CAPÍTULO VI

3408 Words
CHRIS — ¡Vamos, Christian! — lo tomé del brazo y se soltó con brusquedad. — ¡No me puedes ignorar toda la vida! — de hecho sí. — Miro a la castaña que va en la parte trasera del auto, por el espejo derecho del auto. — lo siento es que, si es posible, mis padres me han ignorado toda la vida. — miró para ambos lados y luego levantó sus manos sobre su pecho. — lo siento, yo solo decía que sí era posible. Gracias, Susan. ¡En serio! — Escucha, sí es lo que imaginas, tuve algo que ver con ese sujeto, pero te juro, te juro, que no sabía que él y Cindy eran algo. — ¡Iban a la misma universidad! — habló por fin, o más bien gritó. — ¡Hacían las tareas en casa, juntos, se encargaban en su habitación! ¡¿Y nunca lo imaginaste?!. — ¡estaba enamorada! ¿de acuerdo? — detiene el auto y se parquea a la orilla de la calle. — ¿Qué haces? Mis padres se darán cuenta de que paraste. — les diré que atendía una llamada. Todo el mundo sabe que es malo utilizar el móvil y manejar al mismo tiempo. Su semblante se había suavizado un poco, pero seguía teniendo su ceño fruncido. — escucha, no te pido que me entiendas porque aunque te amo y tú siempre siempre serás el amor de mi vida y mi otra mitad, eres un idiota, que juega con todas las mujeres. — no juego con ellas, Chris, ellas saben que yo jamás me enamoro y deciden si tomar el riesgo o no. Susan, que al parecer va muy atenta a la conversación, comienza a reír y llama nuestra atención, en especial la de mi hermano. — ¿Y tienes algún requisito para ellas? ¿O simplemente te acuestas con la primera que cae?. Christian rueda los ojos, la mira con indiferencia por el retrovisor y sonríe altivo. — me gustan altas, rubias y con cerebro. — alto, mi amigo. — Susan lo reta con la mirada. — ahí debes estar mal, porque si tuvieran cerebro, no se irían contigo. — ¿Quieres probar?. — Christian la mira de la misma manera, pero esta vez con su típica cara de cazador empedernido. — ¿O tienes miedo de enamorarte?. Susan bufa y se cruza de brazos, recargándose de lleno en el asiento. — ¿Enamorarme? ¿Eso se come?. — Sí tú quieres… De pronto, yo había quedado en segundo plano y ellos parecían no querer parar con aquella guerra verbal. Sí, los iba a dejar, pues al final eran ellos y eran demasiado iguales como para ceder, eran terrenos en los que no me podía meter. — Si tu equipo es del tamaño de tu intelecto, prefiero morder mi meñique. — primer lugar en todas las materias, líder del equipo, presidente de la clase, cinco veces condecorado por la universidad y condecorado por el periódico local como el próximo "Albert Einstein". — se mofó el rubio de ojos azules. Su sonrisabse ensanchó y le guiñó un ojo a la castaña. — ¿Aún tienes duda? O te repito. ¿Miedo?. — No, sabes, no es ninguna de las dos, es más bien algo parecido a la repulsión. Quizá sea tu vanidad o tu narcisismo. — o su poca humildad. — dije entre dientes, lo que inmediatamente atrajo la atención de mi hermano. Me miró molesto otra vez. — le vas a decir a Cindy, y no se habla más. — ¡No puedo! — Si dices que no lo sabías, no tienes culpa de haber sido engañada por ese imbécil, él jugó con ambas, y así de paso, yo le doy su merecido por meterse contigo. — ¿Solo conmigo?