Elena Bryrne. Elena era el nombre de mi madre. De esa que murió en un accidente de auto junto con mi padre, George (postizamente por matrimonio) Bryrne. Elena era del tipo de mujer que causaba una enorme impresión en quienes le conocían. De pequeño escuchaba elogios a su figura, a su carácter, a su belleza, a su fortuna, a su hijo, yo. ¿Por qué merecía tantas palabras aduladoras y bañadas con un ligero toque de envidia? Porque Elena parecía tener la vida perfecta, la familia perfecta. Desde su nacimiento como una heredera, atravesando sus aventuras por el mundo como modelo hasta su matrimonio con una joven promesa, proveniente del mismo viejo dinero al que pertenecían los Bryrne. Incluso el tener como primer hijo a un niño dócil, callado, adorable, atractivo, muy atractivo. Eso sie