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Niobe, sala de transporte, Latiri 4
Rodeada por veinte guerreros atlanes, y con la mitad de ellos parcialmente transformados en bestias, no podía ver por encima del par de hombros más cercanos mientras el primer round de la lucha tenía lugar. Alcé la mano instintivamente e intenté apartar al guerrero gigante hacia un lado.
No resultó en nada. Se dio vuelta y bajó la cabeza para gruñirme. No estaba en modo bestia, pero sus ojos brillaban demasiado. Pendía de un hilo… para protegerme. Para que todo su nerviosismo e ira bestial no estuviesen dirigidos hacia mí.
—No se mueva, vicealmirante. El señor de la guerra Zan le avisará cuando sea seguro para usted.
No conocía al atlán que hablaba, pero no era que importara. Ellos estaban aquí para rescatar a sus hermanos atlanes junto con el res
