ya en la casa entre ambos acuestan al herido en la mesa donde hace unos instantes disfrutaban de su cena. Mientras Sam lo montaba en la mesa Lili retiraba los cubiertos que habían esparcidos por todas partes. Una vez allí, la chica comenzó a buscar alguna herida o golpe que le estuviera afectando, pero no encontró nada.
-¿Qué ocurre? -preguntó Sam sin saber qué hacer.
-No veo ninguna herida, no hay sangre, no hay marcas, no hay ningún signo de lucha. No hay nada -respondió ella un poco alterada.
-¿Qué estás diciendo? -volvió a preguntar el muchacho también algo alterado- Entonces ¿Qué es lo que está pasando aquí?
-Hermano, tranquilízate -habló el que se encontraba en la mesa- mis heridas no pueden ser tratadas por un humano corriente, pero tú sí puedes ayudarme.
-Ya te dije que no soy tu hermano -le dijo Sam de nuevo- pero, si solo yo puedo ayudarte dime, ¿Qué debo hacer?
-Ven, toma mi mano -estiró un poco su mano derecha en dirección al joven- no temas, no te haré daño.
Sam tendió también su mano derecha tomando la de aquel ser y al instante una pequeña luz surgió del contacto de sus manos, al momento una energía comenzó a llenar el cuerpo del muchacho desde la punta de sus pies hasta su cabeza, todo su ser estaba rebozando con aquella energía, sus ojos se volvieron más claros y brillante; dirigió la mirada al cuerpo del que estaba tumbado sobre la mesa y comenzó a ver todas las heridas que tenía, diversos cortes de espada le cubrían el cuerpo, algunos profundos otros no tanto.
-Por Él -soltó Sam viendo el panorama- ¿Ahora que hago? ¿Cómo te curo?
-Concéntrate en lo que quieres lograr -respondió el otro, pero su voz era diferente, era más potente y firme de antes, estaba hablando directamente a la mente del muchacho- no pienses en nada más, usa esa energía que tienes para hacer lo que quieres.
Sam se concentró, miró fijamente cada una de las heridas y se imaginó el cuerpo reconstruido e intentó reconstruirlo en su mente, pero algo fallaba, no estaba seguro de que aquello funcionara, no había lógica en eso ¿Solo con la mente? No era posible algo así. Aunque nada de esa situación era realmente razonable.
-¡No puedo hacerlo! -gritó fuerte el muchacho, estaba irritado y parecía desencajado - No puedo hacer esto.
-Sam, ¿Qué está pasando? ¿Qué no puedes hacer? -preguntó Lili del otro lado de la mesa, su voz sonaba distante, aunque estuviera cerca de él, parecía que se encontraba lejos, como en una cueva- No veo nada, Sam, ¿Me escuchas? ¡Sam!
-Tú puedes hacerlo Sam -habló el hombre, su voz seguía sonando en su cabeza- Confía en ti mismo. No pierdas la esperanza.
¿Perder la esperanza? Eso nunca se pasaba por la mente de Sam, volvió a centrarse, miró de nuevo el cuerpo del otro, llevó su mirada a los ojos de aquel tirado en la mesa y este le hizo un gesto con la cabeza en señal de apoyo y una pequeña sonrisa; volteó la vista a Lili, ella estaba desconcertada y podía leer en sus labios que decía su nombre, él le sonrió. Era ese tipo de sonrisa que ella conocía muy bien, siempre le sonreía así cuando se iba a pelear con los matones de los siete, también era la sonrisa con que se le veía cuando ayudaba a las personas de la ciudad, era la sonrisa de alguien dispuesto a entregarlo todo por ayudar a los demás. Lili se movió de su puesto y se paró tan cerca de Sam como pudo pues este no le permitió acercarse más con la excusa de que no quería hacerle daño.
-Déjala que se acerque todo lo que quiera, no le harás daño, no eres un ser malo -era la voz del ángel, con un gesto ella entendió que podía acercarse más, casi estaba tocando el cuerpo de Sam. Él estaba concentrado, su mirada fija en el cuerpo del otro y sucedió.
En su mente todo pasó lentamente, se vio atando y uniendo cada fibra del cuerpo, cada músculo y cada centímetro de piel; imaginaba que limpiaba las heridas y que borraba toda suciedad; puso cada gramo de la energía que había entrado en su cuerpo hace unos instantes y sentía como se empezaba a quedar sin ella cuando no iba ni en la mitad del proceso, entonces decidió poner parte de su propia energía, en ese instante comenzó a trabajar más de prisa y cada herida le tomaba menos tiempo en sellar, aquella nueva energía que estaba utilizando era más fuerte que la que tenía al inicio y creía que en ese momento estaba utilizando la que había recibido, pero no, la sentía diferente, estaba llena de fe, voluntad y esperanza. Terminó.