— pone sus ojos en blanco y asiente, dibujando una sonrisa en su rostro. — ¿Eso significa que ya no estás molesto?. — dos cosas, la primera, sí, solo contigo porque eres mi Pequeña, aunque ya seas mayor de edad y estés por convertirte en una licenciada. Y la segunda, porque sé que siempre has sido demasiado sentimental y te dejas llevar por tus sentimientos. Eso te hace vulnerable a sujetos como… — tú. — interfiere Susan. — ¿Despreciables, no? Christian la ignoró y puso el auto en marcha, no sin antes desordenar mi cabello y mirar con desdén a Susan. Después de aquella parada en medio de la carretera, continuamos con el viaje hasta la casa de la playa, en donde pasaríamos el fin de semana en familia. Al inicio se suponía que solo seríamos papá, mamá, y mis hermanos, pero luego se unió toda la familia, incluyendo a mis tíos y aquello se convirtió casi en un campamento de locura. No tenía ganas de ir, pero para insistió en que debíamos ir todos, así que heme allí, obligada a convivir, y para mi desgracia, condenada a pasar tiempo con Aarón. Tardamos dos horas en carretera en llegar, pies estaba en el límite de la ciudad, además de que a mi hermano se le dio por pasar a una gasolinera a comprar botanas para el resto del viaje. Apenas bajé del auto, subí las escaleras a toda prisa, buscando un baño, ya que desde hace media hora atrás me venía aguantando y no había ningún lugar en el que pudiéramos detenernos, a lo que Christian dijo que habíamos tenido la oportunidad en la gasolinera de ir y la habíamos desaprovechado. Abrí la primera puerta y al parecer era una bodega. Después de tantos años, no recordaba nada de este lugar. Abrí otra puerta y… — ¡Yo no vi nada!— exclamé, cerrando la puerta de nuevo, tratando de borrar aquella imagen de mis padres de mi cabeza. Sin…. comentarios… Debería haberles recordado que la puerta tiene seguro y que se usa para tener privacidad. Continué buscando el dichoso baño y después de dos puertas más, lo encontré. ¡Qué bien se sentía! Salí, lavé mis manos, mi rostro y regrese abajo, viendo cómo cinco camionetas más se estacionaban en línea, afuera. — ¿Quién lo diría? Nos tardamos y aún así ellos llegaron después. Papá me debe diez dólares. — Christian sonrío victorioso, me tomó en brazos, giro conmigo y besó mi mejilla, antes de entrar a la casa con nuestras maletas. Susan sacó su elegante maletita blanca del baúl y sus lentes oscuros y me tomó del brazo. — Si no fueran hermanos, hasta creería que son la pareja perfecta. — lo somos. — me encogí de hombros. — Christian es mi contraparte, solo que menos sentimental y más extrovertido, él es según mamá, idéntico a papá. Subimos las escaleras y buscamos nuestro cuarto, para instalar las cosas, eso sí, antes de que mi hermano cometiera el Mismo error que yo, le advertí que el cuarto que estaba frente a las escaleras era el de nuestros padres y que por nada del mundo interrumpiera la procreación de un nuevo hermanito. Hizo una mueca de incomodidad y fingió estremecerse. — ¡que miedo! ¿Qué nosotros cinco no somos suficientes?. Me encogí de hombros. Entramos en nuestra habitación, inmediatamente Susan vio la que estaba cerca de la ventana, se lanzó sobre ella y abrazó la almohada, levantando un poco sus piernas, llena de emoción. — ¡Esta es mía! — apartó — de acuerdo — reí. — tomo la que está al lado del baño, últimamente me dan ganas muy seguido. — miré la cama restante y me dirigí a mi hermano —. Christian te toca la de enmedio. — dejé mis cosas sobre la cama individual de agua. — ¿Qué? — Que te toca la de… — me detuve al mirar por sobre mi hombro y notar la mirada de Christian puesta fijamente en mi mejor amiga. Okay… eso era nuevo. — ¿Espera? ¿Te quedarás con nosotros? — inquirió Susan. Christian enarcó una ceja y rio, lleno de malicia — o sea, ¿Nada de pijamada? ¿Noches de chicas? ¿Nada de nada? — Susan formó una mueca y movió sus manos aterrorizada. — supongo que Christian puede acompañarnos, — me senté sobre