Los días pasaron conmigo tratando de negar lo innegable, que era un maldito puberto encendido todas las noches por Elle Fernández. Las consecuencias biológicas de mi despertar s****l tenían una sola culpable, una culpable que debía mantener bien lejos de mí mientras organizaba mis ideas. Aterrado por todo esto que me hizo sentir Elle corté comunicación con ella y le pedí a Recursos Humanos que se encargase de darle nuevas asignaciones. Asignaciones que dejaron de hacerla mi asistente como tal y tener que venir a mi casa. A mi morada sagrada que ella había violentado con su instinto s****l desmedido. Mi subconsciente lo sabía, que tarde o temprano Elle encontraría una forma de destruirme desde el fondo y doblegarme. ¿Cómo era posible que el catalizador hubiesen sido unos malditos labios