CHRIS
Nunca fuimos del todo unidas con mi hermana, días nos hablábamos, días discutíamos y entre charlas nos decíamos lo que menos soportábamos la una de la otra, queriendo creer en la promesa de que trataríamos de mejorar para llevarnos mejor.
Pero nunca pasó.
Cindy era como mi heroína, era mayor que todos nosotros, siempre fue la más madura, la más lista, la más cuerda y lo más importante, la mejor en todo, pero cuando la ví ahí, abrazada a ese cretino, supe que ella al igual que yo, era imperfecta, y sus pésimos gustos en hombres la desacreditaban.
Yo había estado enamorada de él, pero desde aquella vez, abrí mis ojos y supe quién era realmente Aarón Fletcher.
A mí, ya no podía engañarme.
— ¿Bebé, estás bien?— mamá me sostuvo de los antebrazos.
No sabía cuál era mi semblante en este momento, tampoco quería estar ahí, así que haciendo uso de mis pocas fuerzas, me forcé a sonreír y pedí permiso para instalarme en mi habitación.
— ¿No felicitarás a Cindy y a Aarón? — cuestionó Luz, con un poco de extrañeza.
Luz era otra de mis hermanas mayores, de hecho era la segunda hija de papá, y aunque era muy buena y amable, detestaba que no supiera ver la maldad en las personas.
¡¿Felicitarlo? ¡Claro! ¡¿Cómo no?!
¡Lo felicitaba por follarse a la hermana de su prometida sin decirle ese pequeño detalle! ¡Bravo, Aarón!.
Quizá sí, sería hipócrita de mi parte hacerlo, así que simplemente me di la vuelta y subí a mi habitación.
No podía hacerle esto a Cindy… no podía ir y darle un abrazo u decirle que la felicitaba, cuando yo… bueno… prácticamente la había traicionado y de paso, le mentiría, diciendo que estaba "feliz" por ella cuando en realidad no, porque sabía que ese sujeto no la merecía.
— ¡Tu casa es un manicomio allá abajo!. ¿Por qué te fuiste así?. — Susan como toda buena amiga, supo de inmediato que algo no iba bien, cuando me vio llevar mis uñas a mi boca, pues es esa mi reacción usual cuando estoy nerviosa o estoy ocultando algo — ¿Hay algo que aún no me has dicho, Chris?.
— No, Bueno, sí…
— bueno, habla, te escucho.
— no es algo de lo que me sienta orgullosa, es más, no es algo que quiera compartir, ya es demasiado tóxico para mí como para cont….
— ¡Por favor, Chris! — elevó sus brazos y los dejó caer sobre sus rodillas con fuerza. — si tú no me lo dices, pensaré lo peor y sabes que soy buena haciendo eso.
Mordí mi labio y bajé la mirada, en realidad estaba dispuesta decirle, pero no estaba segura de si ahora era el momento, no obstante, la chica castaña se me adelantó y tal y como ella lo dijo, era buena imaginando lo peor.
— Si no me lo dices, creeré que tuviste sexo con el prometido de tu hermana. — la volteé a ver con rapidez, pasé saliva y sentí como mis mejillas hervían, pero no sabría decir si de vergüenza o de coraje.
Ella al ver mi gesto, se cruzó de brazos y me miró con más seriedad de la que alguna vez lo había hecho, abrió su boca un par de veces y creí que diría algo para reprenderme, pero no, al contrario, comenzó a reír a carcajadas, se sostuvo el estómago con ambos brazos y cayó de espalda en la cama, riendo como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo.
— ¡Menuda broma!— exclamó. — ¡¿Tú?! ¡¿Teniendo sexo?! Si no fueras tan puritana, lo creería, pero como ya sé que "quieres llegar casta al matrimonio" — rodó los ojos y fingió con voz grave mi voz.
— Pero de hecho… eso fue justo lo que pasó.
Ya lo había descubierto, que creyera que era un mal chiste no estaba en mis manos, y necesitaba decírselo a alguien o me volvería loca.
— Espera… — se sentó de nuevo, con su rostro ladeado y mucha duda en su mirada. — ¿Qué fue "justo lo que pasó"? ¿A qué te refieres con eso?.
— a que fue justo lo que pasó.
