Para entonces, la mujer en látex había desaparecido, hasta que me di cuenta de que en realidad estaba a cuatro patas, ¡mamando algunas pollas (¡grandes!) debajo de la mesa!
Por lo que pude ver, tenía dos gallos peleando por entrar en su boca al mismo tiempo.
Tuve que contenerme para no jadear o parecer sobresaltado.
Ella era una puta y yo también. Eso fue casual allí.
"Buenas noches, caballeros", dije con voz no muy segura.
—Buenas noches, Girthy Ry —saludó Artem Kravchenko con una sonrisa.
"¿En qué puedo ayudarte esta noche?"
¿Me pedirían que me arrodillara, que me agachara para una nalgada, o tal vez, que les hiciera una mamada? ¿Accedería?
Y si así fuera ¿sería porque lo quería o por la misión encubierta?
El anciano me evaluó de la cabeza a los pies.
Tenía la boca entreabierta
