Capítulo 3: Noche billonaria

3659 Words
Cada que le dolían los pies o el estrés abrumaba a Fernanda, no podía dejar de maldecir a Diego por haber creído en sus mentiras. Su mundo se había limitado a la oficina y su cubículo como consecuencia, estando a disposición las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana para su jefe, el señor Dávila. Eran ya las ocho de la noche cuando Fernanda había terminado con el encargo que el presidente de la compañía le había pedido a última hora. Se encontraba en la oficina con las luces del techo encendidas. Estaba sola con el tecleo de las teclas de su computadora haciendo eco entre los cubículos vacíos. Esa noche se estaba llevando a cabo la fiesta, en el mundo de la moda, más grande del año a nivel mundial con sede en la ciudad. Mientras que ella se encontraba trabajando en una propuesta de una nueva línea de ropa que quería mostrarle a su jefe y con suerte conseguir un ascenso. Había sido una semana agotadora y Fernanda lo único que deseaba era llegar a su casa y descansar. Al dar el reloj las ocho de la noche la chica se dispuso a estirar las piernas y guardar sus pertenencias dejando su cubículo ordenado. Disfrutaba del silencio que el ambiente le proporcionaba al ser la última en abandonar el lugar o eso era lo que ella creía pues la voz de Adela la hizo pegar un brinco en el aire. — Fer no me puedes decir que ya te vas a tu casa —dijo Adela tomándola por los hombros. — Oh claro que si me voy a casa a descansar. Estoy exhausta fue una semana pesada con todos los preparativos y las exigencias de la señora Dávila —reiteró Fernanda aun metiendo su material de oficina en los cajones de su cubículo. —Vamos Fer, ésta fiesta no siempre se da, podemos infiltrarnos y ver el trasero de Jason Momoa o los pectorales Yan Boyer —dijo Adela colocando su cara con ojos de súplica mordiendo su labio inferior al mismo tiempo. — ¿Yan Boyer? ¿Jason Momoa? Ni siquiera los conozco. — Vamos amiga sé mi compañera de crimen ésta noche —Adela le hizo un puchero a su amiga. —Es una estúpida fiesta más que se da todos los años, no es la gran cosa —dijo Fernanda cerrando los cajones terminando así de acomodar todo. —Vamos Fer, podemos tomar la invitación de Berta que no irá definitivamente, o podemos hacernos pasar como periodistas, por favor, por favor, por favor —Adela le dedicó pequeños saltitos de súplica. Fernanda no pudo evitar recordar los caprichos de los niños. —Adela, ni siquiera tengo qué ponerme, no he usado maquillaje desde hace años y no me siento tan bonita en ésta etapa de mi vida como para querer ir a un evento de gente “elegante”. — Siempre dices lo mismo y honestamente solo tienes un look de oficinista nada más. No hay mujer fea, solo hay mujeres mal arregladas. Yo tengo la solución, por favor ¿si? Fernanda se recargó sobre el respaldo de su silla, con la vista perdida hacia el techo blanco con una luz parpadeante, invitándole a salir de ahí y vivir por primera vez en su vida desde la tragedia que vivió a causa del idiota de “Diego”. La muchacha suspiró acomodándose sus lentes retorcidos sobre su rostro. — Está bien Adela vamos a esa estúpida fiesta que tanto quieres ir, pero vamos de reporteras, no me quiero arriesgar a tomar la invitación de Berta —Fernanda estaba resignada. La cara de Adela se iluminó dando pequeños saltos de felicidad alrededor de ella como un ritual venerando un milagro. —Por supuesto que tomaremos la invitación de Berta, no iremos como simples reporteras ¡Por dios Fer! tenemos acceso a los mejores vestidos de alta gama del imperio de moda de tu querido jefe, y es la fiesta más esperada del año así que deja tu aspecto en mis manos —dijo Adela con una emoción latente que infestaban los oídos de Fernanda con un estado de alerta. La simple idea de asistir a un evento como polizones le tensaba los hombros, aunque el pensamiento de tener que vestirse de gala para un evento absurdo la estresaba más. Suspirando la resignación por tener una aventura esa noche, guardó la información en su usb, llevándolo con ella, para poder continuar trabajando su propuesta en casa y apagar por completo la computadora. Adela llevó a Fernanda prácticamente a rastras al baño para hacerle un cambio de look instantáneo, por suerte para Fernanda, Adela era la asistente favorita Frida, la diseñadora de imagen de la empresa, por