Meses después
No sabía muy bien cómo esto se había convertido en una realidad, pero estaba seriamente pensando en comprarme una propiedad en Toronto. Las veces que tenía que viajar a esta ciudad por culpa de Bryrne Holdings Co. eran estresantes y agobiantes. Por eso me cuestionaba si incluso mudarme a Canadá no sería una buena opción a optar.
Como puntos positivos estaba la facilidad de las conexiones de trabajo de la empresa y las nuevas oportunidades de negocios. Toronto era una ciudad multicultural, abierta, moderna. Pero sobre todo vivir en Toronto representaría no vivir en el mismo país ni que Armando, ni que Héctor.
Esos hombres que representaban el infierno en la tierra para mí, y que deseaba tener lo más lejos posible. Imaginar vivir sin los constantes atosigamientos de mi tío