Con incertidumbre, incredulidad y quizá sorpresa, se levantó de la cama, empezó a dar vueltas por la habitación, sosteniendo su mentón con su mano y al cabo de unos minutos, regresó a mi lado.
— Tuviste sexo… bueno… eso no es malo, yo quería un pony, luego ya no así que, dejar de querer cosas o cambiar tus planes a veces no es malo…
— fue con él, Su. — terminé por confesar.
Una vez más, se levantó, dió más vueltas que la vez anterior por toda la habitación, y se sentó una vez más a mi lado.
— ¿Con él?— señaló la puerta, con su pulgar, por sobre su hombro. Asentí con mi cabeza y cerré mis ojos avergonzada. — ¿Con Aarón? — asentí una vez más. — ¿Con el prometido de tu hermana?.
— ¡Sí! ¡Carajo! — abrí mis ojos y me levanté, esta vez, siendo yo quien daba vueltas por toda mi habitación, dando grandes zancadas. — ¡No sabía que era su prometido! ¡Ese tipo jamás me lo dijo, estaba ebria y ya sé que no es excusa pero cuando me dijo que quería follarme de todas maneras, le dije que si, porque estaba desesperadamente enamorada de él desde que lo conocí! — solté sin detenerme ni un segundo.
La castaña tenía su boca abierta y parecía estar formulando ecuaciones diferenciales en su cabeza. — ¿De todas maneras?— dijo por fin.
— es lo que recuerdo.
— pero eras virgen… ¡Vaya! ¡Qué aguante tienes!
— ¡Susan! — tomé una almohada y se la lancé al rostro.
— lo siento, lo siento...— elevó sus palmas al frente. — ¿Y qué harás?. Debes decirle a tu hermana, no se puede casar con un cabrón como ese.
¿Decírselo a Cindy y morir en el intento? ¡Claro!
— jamás me he llevado así de bien con Cindy, Su, podría deberse a que somos hijas se distinta madre, pero la verdad es que con Luz, que también es mi media hermana, no es así, así que no creo que sea una buena idea.
— de acuerdo, ¿entonces dejarás que se case con un imbécil que estando comprometido con ella, fue a buscar a la hermana de su novia y tuvo sexo con ella?
— sí. — enarcó una ceja. — bueno no. ¿Pero cómo se lo digo?
— solo díselo y ya, es tu hermana, para bien o para mal las une un lazo de sangre y te tiene que perdonar — tomó mi mano, haciendo que me sentara sobre la cama y así poder abrazarme. — es más importante que cualquier hombre.
Suspiré y asentí, mirando hacia el tapiz de color rosa que adornaba las paredes, en donde se encontraba una foto de Cindy y mía, cuando éramos pequeñas, en donde estamos tomadas de la mano, vestidas con el uniforme del colegio.
Susan tenía razón.
Debía decirle la verdad.
****
****
Me levanté de la cama, dejando a Susan bien cubierta, pues tenía la mala costumbre de desabrigarse a mitad de la noche, y justo ahora hacia un frío mordaz.
Tomé mi bata y me cubrí con ella, pues llevaba puesto solamente un short pequeño con dibujitos de la torre Eiffel, y una camiseta de dormir que me llegaba hasta el ombligo, tomé un listón y amarré mi cabello en una coleta alta y me coloqué mis pantuflas.
Me acometió una terrible hambre, y eso que había cenado, había comido mi langosta y la mitad de la de Susan, eso sí, habíamos cenado en la habitación, y para que nadie preguntara, le había dicho a mamá que a Susan le daba pena comer frente a los demás cuando no había agarrado confianza, y por respeto a mi amiga, ella no había insistido más.
Sin embargo, el estómago me reclamaba comida como si hubiera estado en huelga de hambre una semana. Así de desesperado se encontraba.
Era de madrugada, así que dudaba que alguien estuviera levantado a esta hora. A hurtadillas, bajé las escaleras silenciosamente, cuidando de no despertar a nadie, caminé por el pasillo de la primera planta, hacia la cocina y una vez ahí, abrí la refrigeradora, saqué el plato gigante que contenía el pastel de chocolate y lo dejé sobre la mesa, para después inclinarme nuevamente frente a la refrigeradora para buscar la leche, sin embargo…
— sabía que podría encontrarte aquí.
