Fernanda perdió la noción de sus sentidos. Perdió la noción de la razón. Se dejó llevar por el deseo que crecía con intensidad, dentro de su abdomen desfilando hasta su pecho, en ese momento. La tensión de probarlo, el ansia de saber que era correspondida aunque fuera una mentira. Mentira. Había estado viviendo de mentiras desde que Diego Valnecia había entrado a su vida. Ella lo único que, en ese momento, era que la agonía del dolor se apaciguara un poco dentro de su pecho.
Estaba viviendo de nueva cuenta una burla del destino. No sabía cómo reaccionar cuando las cálidas manos de Yan se deslizaban tomándola de la cintura y apretándola más contra él. Él quería que supiera cuánto la deseaba en ese momento.
Sus respiraciones se volvían más y más agitadas conforme el beso se volvía más sa
