****
— ¡Hola, fea durmiente! — me lancé sobre su cama. — despierta, te traje una sorpresa.
— déjame dormir, Chris, aún es de madrugada.
Reí entre negaciones y le quité la sábana para desabrigarla.
— ¡Chris!
— arriba, Su, fui al supermercado ahora y te traje algo.
Apenas dije eso, ella abrió sus ojos, los talló con premura y me regaló toda su atención.
— ¿Un regalo? ¿Qué es? ¡¿Qué es?!
— adivina.
— ¡Un set de maquillajes nuevos! ¡No! ¡Una de aquellas chocolatinas del área de postres…! — se detuvo, pasando su dedo pulgar y su dedo índice por la punta de su mentón, medito por largos segundos su respuesta y cuando creí que se rendiría, ella exclamó: — ¡Ya sé! ¡Una caja de preservativos!
— ¿Preservativos?— pregunté descolocada.
Esta chica no tiene sosiego.
— nunca sabes cuándo puedes necesitar uno.
— estás loca, Susan, ¿Con quién los usarías, a ver? — enarqué una ceja y llevé mis manos a mi cintura.
Sonrió con picardía y se encogió de hombros. — bueno, tu primo Ethan…
— ¡Oh, por todos los cielos!.
— ¡no está mal…!
— ¡Oye! ¡Prefiero mil veces que te folles a mi hermano que a mi primo!
Hizo una mueca de asco y fingió estremecerse. — ¡Iugh! ¡Chris! ¡Harás que tenga pesadillas!.
Estallé en carcajadas al ver su rostro sonrojado. Sabía que aunque ella dijera que odiaba a mi hermano, no era del todo cierto, así como sabía que a mi hermano le gustaban los retos y ella era uno.
— Ethan no es malo, pero no me agrada para tí, no es serio.
— ¡Oh! ¡¿Y tu hermano lo es?! — espetó.
Lo pensé mejor y… — no, tienes razón. — cedí.
Reímos.
Susan se levantó, hizo un par de estiramientos y regresó a mi lado. — ¿me dirás qué me trajiste?.
— sí, está sobre el buró al lado de mi cama.
La castaña se levantó dando un salto, corrió hasta mi cama, y se lanzó sobre ella, tomando la bolsa de compras del supermercado express, del buró. Abrió la bolsa con tanta emoción que pareciera que…
Se pondría a llorar.
Su semblante se tensó, frunció su entrecejo y me miró extrañada.
— no entiendo la gracia de esto, Chris, quiero mi regalo.
Me levanté de su cama y caminé hacia ella. — ese es tu regalo. — afirmé.
— Es es serio, Chris, no me parece gracioso.
— es la revista que querías, ¿O no?.
— ¡¿Revista?! — entrecerró sus ojos y me extendió la bolsa. — revista, no pruebas de embarazo.
— ¡¿Emba… ¿Qué?!
No era cierto.
— Esto… ¡no sé cómo llegó aquí…!
Un momento…
¡La chica del supermercado!
Seguramente fue ella.
— ¿Entonces?.
— es que…
— ¿Tienes algo que contarme, de nuevo?— demandó, llevando sus manos a su cintura. Me miró interrogante, me arrebató de nuevo la bolsa con más pruebas y las contó. — hay cuatro pruebas aquí.
Estaba desconcertada, no podía creer que la chica hubiera sido capaz de aquello por una inofensiva náusea y un poco de vómito, tampoco entendía porqué lo había hecho si yo no la conocía y mi vida no le importaba, pero más que eso, estaba preocupada por la cara que mi mejor amiga tenía en este momento.
— ¿Y?.
— no lo sé… quizá se confundió de bolsa con otra clienta y…
— trae la factura con tu nombre y más abajo viene la revista, claro que no se equivocó. — mostró la revista y la famosa factura. — repetiré la pregunta una vez más. — ¿Hay algo que deba saber?.
— no…
— bueno, sí. — terminó mi frase, esperando mi respuesta con impaciencia. — habla, White.
No podía huir de ella, nadie me conocía mejor.
