POV Ares Bajamos del auto y el sol matutino rozó la piel de Gianella. Tenía ese brillo en los ojos que siempre me dejaba sin aire. Tomé su mochila sin pedir permiso y la cargué mi mano izquierda, junto a mi maletín de cuero, mientras con la derecha tomé su mano y entrelacé nuestros dedos para empezar a caminar juntos. Sentí cómo su cuerpo se tensó un poco, y luego lo escuché: —Amor —dijo con voz suave. Esa palabra. Ahora entendía por qué ella se ponía nerviosa cuando la llamaba de esa forma. Mi corazón golpeó minpecho como un adolescente sin control. Y verla sonrojada solo empeoró las cosas, me dejó al borde de una sonrisa estúpida. —¿Qué haces? —añadió, mirándome con una mezcla de ternura y sorpresa. —Te llevaré a tu salón. — No tienes porqué hacer eso, pensé que saldrías tempr

