Los días habían pasado, logré ponerme de pie a los dos días de haber dado a luz, el tiempo marcaba cuarenta días con sus cuarenta noches
Pasadme a mi hija— dije mirando a Livia tomarla para llevarla a la terraza— deseo tenerla más cerca mío
Al tenerle en mis brazos sonreí complacida
Mi pequeña princesa— ella sonrió con sus ojos cerrados— te cuidare con mi vida si es necesario, solo nos tenemos la una a la otra— suspiré
Mi señora— una sierva entro a la terraza— la nodriza de los príncipes a contraido paperas, me temo que no volverá a darle leche a sus vástagos
Mis pechos dolían, ardían y siempre estaban húmedos deseando amamantar a mis hijos, eran más grandes de lo que habían sido en el pasado
Llevad un médico a la nodriza— hablé mirando su rostro
El señor León ha pedido otra nodriza para vuestros hijos— hablo levantando el rostro satisfecha
Decid que no será necesario, yo misma daré pecho a mis hijos— volví mi rostro a mi pequeña en brazos quien comenzaba a removerse molesta por tanto bullicio— id a darle la noticia a vuestro señor
La mujer estaba nerviosa mirandome, no era bien visto que en la realeza las reinas y emperatrices dieran pecho a sus hijos puesto que para eso tendrían una nodriza y así mantendrá mi figura y mis pechos en su lugar para mí esposo y señor, sin embargo está vez no sería así puesto que estaba decidiendo por mi son importar lo que dijese el resto
Mi señora— Livia hablo timida— sabéis que no es lo correcto, vuestros pechos deben estar firmes para vuestro esposo, al vos darles pecho a los príncipes...— guardo silencio
La mire para decir lo que se haría cuando mi hija comenzó a llorar, para después llenar la habitación del llanto de hambre de ambos príncipes, tomé asiento en el triclinio para descubrir mi pecho y que mi hija tomara leche
Livia acercó a mi hijo para darle leche con mi otro pecho, sostuve ambos cuerpos pequeños en mis brazos sintiendo la dicha recorrer cada fibra de mi ser
Eso es— suspiré mirando a ambos— váis a crecer fuertes
Las puertas se abrieron, mi esposo entro decidido, mi sierva se inclino colocando una sábana en mi pecho
Mi señor— hablé mirando su rostro atenta— que dicha que habéis venido a ver a vuestros vástagos
Señora— se detuvo mirándome— la nodriza se ha enfermado de paperas— suspiró pesadumbrado— por lo tanto buscaré una nodriza para...— interrumpí mirando a Livia
Livia— hablé mirando como ella se apresuraba a estar a mi lado— llevad a los príncipes a su cuna
Ella retiro la sabana de mi pecho tomando a ambos en sus brazos, mire como los llevaba a su cuna, cubrí mis pechos para levantarme del triclinium lectis
Mi señor— hable en susurró— os pido habléis en voz baja— tomé sus brazos— podéis ver cuan fuertes están vuestros vástagos, dejadme dar pecho a mis hijos— suspiré— yo soy su madre
¡No!— exclamó empujando mis manos— deberéis seguir mis órdenes, soy vuestro emperador y esposo
Son mis hijos— conteste en voz baja— mis pechos rebozan de leche y ellos lloran cuando el hambre acecha sus pequeños cuerpos— las lágrimas comenzaron a rozar mis ojos— no podéis negar que alimente a vuestros hijos
El embarazo y el parto habían hecho de mi una mujer débil y endeble, sentía que todo estaba en mi contra
¡He dicho que no!— exclamó molesto— vuestro deber es obedecerme como tu esposo y señor, debéis estar en condiciones para mi vuestro esposo, una nodriza les dará pecho y cuidara de ellos, vos en cambio debéis cuidar vuestras actividades como emperatriz del imperio
Señor— los ojos comenzaron aguarse en mi rostro— permitidme darle leche, mis pechos arden
Sin aviso alguno las lágrimas cayeron por mis mejillas, tomé el valor necesario de nueva cuenta
Daré pecho a mis vástagos, no lo hará nadie más— levanté el rostro mirando a mi esposo— si no lo hago yo, nadie más lo hará por mi, decide mi señor
León se detuvo al escuchar mis palabras, me miró sorprendió, su quijada se tenso mientras mi pecho se agitaba más al verlo molesto, levanté el rostro más altiva aún de lo que ya estaba
León suspiro bajando la guardia, miró a Livia haciendo que saliera de la habitación junto a las dos esclavas que ahí atendían
Irene— se acercó a mi tomando mi rostro con entre sus manos— son tradiciones que como emperatriz debéis seguir, ambos perdimos a nuestras madres cuando nos dieron vida— suspiró — es por ello que deseo descanséis por una luna, si os pierdo a vos...moriré en vida
Mi señor, entiendo vuestra preocupación sin embargo deseo cuidar de mis hijos yo misma, educarles para seguir el camino de nuestro señor para ser herederos dignos del imperio— tomé sus manos sutilmente con las mías— permitidme alimentarlos yo misma— una sonrisa asomo por mis labios y los suyos
