A una semana de esa pesadilla vivida podía decir que estaba algo mejor. Y para mi pesar también debía admitir que los consejos de reposo que me dieron mis doctores, me sentaron bien. Suponía que les podía dejar ganar esta vez.
Como era evidente seguía siendo Aidan Bryrne, así que eso de olvidarme del trabajo por completo era un enorme no. Lo que concluyó en un horario flexible de trabajo hasta mi recuperación absoluta. En las mañana solía venir Héctor con su terapia, almorzaba y después trabajaba en mi despacho con la ayuda de Elle.
Ella se había vuelto mis ojos y oídos en la empresa, y la forma en la que nos supimos adaptar a este nuevo espacio y rutina, me tenía satisfecho. Rápida y eficiente ¿cómo no estar de buen humor con una empleada así?
—Hasta sonrisas estoy viendo en tu rostro