mi cama. — además, no hay más habitaciones disponibles, y eso que la casa es grande. Asintió a regañadientes, fingiendo estar cómoda con esto, aunque era evidente que no lo estaba. Le explicamos a Susan un poco sobre los integrantes de la familia, sobre las cosas que solíamos hacer en grupos y las actividades que realizabamos cuando veníamos aquí, en realidad le expliqué, porque Christian estaba mas concentrado en su teléfono que en nuestra conversación. Nos terminamos de instalar, nos cambiamos de ropa a una un poco más cómoda y veraniega, y bajamos a la sala, yo como siempre, pegada del brazo de mi hermano. — ¡Vaya! — levanté la mirada y ví a Ethan, mi primo, acercarse a mí con una sonrisa de oreja a oreja. — mírate Christin, ya no eres la misma chica de brackets y trenzas que se fue hace años a londres. Te ves genial. — me tomó de los antebrazos y me abrazó muy fuerte. Sonreí y le regrese el abrazo, pues él era casi de mi edad y siempre fuimos juntos a la preparatoria, éramos muy unidos, quizá no como lo era con mi hermano, pero se asemejaba. Ethan se inclinó y dejó un beso en mi mejilla, y fue suficiente para sentir la presión de una mirada intensa y caliente, sobre mí. Aarón. Estaba parado enfrente, tomando con una mano la cintura de mi hermana y al tiempo que ella sonreía y le decía algo cerca del oído, su mirada se volvía más oscura y fija sobre mí. — extrañé caminar contigo al colegio después de que te fuiste. — yo también. — desvié mi mirada de ese sujeto y sonreí, mirando con ternura a mi primo. Saludé a mis tíos, a mis demás primos, a mis demás hermanos y me paré al lado de Christian y de Susan de nuevo. — ¿no me presentarás a tu amiga?— inquirió Ethan, tomando la mano de Susan para dejar un beso en el dorso de su mano. Todos estaban en sus asuntos, así que nadie vio como Ethan se comportaba por primera vez como un caballero, pues si lo conocía bien, y creía que sí, él era casi igual a mi hermano. Un casanova, un jugador con experiencia. — ella es Susan y tiene novio. — lo corté. — bueno, — Ethan río. — supongo que deberé enviarle una carta de disculpa. Susan lo miro confundida pero son dejar de reír. — ¿Puedo saber por qué?. — Por haberme enamorado a primera vista de su novia. — soltó con gracia. Los chicos parecían llevarse bien, reían con las locuras de Ethan y llenaban de alegría el ambiente, pero como nada era duradero y siempre tenía que salir la cereza del pastel, Christian bufó, miró a los chicos con desdeño y después sonrió con notable molestia. — ¿Y tú novio sabe que viajas con lubricantes y consoladores en tu maleta? — lo miré sorprendida y ella lo miró con algo muy parecido a desagrado. De pronto, todas las miradas estaban puestas sobre ellos. — ¿Qué?— Susan ladeó su cabeza y esperó a que él hablara, dándole la oportunidad de retractarse, supongo. — supongo que eres experta con los consoladores, traes muchos… será posible que nadie te tome enserio y por eso lo necesitas. — terminó. Las mejillas de mi amiga se tornaron rojas, sus ojos húmedos y se abrazó con sus brazos. — lo siento. — miró con vergüenza a todos en la sala. — creo que no podré acompañarlos, un gusto conocerlos, hasta mañana.