Sam llegó al pie del árbol pero no encontró a nadie, lo único que vio fue un cofre decorado con los símbolos que representaban a sus hermanos y entonces comprendió que ese cofre le debía pertenecer a su madre, pero no había rastro de aquella mujer. -¡Pandora! -gritó Sam- ¿Dónde estás? ¡Madre! -Aquí estoy hijo mío -habló ella y la escuchaba en aquel lugar y no en su cabeza como antes. -No te veo, muéstrate. -Estoy detrás tuyo Sam, esa no es forma de hablarle a tu madre -Pandora sonó autoritaria. -¿Mamá? -Sam se giró para verla, no podía contenerse así que se abalanzó sobre la mujer para abrazarla y comenzó a llorar como un niño pequeño. -Mi niño, mi pequeño niño -decía ella mientras abrazaba a Sam y le acariciaba la espalda- tranquilo Sam ¿Por qué lloras? No hay porqué llorar. -Me