Desde afuera el espectáculo era diferente, al menos para Lili que seguía sin entender qué pasaba; desde que se paró cerca de ellos dos una luz amarillenta cubrió todo el lugar que de a poco comenzaba a desvanecerse, pero justo cuando se apagaba por completo una luz de tono azul brilló con más fuerza a pesar de la intensidad del brillo no molestaba la vista, era acogedora y cálida, estuvo así un par de minutos para al final apagarse como una vela. Cuando pudo ver de nuevo a los dos hombres noto que Sam parecía distinto, agotado, la ropa que traía puesta le quedaba apretada en la piel, sobre todo la camiseta, sus músculos habían crecido y las cicatrices de sus brazos habían desaparecido por completo; el otro se había acomodado en la mesa, ya no está acostado, se pudo incorporar para sentarse e incluso bajarse de allí.
-Bien hecho, lo hiciste bien -habló el ángel, su voz era grave, potente, enérgica, no quedaba nada de la voz que tenía cuando lo encontraron, estaba lleno de vida- bastante bien diría yo, mira tus brazos.
Sam respiraba agitado, se miró de reojo ambas manos y lo notó, sus cicatrices habían desaparecido por completo y sus músculos estaban crecidos, sintió incómoda la camiseta, le costaba respirar con ella puesta. Se dirigió a su habitación para cambiarse por algo más cómodo, cuando estaba allí se quitó la camiseta y notó que no solo habían sido sus brazos, todo su cuerpo había cambiado, todo era diferente: no había ninguna herida ni en su pecho, ni en su abdomen, ni en su espalda, ni en un su rostro, ni en su cuello, ni sus brazos; aparte se veía más grande, sus músculos crecidos y marcados por todo su cuerpo, solo conservaba la marca en forma de cruz en el pecho la cual parecía adquirir un color azul muy tenue. sacó un buzo del armario, no se cambió los pantalones, le seguían quedando amplios, salió de su habitación y entró un instante en la de Lili quien había dejado la puerta abierta. Mientras tanto, en el primer piso Lili y el otro hombre estaban organizando la mesa y la cocina de la última comida, a su vez iban hablando de lo que había pasado. Cuando Sam llegó a la cocina se dirigió a la nevera para sacar algo de beber, tenía sed debido al esfuerzo que había hecho, sacó una botella de agua de la nevera y se la bebió rápidamente. Mientras bebía Lili y su ahora visitante, se sentaron alrededor de la mesa. Cuando terminó de beber se acercó a ellos con la curiosidad a flor de piel.
-Ahora que estás recuperado puedes explicarme ¿Qué es todo esto? ¿Por qué dices ser mi hermano? ¿Qué eres? ¿Qué soy? -Sam hablaba apresuradamente, las ansias de saber todo le brillaban en los ojos -dime, por favor.
-Primero que todo, tranquilízate. Estás un poco alterado con todo esto -respondió su interlocutor riendo un poco por la actitud de Sam- hiciste tantas preguntas en un instante que no sé por dónde empezar. Para no ser descortés iniciaré presentándome. Mi nombre es Ángelo, soy m*****o de la tercera orden angelical; luché hace eones en una guerra contra los demonios, en la actualidad uno de los servidores más fieles de nuestro padre -en los ojos de Lili y Sam se notaba ampliamente el asombro- la guerra en nuestro plano no ha terminado, aunque hemos derrotado a diversos enemigos, cada vez parece que surgen unos más fuertes, y el que está atacando en este momento no tiene punto de comparación.
-Te reconocí en los dibujos de Lili -le interrumpió Sam sacando algo de un bolsillo, era un pequeño retazo de uno de los lienzos pintado por la chica. Era un chico con la piel morena, sus ojos de un café profundo, su nariz un poco pronunciada, el cabello corto de color gris claro, alto y con el cuerpo atlético de un guerrero, una armadura de lobo y una espada de plata
- ¿De dónde sacaste este dibujo? -preguntó ella sorprendida-¿Dañaste una de mis pinturas?
-Lo siento, está en todos tus cuadros sobre ángeles - agregó un poco apenado- lo arranque de un cuadro pequeño que tenía detrás de tu escritorio.
-¡Sam! ¿Por qué lo hiciste? -siguió preguntando ella con un tono irritado.
