Cuando iba al colegio uno de mis maestros regañó a un compañero que había relatado cómo tiro a su pez dorado por el escusado. Según le explicó, es precisamente vivir en un espacio limitado como las peceras lo que hace que estos peces no crezcan mucho más, sumado a que son carnívoros y un potencial peligro para los ecosistemas locales. Los lindos y pequeños peces eran un inconveniente en libertad. Entonces tenía un grave problema con uno, porque mi pez dorado, alías Elle, se había convertido en un ambicioso, energético, difícil de complacer y colosal pez dorado. Resultaba que Elle quería aprovechar nuestro viaje a Bora a Bora, como si el mundo se fuese a acabar y como si mañana fuese a desaparecer este destino. Ese día de llegada y después de nadar por muchas horas en paz y tranquilidad,