El hombre entró al baño, por fortuna Fernanda estaba sola en el lugar, de lo contrario habría sido un problema ya que aquella habitación era exclusivo de mujeres. La chica se quedó inmovil sin mover un solo músculo. No sabía que esperar, no sabía cómo reaccionar, solo sabía que quería encontrar respuestas.
Contuvo la respiración, debió la vista hacia el dispensador de papel. No quería verlo a los ojos. Estaba demasiado furiosa y demasiado confundida como para jugar a las miradas y hacer crecer el fuego en su pecho.
— Tenemos que hablar Nina —dijo Yan acercándose a ella.
— ¿Hablar? —torció sus labios irónica— no tenemos nada que hablar.
Aunque en el fondo Fernanda era lo que más deseaba. No podía concebir en su cabeza mostrar una debilidad por saber las respuestas y conservar un mín