lo que no había problema con dejarle su aspecto en sus manos. —¡Oh dios! —dijo Fernanda arrepentida, mirándose frente al espejo al ver la transformación. Definitivamente un buen maquillaje y un buen peinado en las manos correctas podían ser la gran diferencia entre ser una bella mujer y una oficinista adicta al trabajo. — Te lo dije, no hay mujer fea solo hay mujeres desarregladas —dijo Adela sonriendo ante el resultado de su trabajo sobre el rostro de su amiga— y yo soy experta en cambios. La bolsa de mano minúscula que le había dado Adela para combinar con su outfit, era tan pequeña que apenas cabía su usb. La vio con sarcasmo a mostrando que era prácticamente un adorno inútil. — ¿Qué? —contestó Adela divertida viéndola a través del espejo mientras terminaba por colocarse sus aretes— mi bolsa es más grande puedes dejar tu cartera y tu teléfono dentro. Llegaron una hora más tarde al lugar donde la fiesta se estaba llevando a cabo. Fernanda y Adela bajaron del auto. Lo primero que la muchacha sintió al pisar el suelo fue una sensación acolchonada debajo de sus zapatillas perladas, producto de la enorme alfombra roja que había delante de ellas. Adela bajó del lado del conductor para darle el auto al valet parking y tomó a su amiga del brazo para caminar hacia el primer filtro. Al parecer eran de las últimas “invitadas” en llegar al evento de moda más grande del mundo. Pudieron distinguir a lo lejos cómo algunas figuras conocidas de la moda, CEOs de renombre y artistas de farándula a nivel mundial que aún transitaban como los últimos invitados en llegar. La muchacha traía en su bolsa de mano, que hacía juego con su vestido de alta costura. Se acercaron a la entrada con paso firme. — Bienvenidas ¿me permiten su invitación por favor? —dijo la encargada de vigilar el primer filtro. — Aquí tiene —dijo Fernanda sacando la invitación de su bolsa. Notó que Adela movía los pies debajo de su vestido producto del nerviosismo. Le tuvo que dar un ligero codazo para que se tranquilizara. — Señora Berlusconi me temo que hay un error ya que mi sistema dice que usted ha ingresado al evento hace más de una hora. Llegó justo en el momento en el que fue citada. Fernanda sabía en el fondo que el plan de Adela de inmiscuirse en el evento utilizando la invitación de alguien más era una pésima idea, sin embargo; ahí estaba ella haciéndole caso y comenzando a sufrir las consecuencias de su decisión. Vio como su amiga se había congelado ante el inminente problema que se les avecinaba. Suspiró con los nervios hechos un nudo en su estómago. — ¿Me estás diciendo que alguien más ha usurpado mi lugar? —Fernanda lanzó una mirada intimidante enderezando su postura lo mejor posible. — Señora no quiero ofenderla … — ¿Es que acaso no sabes quién soy? —volvió a cuestionar Fernanda comenzando a causar nerviosismo en la chica— ¡jamás en mi vida había tenido tal problema! —alzó la voz— venimos a éste evento personas de renombre y resulta que alguien más ocupó mi lugar. Quiero hablar con tu superior —exigió la chica. — ¿Qué pasa? —Preguntó una voz femenina detrás de ella. — Pasa que no me dejan entrar porque resulta que alguien más ocupó mi lugar —contestó Fernanda. — No te preocupes, yo también llegué un poco tarde y tengo prisa por entrar así que entremos juntas —le murmuró la chica. Fernanda pudo darse cuenta de que la mujer amable lucía una cabellera rubia que encantaba a todo el que la viera, incluso a ella y Adela que estaban más que agradecidas de ser salvadas por ellas— espero que no hayan suplantado mi entrada también —dijo la rubia con sarcasmo. La mujer entregó su invitación a la encargada de la entrada. — Bienvenida señorita Leone —dijo la recepcionista abriendo el acceso para la chica. — Ellas vienen conmigo, la invitación está abierta para tres personas. La rubia sonrió y la encargada no tuvo más remedio que dejar pasar a las tres mujeres, simulando su molestia en una sonrisa hipócrita. Habían sido salvadas por la mujer. — Muchas gracias por salvarnos de tremendo show —dijo Fernanda. — En verdad que te debemos la vida —dijo Adela finalmente pudiendo respirar bien. — No es nada. Salma Leone —se presentó la rubia. — Adela… —Fernanda abrió los ojos demasiado al escuchar que su amiga estaba diciendo su verdadero nombre. — Adela y …¿Nina? —interrumpió Fernanda dudosa, diciendo un nombre