano mayor se enterara de lo ocurrido y le recordara que siempre tenía razón. Apenas se sentó, lanzó una mirada desafiante a las dos mujeres y, cruzando los brazos, les dijo:
—Si están pensando en secuestrarme, dejaré claro que mi hermano mayor las encontrará hasta en el último rincón de este planeta. Él conoce media Norteamérica y yo soy su única hermana.
Camila se giró hacia atrás, mostrando una sonrisa amable.
—No te preocupes, no tenemos intención de secuestrarte. Ya contamos con nuestros propios ingresos.
Mientras encendía el auto, Wendy respondió con calma:
—Soy madre de dos preadolescentes. No les gustaría tener a su madre en prisión. Tranquila, niña, confía
