Fernanda no sabía muy bien que estaba haciendo en la casa de campo de Salma. La rubia las había acompañado a su habitación y cerrado la puerta tras de ella. Tenía un aspecto de seriedad que borraba la habitual sonrisa de su rostro. Parecía que algo le preocupaba. — Dejen su equipaje para después —dijo la rubia tomando a sus amigas de las manos. Se acomodaron a orilla de una de las camas, la recámara contaba con dos camas porque Adela y Fernanda estarían compartiendo habitación— necesito su ayuda, bueno mejor dicho su opinión. Fernanda y Adela se voltearon a ver sin entender qué era lo que estaba pasando. Regresaron su mirada a Salma que no las perdía de vista. — ¿Estás bien Salma? —preguntó Fernanda sin poder ocultar su preocupación en su voz. — Físicamente estoy bien, pero emociona