al azar. — ¿Nina? —preguntó Salma. — Si soy Nina y ella Adela —sonrió la mujer. — Encantada Nina y Adela. Espero verlas por aquí, ahora me voy que deben estar esperándome impacientes —sonrió Salma despidiéndose. La chica se despidió de Fernanda y Adela adentrándose en el camino de los flash y las miradas de los curiosos del lugar. Ambas mujeres suspiraron aliviadas de que habían logrado su cometido. Adela comenzó a dar saltitos de emoción alrededor de su amiga por saber que habían logrado adentrarse a un evento de talla mundial que solo las personas de alto perfil en el mundo podían acceder. — ¿Por qué mentiste en nuestros nombres? —preguntó Adela confundida. — Porque estamos adentro de milagro y lo último que quieres es que nos descubran. — Supongo que tienes razón. Si no fuera por esa mujer, a la que le debemos el favor, estarías montando una escena con quien sabe dios. Así que aceleremos el paso y pasemos desapercibidas ahora que Gigi Hadid y Kendall Jenner están acaparando la atención. Las dos amigas se fueron directo a la alfombra roja aprovechando que la atención estaban centradas en dos top models. Los ojos de Fernanda captaba con la vista los rastros de los flashes por las fotografías que estaban captando en ese momento. Era como ir en un camino lleno de faroles a mitad de la noche. Era mágico. La muchacha se preguntó cómo sería vivir en medio de los reflectores conviviendo con la alta sociedad, mientras caminaban hacia el salón. Al entrar ambas muchachas, no pudieron disimular el asombro de sus rostros al ver el lugar simulando la ciudad de Venecia por donde había un enorme camino de pasarela. Era un evento sin duda, aún más importante que la semana de la moda en París, pues ahí no tan solo se congregaban los modelos y diseñadores más importantes del mundo, sino también los dueños de las compañías, inversionistas dispuestos a hacer negocios y artistas como actores y cantantes quienes buscaban a la mejor personas para llevar su imagen. Las presentaciones de grandes marcas de la moda como Atelier Versace, Prada, Chanel, Oscar de la Renta, Dolce and Gabbana, entre otras harían las presentaciones con sus tendencias a lo largo de la noche. Las mujeres caminaron entre vestidos de gala y zapatillas de miles de dólares. El olor a una mezcla de perfumes exquisitos chocaban en sus narices ¿Acaso ese era el olor al éxito? no lo sabían con claridad pero el olor de las personas combinaba con sus atuendos y la pulcritud de sus imágenes. Sin duda eran olores de gama alta. Fernanda pensaba que en ese lugar la gente brillaba con sus diamantes resaltando a la luz de los candelabros que abundaban por todo el enorme lugar. Entre el cuchicheo de la gente y las copas chocando, la música de una orquesta de pop ambientaba el lugar, realzando la elegancia que solo la gente millonaria conocía. — Fer necesito ir al baño, vuelvo enseguida —dijo Adela dejando a Fernanda sola. La chica tomó una copa de vino y un canapés de caviar. Pasaron diez minutos de espera en los que su amiga no regresaba aún. Decidió ir en su búsqueda y buscar el baño por sí misma, pues entre más desapercibida pasara, menos riesgo corría de que fueran descubiertas. Caminó con tranquilidad observando con sus ojos grises cada detalle que le pudiera indicar dónde estaba el baño. Al no tener éxito, se topó con unas escaleras y subió a la planta de arriba. Se topó con una recepción más pequeña y organizada donde, al parecer, había más gente entrando al evento. Vio como las cámaras captaban la presencia de un hombre quien estaba posando y contestando algunas preguntas de manera. La curiosidad pudo más que ella acercándose con cautela para ver de qué se trataba el evento. De lo que no fue consciente es que las cámaras estaban captando la presencia de una mujer que se encontraba perdida, se rascó la cabeza y se quitó las zapatillas para poder caminar mejor, básicamente estaba rompiendo todas las reglas de etiqueta. Esa mujer era ella. El hombre que estaba siendo entrevistado y haciendo su entrada “triunfal” quedó opacada por la chica, al ver que los reporteros comenzaron a cuchichear y reír por lo bajo. — Señorita si me permite guiarla hasta su asiento —se acercó uno de los encargados del evento a Fernanda, al ver que la chica no era consciente de lo que estaba protagonizando. Fernanda se confundió al principio al