Capítulo 3. ¿Quién era ella?.

1269 Words
El señor Kullen estaba seguro de que Adam no pondría peros. —Vaya.— Fue todo lo que salió de su boca. Inclusive el asistente estaba fascinado con tan impresionante cambio. —Señor, ya es tarde. El señor Kullen salió de su asombro y asintió. —Vamos ya, Adam está por llegar del aeropuerto. La cita fue fijada en un elegante restaurante cerca del centro de la ciudad, era una zona donde la gente con dinero iba. Los restaurantes de alto gourmet se encontraban ahí, y era común ver autos de lujo estacionados en las aceras. Para la familia Kullen era normal ver tanta ostentosidad, pero para Ana, era algo nuevo, jamás había puesto un pie en esa zona de la ciudad. Al entrar al restaurante, fueron llevados hasta una mesa previamente reservada. —Recuerda tener modales, no hables si no es necesario, tu acento te delata—Iba diciendo la señora Kullen mientras sonreía y caminaba con elegancia. “¿Mi acento?”, se preguntó Ana un poco preocupada, asintió y se mantuvo quieta mientras que la familia se ponía de acuerdo en todo lo que tenían que decir. De un momento a otro los nervios se apoderaron de la chica, quien se levantó y sonrió apenada. —Tengo que ir al baño. —¿Ahora?. —Si, es urgente. —Date prisa, ya no tarda en llegar. Ana se apresuró a entrar al baño, se miró al espejo y se sorprendió de lo diferente qué se veía, un poco de maquillaje y el cabello arreglado, no era el gran cambio, pero, no parecía ella misma, se sentía bien, por primera vez no veía a esa joven apurada por limpiar y sin tiempo para si misma. Dio un suspiró largo y se apresuró a salir, estaba con la vista fija en sus pies, preguntándose, ¿Cuánto tiempo iba a soportar esos tacones?, cuando de pronto chocó contra alguien, un choque abrupto qué la hizo dar un paso atrás. —Auch— Se quejó ella. —¿Acaso eres ciega?. Ana alzó el rostro un poco indignada, ¿que persona tan grosera era esa?, y de pronto su vista quedó enganchada a esos hermosos ojos negros*, su vista bajo como un scanner, delante de ella, había un hombre alto y fornido, de piel exquisitamente morena, de hermosos labios y de mandíbula cuadrada, un hombre que respiraba aire y exhalaba testosterona, era guapo, sumamente atractivo. Tan lindo que se robaba el aliento de las personas, las piernas de Ana temblaron de la emoción, y el deseo dentro de ella explotó en todo su cuerpo. Estaba a punto de regalarle su mejor sonrisa, de tal vez iniciar un pequeño coqueteo, y de pronto. —¿Acaso también eres sorda?—Preguntó aquel caballero sin cambiar su expresión frívola. Todo se desmoronó en el interior de Ana, aquel hombre era extremadamente atractivo si, pero hablaba de ese modo tan pedante y altanero. —¿Disculpe?. —Fíjate por donde vas. —¿Está bien señor?—Preguntó una mujer que estaba no muy lejos de ellos dos. Ana miró a la mujer de rostro serio que estaba ahí observando todo, no parecía ser la pareja sentimental de aquel desagradable hombre. —Estoy bien, vámonos. Aquel caballero dio media vuelta, la indignación en Ana no podía ser más grande, no había sido su culpa, ella no tenía la culpa de que ese hombre estuviera mal estacionado justo afuera del baño de mujeres, y ni siquiera iba a disculparse, parecía un caballero, pero evidentemente no lo era. —Tal vez soy ciega y sorda, pero al menos si tengo modales— dijo ella sin ganas de dejarse pisotear por un completo y atractivo extraño. Aquel caballero, se detuvo en seco y volteo a ver a la despistada chica que se atrevió a tocarlo sin su consentimiento, parecía que aquel choque lo había echo intencionalmente, no sería la primer mujer que hiciera tal cosa con tal de iniciar una conversación con él, estaba cansado de mujeres así. Pero si lo había echó intencionalmente, ¿Por qué se veía tan enojada?. —¿En serio tienes modales o solo aparentas?—Preguntó él de modo indiferente. Los puños de Ana se apretaron con fuerza. —Usted no me conoce señor. —Ni tengo intenciones de conocerte. —Pues menos mal, porque ni en un millón de años me darían ganas de volver a toparme con usted— dijo Ana a punto de sacar humo como si fuera una olla exprés. —preferiría mil veces ser ciega y sorda antes que verlo o escucharlo hablar de nuevo— terminó de decir para después alejarse a toda prisa, dejándolo, sin esperar a que se defendiera. Aquel caballero solo la miró, aquella chica se veía extrañamente bonita. La miró hasta que la perdió de vista, y luego sonrió, aquel caballero era Adam Wexell, un millonario hijo y heredero de la familia Wexell, un hombre preparado y con una habilidad en los negocios que lo habían puesto en el top de los mejores empresarios, Adam lo tenía todo, belleza, carisma, educación, dinero, poder, tenía mujeres por montones, todas querían algo de él, y ahora, ver como una joven bonita y evidentemente de carácter fuerte lo despreciaba tan abiertamente, fue algo nuevo. —Señor, es hora, lo esperan. “Al parecer si fue un accidente”. —Claro, vamos. Cuando Ana llegó a su lugar, se quedó ahí pensando en que fue demasiado amable con ese tipo, sin duda era un grosero, se alegraba mucho de no haber coqueteado con él, hubiera sido ridículo siquiera intentarlo. Estaba hundida en sus pensamientos. —Ya esta aquí. El señor Kullen se puso de pie de inmediato al ver a Adam llegar, siempre se ponía muy nervioso cuando lo veía, y es que Adam era un hombre que imponía con su presencia. Por otro lado, Adam Wexell no estaba ni un poco entusiasmado por aquella reunión, pero un chisme se había levantado en su contra, y la única manera de apagarlo, era dando la noticia de que iba a casarse, después de meditarlo mucho, llegó a la conclusión de que no era algo tan malo contraer matrimonio, tener una esposa y un par de hijos, una familia, aunque dejar su soltería no era algo que él quisiera. —Buenos días señor Wexell, que bueno verlo de nuevo, ¿Qué tal estuvo su viaje?. Adam miró al señor Kullen, estaba consiente de que Kullen era un poco lambiscón, pero también era un hombre al que sus empleados respetaban, su familia estaba acomodada, tenían el mismo círculo social, y su hija, nunca se había metido en escándalos, y según los rumores, er una mujer atractiva, una buena propuesta. Y de pronto, su mirada se desvío hasta la mujer que jugaba con un tenedor, y que mantenía la vista fija en la mesa, sonrió ampliamente, el mundo era un pañuelo, era la chica que lo golpeo con su frágil cuerpo, enarcó una ceja y sin apartar la vista de ella, respondió: —Aburrido, los vuelos siempre lo son, podemos empezar de una vez. —Si, por supuesto, pero déjeme presentarle a mi familia…Ella es mi esposa…y ella es mi hija… El señor Kullen hablaba y hablaba, pero Adam tenía toda su atención puesta en la joven qué parecía aburrida, ella no encajaba en aquel lugar, ¿Quién era ella?, ¿De donde había salido? —Y ella es mi sobrina…es Ana Kullen. Ana alzó la vista al escuchar su nombre, miró a Adam y sus ojos se abrieron de golpe. Tenía que ser una broma.
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