(...) — te extrañé, princesa. — y yo a ti, papá. Abracé fuerte a uno de los hombres de mi vida, creo que al más importante de todos, y suspiré en su cuello. Mi padre era mi orgullo, aunque no había crecido a su lado, lo miraba cada fin de semana y pasaba todo el día con él, nunca nos desatendió, ni a Christian, ni a mí, pese a que desde temprana edad nos habíamos mudado con los abuelos. Christian regresó antes, yo tuve que quedarme un tiempo más y cuando la oportunidad de estudiar en londres llegó, ya no quise aguantar más a la abuela Amalia, pues era una bruja conmigo, y apliqué para media beca. Esa era mi historia. No sabía porqué no podía estar con mis padres, era nulo lo que recordaba de mi infancia, pero el abuelo siempre decía que era necesario, y aunque con el mundo entero e

