Seguí el ejemplo de Manuel y animé al jugador que trabajaba para mi propio equipo.
-¡Vamos, Juicy, puedes dominarlo!
Pelearon, o mejor dicho, fingieron pelear ridículamente.
Ninguno de sus movimientos habría funcionado en un torneo de lucha libre real.
La mayor parte del combate consistió en agarrarse la polla y el culo. Juicy incluso logró deslizar la mano por debajo de la ajustada camiseta de Javier para que no le tocaran, y al parecer, ahora estaba masturbándolo.
Ambos estaban pegados el uno al otro y deslizándose por la resbaladiza piscina.
El público lo esperaba con ilusión y, debo admitirlo, a mí me entretuvo.
Verás, mi única experiencia en un espectáculo de striptease gay había sido con el Hombre de Acero en Dallas, pero esto fue mucho más extravagante y agradable.
En cierto