-Perdón, tenía que mostrar evidencia de lo que dije, -Ahora dirigiéndose a Ángelo- eres tú ¿Cómo puedes explicar esto?
-Bueno, por un lado debo decir que tienes un talento increíble señorita -tomando el dibujo continuó diciendo- es un retrato detallado de mi juventud. Por otra parte, no sé la razón de que ella conozca este tipo de cosas, aunque... -se quedó mirándola fijamente, ella se sonrojó al instante, no estaba acostumbrada a que alguien lo hiciera- en este momento tengo una posible respuesta, pero debo verificar algo antes de poder afirmarlo, ven -se dirigió a ella, Ella tomó la mano que Ángelo le tendió- parece que sí, cuentas con una visión, pocos humanos tienen este don, desciendes de un ser de luz, no un ángel, ninguno tiene esta capacidad, pero sí de un mensajero divino, quizá de un hijo de febo con afinidad por la pintura. Conozco algunos de sus descendientes y tienes algunos rasgos con ellos.
-No puedo creerlo -Lili estaba sorprendida- ¿Lo supiste solo con tocar mi mano?
-No, la verdad pude leerlo en tus ojos, pero lo de tu mano fue para llamar tu atención y que estuvieras más cómoda, estás muy tensa, relájate. También tú hermano, están muy tensos.
-¿Cómo quieres que esté? -le dijo el muchacho exaltado- un ángel llega a nuestra casa, a ella le dices que es una descendiente de no sé quien con una visión especial y a mí no dejas de decirme que soy tu hermano ¿Cómo puedo ser hermano de un ángel, solo soy un humano? Además, ¿Qué te pasó?¿Por qué estabas tan herido? y porque ella no podía verlo con su visión.
-Otra vez estás haciendo muchas preguntas a la vez, tendré que estar apuntando todo lo que dices para seguirte el hilo -Ángelo mostraba tener una personalidad despreocupada- mira, lo de ella no lo tenía planeado, fue algo que tú iniciaste con la pintura que trajiste y no sé con exactitud todas las cualidades de su don. Lo siguiente, no soy un ángel por completo, soy un híbrido: humano, ángel; uno de los arcángeles de la primera era mezcló su sangre con lo humanos los cuales tuvieron hijos mitad humanos y mitad seres celestiales, de ahí también sales tú, pero tu caso es diferente al mío: mi madre es una humana común, pero la tuya es de otra estirpe. Estaba herido porque vengo de una batalla, no alcanzaba a llegar a mi guarida y el lugar más cercano que tenía con un ser celestial cerca era aquí, y bueno, con ella ahora que tengo una idea de su naturaleza.
-No sé porque de repente me hiciste sentir más inútil de lo que ya me sentía -intervino Lili desanimada.
-No he sabido nunca de mi padre o mi madre y las personas de esta ciudad tampoco nos han podido dar respuesta de su paradero -Sam tenía un toque de tristeza en su voz y la vez de curiosidad- ¿Qué más sabes de ellos?
-¿Ves que puedes hacer una pregunta a la vez? No es tan difícil -esto causó una sonrisa en Ángelo y Lili- de nuestro padre no hay un rastro preciso, por eso me refiero a ti como hermano, compartimos la sangre del mismo ángel por herencia. En cuanto a tu madre, es más complicado de lo que parece, sí tenemos información sobre ella, pero como veo que no has despertado por completo esa parte de ti no sé como te lo tomarás.
-¿Qué quieres decir? ¿Quién es mi madre?
-Pues, ya te dije que era de otra estirpe, diferente a la humana y a la angelical, además su vínculo está enlazado con una fuerza interior que aún no despiertas, con mi ayuda has podido despertar tu parte angelical que fue con la que pudiste sanarme, pero la otra parte de la energía que usaste es muestra de tu energía materna que se activa con ese vínculo. Recuerdas ese momento en que utilizaste esa fuerza ¿En qué estabas pensando?
-Pensaba en que no podía perder la esperanza -dijo Sam sin entenderlo bien- ¿Qué tiene que ver eso con mi madre?
-Hay una historia de los antiguos que habla sobre una mujer que abrió un cofre en el cual había muchas hostilidades, pero que al final solo quedaba una pequeña esencia en el cofre, esa esencia es la esperanza -contó Ángelo rápidamente y preguntó- ¿No ves ninguna similitud?
-¿Estás diciendo que mi madre es descendiente de aquella que abrió el cofre?
-Te acercaste, tu madre es la mujer que abrió el cofre. Es Pandora -hubo un silencio sepulcral en la casa, solo se escuchaba el sonido de los últimos pedazos de madera en la fogata que ya se apagaba.