— corrió escaleras arriba. Miré mal a Christian, acribillándolo con la mirada, y no fui la única, todos estaban viéndolo con reprobación. Había sido un completo tonto. — ¡eres un idiota!. — lo golpeé en el pecho, antes de ir tras mi amiga. — ¿Y Tú no tenías algo que decir? — gritó al pie de las escaleras, pero era obvio que no le haría caso, algo me decía que había bebido demasiado y que seguramente sí me quedaba ahí, podría ser peligroso para mí, en vista de que él conocía mi secreto. Llegué al cuarto, toqué varias veces y al final salió una Susan triste, con sus ojos rojos e hinchados por haber estado llorando, me abrazó y sollozó en mi hombro. — no le hagas caso a mí hermano. — le sugerí. — es un idiota cuando se lo propone. — es verdad, Chris, nadie me tomará en serio nunca, terminé con Marti, estaba con alguien más y lo descubrí, llamé a mamá y no contestó, llamé a papá y le dije que vendría y me dijo que si era por dinero que le hablara, que hablara con su asistente y me cortó. La abracé más fuerte. — oye, ¿Y que hay de mí? Yo te tomo en serio. — pues eres la única. — se alejó, caminando hasta su cama. — sin ti no sé...creo que me hubiera vuelto loca. — ya estás loca. — bueno. — esbozó una sonrisa. — más loca. Eso era algo imposible, lograrlo sería como lograr desafiar las leyes de la física, como que los unicornios existieran o como que… no, no se me ocurría nada más imposible que eso. Ya no bajamos a la sala, nos quedamos un rato en la habitación, comiéndonos las golosinas que Christian había comprado en la gasolinera, y no le dejaríamos nada. Se lo merecía por idiota. Lo amaba, pero era de aceptar que su comportan era el de uno. — afuera se mira animado. — Susan miraba por la ventana y suspiraba. — fuera de tu hermano y el idiota de Aarón, creo que tu familia es linda, hubiera sido lindo nacer en un ambiente así. Sonreí. La historia de ellos era más compleja, sabía lo que habían sufrido en el pasado y lo mucho que les había gustado ser felices, sabía que se amaban y que seguían haciéndolo y sabía que aquella amistad que se tenían iba mucho más allá que cualquier cosa, entonces le si la razón a la castaña. Aarón no arruinaría mi estadía con mi familia, viajaba una vez al año para estar un poco de tiempo con ellos y los extrañaba el resto, y él no sería quien me alejara de ellos, y tampoco dejaría que el tonto de mi hermano arruinara la estadía de ella aquí. — vamos. — señalé con los labios hacia la enorme fogata que habían armado cerca de la playa. — no dejemos que ese par de energúmenos arruinen nuestras vacaciones. Sonrío. — me da vergüenza con tu familia, ahora gracias a tu hermano creen que soy una loca ninfómana. Ladeé mi cabeza, fruncí mi ceño y llevé mis manos a mi cintura. — ¿Y no?. — noo, no del todo. — sus mejillas se tiñeron de un suave tono rojizo. — ¡Soy un caso perdido! — se quejó entre carcajadas. Nos cambiamos la ropa manchada de queso de Doritos y soda y nos colocamos nuestros vestidos holgados, blancos, de tirantes, que nos llegaban un par de centímetros a las rodillas. Ambos tenían el mismo estilo, la diferencia es que el de ella era color crema y el mío era totalmente blanco. Nos colocamos nuestras zapatillas de atar y amarramos nuestro cabello en una elegante trenza, y una vez listas, salimos del cuarto, aunque en el fondo sentía que olvidaba algo. Bajamos las escaleras tomadas del brazo y luego como un flashazo lo recordé. — espera— me detuve —. Dejé mi teléfono en el cuarto, lo necesitamos para tomarnos fotos. — Iré por él… — Susan se ofreció pero la detuve. — no, iré yo, es que también tengo ganas de ir al baño a hacer pis … — mostré mis dientes y sonreí con vergüenza. Nego con cierta gracia y al final de dos segundos asintió. — de acuerdo, pero no tardes, no prometo socializar. — busca a Ethan, parecen llevarse bien, ya llego — me dí la vuelta y subí las escaleras de nuevo, mas cuando llegué último escalón, la voz de Susan me detuvo de nuevo. — y has algo con esa inconveniencia, me preocupas. — ¡Susan! ¡Sshh!