Teniamos una cita temprano con el obstetra, pero debido a un parto que se le había complicado, nos había pospuesto la cita a la tarde. Pero Dave no estaba de tan buen humor y yo lo entendía a la perfección.
— ¡Nada de fiestas, enano!
— ¡¿Perdón?! ¡Vamos, chicos! Pareciera que ninguno fue joven.
Tomando mi bolso, lo sentencié con la mirada.
— si haces una fiesta, papá se dará cuenta y como sugerencia le pediré que te envié a vivir con Cindy…
— ¡No! ¡Esa mujer da miedo! — aterrorizado regreso a su lugar en el sofá.
¿Qué? ¿Y yo le daba risa, o qué?
— bien, entonces creo que todos los puntos han sido aclarados. ¿No vamos?.
— nos vamos. — cedí. — no abras la puerta a nadie, las alarmas están activadas y recuerda que hay comida en el refrigerador.
— ¡sí, mamá! — puso sus ojos en blanco.