Tomé una bocanada de aire por la boca y me dispuse a contarle lo más breve posible, mi aventura de esta mañana, sin mirarla a los ojos, con mis mejillas rojas y mis ojos puestos en la pantalla plana, que estaba frente a las camas.
— sólo fue un pequeño malestar, quizá la cena de anoche me cayó mal, pero ella insistió en que me hiciera la prueba y al parecer, por más que me negué, no me hizo caso.
La castaña cayó sentada en la cama, masajeó sus brazos, me miró con determinación y se levantó de nuevo, tomándome de la mano.
— hazlas.
La miré con mi mejor cara de póker. — ¡Noo! ¡¿Estás demente?!.
Asintió sin mirarme a los ojos, aparentemente perdida en sus pensamientos, suspiró y me entregó dos de las cuatro pruebas.
— aunque sea por diversión, solo hazlo.
— no estoy embarazada, Susan.
— ¿Segura? — me miró por fin. — ¿Te cuidaste alguna de las veces que estuviste con Aarón?.
— fue hace poco...— contuve l el nudo en mi garganta. — acabó en mí las tres veces pero, fue apenas el viernes por la noche, hace casi dos días…— Le resté importancia.
— ¿Y en londres?— atina q preguntar. — ¿Usó condón?.
No quiero contestar eso…
Tengo miedo…
Una lágrima baja por mi mejilla, la seco con el dorso de mi mano y trato de recordar, pero no recuerdo esa parte de la noche.
— Recuerdo haberme levantado por la mañana, sentir un líquido blanquecino bajar por mi entrada, luego por mis piernas y no… no recuerdo si lo usó
Cubre su rostro y gruñe iracunda. — ¡A eso se le llama semen, Chris, quiere decir que acabó en ti y que hay probabilidades.
Niego y retrocedo en la cama. — no… es imposible…
— eso fue hace poco más de un mes, es una posibilidad, ahora ve y haz esa prueba.
— no...no puedo… — me quedo en blanco, mi mirada se pierde en un punto intangible y no puedo contener las lágrimas silenciosas que bajan por mis mejillas, de solo pensar en que estoy…
Al cabo de diez minutos, la escuché suspirar, tomó las pruebas, me jaló hasta el baño y cerró con seguro.
— ¡Ya basta, Christin! ¡Haz esas pruebas!.
— ¡No estoy embarazada!
— ¡pues entonces estaremos seguras!.
Me empujó, salió del cuarto y me dejó encerrada adentro.
No tenía opción, no me dejaría salir hasta que hiciera las benditas pruebas, así que siendo valiente una vez en mi vida, saqué el primer test, leí las indicaciones que venían en la caja y con un poco de dificultad y esperando que la respuesta fuera negativa, los hice, los dejé en la orilla del lavamanos y toqué la puerta para que Susan me dejara salir.
— ¿Ya los hiciste?.
Asentí en un hilo de voz.
Me estaba conteniendo los nervios, nunca antes me había sentido tan ansiosa o desesperada.
— hay que esperar tres minutos. — informé, recargando mi espalda sobre la pared.
Esos quizá eran los tres minutos más importantes y decisivos de mi vida.
El tiempo pasó tan lento, fue en extremo tortuoso, no tenía ni idea de cuál sería el resultado, pero tenía a mi amiga ahí, prometiendo que estaría a mi lado cualquiera que fuera este.
Fue un momento que se me hizo eterno. No quería que llegara la hora de ver la respuesta de los test, y al mismo tiempo, quería saber lo que decían.
Mi estómago estaba más que revuelto, mis manos temblaban y sudaba helado sin contención.
Hasta que Susan se levantó, caminó hasta el cuarto de baño, tomó bastante pruebas y salió con una cara muy diferente a la que llevaba cuando había entrado.
Suspiró y yo mordí mis uñas, dió un paso más y levantó la mirada, mientras por impulso yo llevaba una mano a mi vientre... negó en repetidas ocasiones con su cabeza, hacia los lados, viéndome… antes de decir…
— y es por esta razón que yo quería la cajita de preservativos…
Eso significaba que...