— sisie. Ella río y salió en busca de Ethan. Cuando iba pasando cerca del cuarto de Cindy, escuché vices y al fondo un llanto, pensé en tocar para preguntarle si estaba bien, pero luego algo que dijo me detuvo. — te llamaré mañana, ¿De acuerdo? Te amo. ¿Te llamaré? ¿Te amo? Pero Aarón estaba abajo en la fogata… se supone. Seguí mi camino y aunque la duda me cargó una inquietud extra, no era mi asunto, así que preferí no interferir. Entre a mi cuarto, fui al baño y lo juro, era la mejor sensación del mundo descargar la vejiga después de aguantar tanto tiempo. Salí, lavé mis manos con bastante agua y jabón, sequé mis manos con una toalla seca y acomodé las puntas de mi trenza. Mi cabello era tan lacio y rebelde, que no soportaba ningún peinado. Salí del cuarto y me pareció extraño que la luz estaba apagada, pues yo no recordaba haberla dejado así. La única luz que entraba, era la de la enorme fogata, que se colaba por la ventana. Traté de salir, de abrir la puerta, pero por más vueltas que le daba al pórtico no servía de nada, hasta que de pronto sentí unas manos tibias tomar mis nalgas y subir hasta mi cintura. No me moví, estaba completamente estática y sabía quien había organizado todo esto, ese delicioso olor varonil de su perfume lo delataba. — te dije que no te acercaras nunca más a mí. — reclamé con seguridad. — No pude soportar ver cómo reías en los brazos de Ethan. Reí sin ánimo alguno. — Es mi primo, y aunque no fuera así, a ti eso no te importa. — me importa. — susurró cerca de mi oído, acariciando mis senos, presionando su entrepierna contra mis nalgas, moviéndose como si me estuviera penetrando. Jadee y cerré los ojos. Quería irme, quería escapar, no quería tenerlo cerca sin embargo, cuando me tocaba me volvía tan débil y perdía todo sentido del juicio. — te vas a casar con mi hermana. — me dió la vuelta y frotó su erección a mi centro, robándome un nuevo gemido. — No es real… pero tú siempre has sido real para mí. — bajó el cierre de mi vestido y bajó los tirantes, dejó besos en mi clavícula y al instante me humedecí. Era exquisito ese cosquilleo que se formaba en mi vientre, era delicioso sentirlo, pero estaba mal, era más que prohibido y eso tanto él como yo, lo sabíamos. — Eres mía, Christin White. — me tomó del mentón y levantó mi cabeza con una mano, para que lo viera a los ojos, mientras metía su otra mano bajo mi vestido y acariciaba mi sexo. — estás húmeda. — Real o no, es mi hermana, y esto está mal. Traté de apartarlo pero era mucho más fuerte que yo. Beso mi mentón, lamió mi mejillas y metió dos dedos de una vez en mi entrada. No debía… no debía… ¡Se fuerte, Chris! ¡Se fuerte! ¡No puedo! Lo abracé del cuello y me dejé llevar, la tentación era cada vez más fuerte que la conciencia, sacó sus dedos y aproveché para dar un salto y enroscar mis piernas en su cadera. Quemaba, ¡Mierda! ¡Quebama! Quería sentirlo, no había corazón esta vez, era deseo, un incontenible deseo. Arrancó mi braga, sacó su falo y me penetró. Abrí mi boca y apreté mis ojos. ¡Era una perra! Lo estaba viviendo de nuevo y no hacia nada por detenerlo. — sigues estando estrecha. — mordió el lóbulo de mi oreja, me llevó hasta la cama y comenzó a moverse con más fuerza. — eres deliciosa. Arañé su espalda y me sostuve, como náufrago a la orilla, aferrándome a su cadera para sentirlo con más fuerza. Me había dejado llevar y ahora me estaba quemando. Pero quemarse nunca se había sentido tan exquisito. Quizá y solo quizá, mañana podría hacer como si esto jamás hubiera pasado.
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