Escucho su voz que sale en un susurro y siento sus manos tibias acariciar con todo el descaro del mundo mi trasero.
Me reincorporo lentamente, conteniendo un jadeo y de paso, la rabia que su nefasta actitud me provocaba.
— estás demente. — le dije, sin atreverme a girar.
Golpeé sus manos para que me dejara de tocar, sin embargo, me tomó con firmeza del cuello, sin llegar a lastimarme, y me pegó a su pecho, dejando su mano libre metida entre mis piernas, acariciando mi sexo sobre mi pijama.
Quise librarme de sus brazos, traté de golpearlo para que me soltara, pero el idiota me tenía presa de sus brazos, de sus caricias y por más que me repetía que no lo permitiera, no podía moverme y me sentía impotente.
— No sabes cuántas veces desee volver a tenerte así.
— ni quiero saberlo, ¡suéltame, idiota! — grité/ susurré entre dientes.
Aarón me pegó de frente a la pared y rozó su erección a mis nalgas.
— te juro que no es lo que piensas, cariño.
— yo no soy tu cariño, ¡ya suéltame!
— Ssshh, es verdad, Chris, yo no estaba comprometido con tu hermana cuando tú y yo hicimos el amor.
Reí seca y de nuevo traté de moverme, sin embargo, no pide lograrlo. — ¿A eso le llamas hacer el amor? Se nota que jamás lo has hecho. — arañé la pared y me retorcí en sus brazos, cuando el maldito desgraciado metió su mano bajo mi short y jugueteó con sus dedos en mi feminidad.
— tú tampoco lo habías hecho. — mordió el lóbulo de mi oreja. — sentí como te rompí y te hice mía, me enamoré de tu cuerpo… — metió un dedo y me tapó la boca para que no jadeara. — me enamoré de tus gestos al hacer el amor y de tu pureza… quiero corromperte, Christin. Te amo.
Fue todo. Desperté de mi letargo y me encontré sintiendo asco no solo de él, ahora también de mí.
No era correcto, en verdad no era correcto y él lo sabía, yo, lo sabía.
Tomé con fuerza su mano y la saqué de mi pijama, tomé impulso de la pared y logré empujarlo lo suficiente para quedar frente a él y mirarlo a los ojos. Su mirada estaba llena de lujuria y quemaban todo mi cuerpo, lo que me hacía sentir más puta de lo que me había sentido un mes antes.
En especial porque ahora sabía que era el prometido de mi hermana.
— no me importa, ¿Sabes?. No me importa si crees que es amor o simplemente quieres jugar conmigo, pero no lo hagas con ella, es mi hermana y no soy tan estúpida para caer ante ti de nuevo… está fue la última vez que me tocas o que respiras cerca mío. Le diré todo a Cindy.
— ¡No estaba comprometido con ella!
— ¡Pero eran novios!
Una persona no se compromete en un mes y mucho menos sin haber salido antes.
— es difícil de explicar.
— no, no lo es… y no sabes lo que me arrepiento… en especial por haber estado enamorada de ti desde mi maldita adolescencia. — limpié una lágrima que rodaba por mi mejilla y pasé por su lado, dispuesta a salir de la cocina.
Pero su voz me detuvo.
— yo no te mentí, Chris, tú siempre fuiste la mujer que me llenó de deseos, la única razón por la que venía a hacer las tareas aquí y la única por la que fui esa noche a la universidad… tú siempre has sido la razón de todas mis fantasías.
Cerré mis ojos y bajé la cabeza.
— pues es una lastima, lo único que siento por ti es odio. Aléjate de mí y si algo de lo que dices es cierto, respeta a mi hermana, no logres que te odie más.
Sin poder seguir respirando su mismo aire, acomodo mi ropa y salgo de la cocina, casi corriendo por las escaleras.
Necesito una ducha, necesito sacarme su esencia y sus caricias de mi cuerpo, necesito sacarlo por completo de mí.
Mas cuando estoy por entrar en mi habitación, la puerta de la par de abre y de ella sale un serio Christian, me toma de la mano y me hala hasta su habitación.
— ¡¿Me puedes explicar qué fue eso de allá abajo?! — pregunta furioso.
Lo que me deja estática en mi lugar.
Fui descubierta.