Está bien, mi señora— sonrío besando mi frente— será como vos digáis, pero no llores más que partis mi corazón en pedazos
Salió de mi habitación no sin antes ir a ver a los príncipes dormir tranquilos en sus cunas de ébano turco, estaba orgulloso de ver a los descendientes del Kan turco
El gran Alpagü era generoso con su nieto León puesto que deseaba tener el favor de el si los infieles atacaban Turquía en los años venideros, el ébano una madera fina negra traída desde el norte de África usada por los egipcios para ornamentación ceremonial de los faraones del alto y bajo Egipto se decía que solo aquellos de alto rango podrían hacer uso de ella y aqui estaba yo mirando a mis hijos dormir en su cuna
Seréis reyna— mire a mi hija— vos en cambio— mire ahora al niño removerse un poco— seréis el emperador cuando vuestro padre tenga que partir de este mundo, cuidare de ambos con mi vida si es necesario
Deje que ambos siguieran durmiendo para retirarme a la terraza cubriendo mi cuerpo con la capa, cerre los ojos permitiendo que la brisa marina llegará a levantar mi cabello sutilmente, al tomar asiento recargue mi cabeza cayendo en el más profundo de los sueños
Dorme dorme kerida ijika— la voz de Sofía mi madre se hizo presente en mis recuerdos— dorme sin anzia y dolor
La canción había sido traída por mi padre desde Jerusalén, la ciudad de nuestro señor Jesucristo cantada por los labios de una madre judía, al llegar mi madre estaba en cinta de Drusila por lo cual le enseño esta bella canción de cuna para dormir, teniendo yo tan solo cuatro año me gustaba escucharla cantar mientras acariciaba su vientre, ella al no saber si sería varón o mujer cantaba mientras que a mí la cantaba sin cambiar la original
Mi señora— Livia susurró mi nombre— abrid vuestros ojos, ya es momento de entrar
La obscuridad nocturna se había hecho presente, mire la bóveda celeste llena de estrellas
¿Ya es hora de la cena?— pregunté de pie— ¿Mis hijos se han despertado ya?
Livia nego con la cabeza, pase a mi habitación iluminada por una basta cantidad de velas, mis príncipes dormían profundamente aún
El señor desea verle— Livia sonrío— ha pedido que estéis hermosa esta noche para el
Aún estoy recuperando fuerzas, mi parto fue hace...— guarde silencio— cuarenta y cinco días
Vuestro esposo, el emperador desea veros, debéis visitar las habitaciones de él— Livia traía sobre sus manos un hermoso vestido de seda color lila con detalles dorados— estoy segura mi señora que os veréis magnanima está noche
Bien, vestidme entonces— Sonreí mirando a Livia quien acudió para quitarme las prendas y llevarme a dar un baño, en estos cuarenta y cinco días no me he dado baño alguno, al terminar Livia puso la tunica sobre mi cuerpo, arreglo y perfumo mi cabello
Salí de la habitación dirigiéndome a la habitación de mi esposo
La señora y emperatriz Irene está aguardando por vos— un guardía hablo mirando a mi esposo quien al verme no dudo ni un segundo en ir mi
Podéis marcharos— León miró a los siervos quienes salieron de la habitación cerrando la puerta tras de si
Mi señor— sonreí mirandole atenta— soy vuestra está noche
No solo está noche— me tomo de la cintura pegando mi cuerpo a el— todas las noches de nuestra existencia seréis mía— beso mis labios lento para después subir el ritmo poco a poco
Bajo la túnica de mis hombros haciendo que está cayera al piso, quedé desnuda frente a el, mi pecho ardía en deseo al saber que volvería a estar junto a mi esposo
Me he guardado para vos— sonrío en mis labios— deseo que seais mía está noche
Soy vuestra, mi señor— hable en susurró— haced conmigo lo que queráis
León dejo caer la túnica que al piso, quedó desnudo frente a mi, si virilidad se mantenía orgullosa frente a mi, levanté la vista mientras el bajaba sus manos por mi pecho, llegó a mi vientre para seguir acariciándolo,me deje caer en su lecho y ahí el siguió besándome ferviente, acariciando mi cuerpo entro en mi lento para después hacerlo rápido, era el éxtasis para mí el tenerlo ahí, ambos habíamos llegado al c****x dejándose caer a mi lado beso mi frente
¿Os habéis dado cuenta que os necesitaba desde hace tiempo?— preguntó cubriendo mi cuerpo y el suyo
Si mi señor— mire sus ojos— me iré a dar pecho a nuestros príncipes— bese su frente para levantarme del lecho
No— tomo mi mano halandome a la cama— quedaos solo está noche, Livia vendrá si nuestros vástagos tienen hambre, irás para alimentarles y volverás conmigo
Sonreí complacida asintiendo con la cabeza para volver al lecho y perderme en el calor de sus brazos, deseaba que está noche no terminará nunca, deseaba seguir así a su lado
¡Dios, que mi dicha sea eterna!