ver que el encargado del evento se dirigía a ella de una manera muy educada. No había espacio para los nervios por lo que decidió seguir el juego. — Muchas gracias, que amable. Me perdí buscando mi lugar tal parece que hay muchos invitados —Fernanda aceptó la mano del guía. — Lo sé, en verdad una disculpa con que le hayan pedido que sea usted la que diga el discurso introductorio, pero desafortunadamente la señora Carolina Herrera se quedó varada en el aeropuerto de Nueva York y eres la única que nos ha quedado por preguntarle. Fernanda estaba a punto de argumentar algo cuando el encargado la llevó a una esquina lejos de las cámaras. La chica pudo ver a los lejos como personal de seguridad comenzaba a señalarla, tenía que hacer algo antes de que la descubriera. Enderezó su espalda y actuó con toda la naturalidad posible. — Bien, daré el discurso reemplazando a la señora Carolina Herrera, así que llévame a donde tenga que estar —ordenó Fernanda alzando el rostro y perfilando sus facciones a la luz. — No sabe el enorme alivio que nos acaba de dar a todo el departamento de producción —dijo el hombre eternamente agradecido. Condujo a Fernanda lejos de los guardias de seguridad quienes la vieron acceder al área VIP. Por dentro, pensaba en colgar a Adela por todo el enredo en que se estaba metiendo gracias a la idea de escabullirse en un evento de esa magnitud. El encargado la llevó detrás del escenario donde le retocaron el maquillaje. — Te quedan tres minutos —dijo el encargado cuando regresó de nueva cuenta a su lado. Tres largo minutos que Fernanda pensaba que estaba yendo directo a un sacrificio sanguinario de algún ritual maya. ¿Cómo había parado en esa situación? Por un lado había perdido a su amiga en el evento, su celular y cartera las tenía ella. Encima, al parecer seguridad la estaba buscando, tal vez se habían dado cuenta de que no era una invitada y para salvarse de tal humillación de ser expulsada estaba ahora en un palco VIP a punto de dar el discurso de bienvenida. — Dime entonces para presentarte ¿cuál es tu nombre? —continuó en encargado. — Nina —mintió Fernanda. — ¿Nina? Nunca había escuchado ese nombre ¿eres alguna CEO? —Fernanda sonrió con sarcasmo. Sintió como una gota de sudor le recorría la espalda— ¿o alguna billonaria que trata de mantenerse alejada de las cámaras? El hombre sin ser consciente le había dado las pautas perfectas para sacarse una historia de la manga. — Señor, soy de esas personas nuevas en la industria, con un tío que la adora y pretende dejarle su herencia ¿acaso tengo que dar explicaciones de mi vida? —respondió Fernanda rogando al cielo que esa respuesta fuera suficiente. — Una disculpa señorita Nina ¿Su apellido? Ya sabe para presentarla. — Nina…—Fernanda dijo el primer apellido que se le vino a la mente, similar a su nombre verdadero— Fer-rer. — Nina Ferrer —dijo el encargado— un nombre interesante para alguien nuevo dentro de la industria, aunque dudo que sea un misterio dentro del círculo billonario. Por alguna razón absurda el encargado hacía mucho hincapié en decir que ella era billonaria. Minutos más tarde Fernanda sentía como los nervios hacía gritar cada célula de su cuerpo por la paranoia de estar parada frente a más de quinientas personas esperando a que diera un discurso relacionado con el sector textil, que si bien conocía en definitiva no era Carolina Herrera. Fernanda observó a su público. Los reflectores del enorme escenario estaban posados en ellas, al igual que las miradas curiosas y los cuchicheos preguntándose quién demonios era ella. El estómago le ardía de nervios, pero si quería salir de allí triunfal que más daba inventarse un discurso. — Buenas noches a todos —comenzó a decir Fernanda— Soy Nina Ferrer ¿se preguntarán quién es ésta mujer y porque Carolina Herrera no es la que está dando la la bienvenida? Podemos culpar a la tormenta que hay en Nueva York —todos comenzaron a reír. Fernanda adoptó el papel de presentadora esa noche con un discurso de bienvenida recibido por todos los presentes con aplausos y ovación de pie. La muchacha había descubierto esa noche un talento que jamás imaginó tener, de no ser porque las circunstancias la orillaron a eso. Después del discurso, varios encargados del evento le dieron las gracias y la felicitaron, dándole un lugar en la zona VIP. Tal vez a esa altura de la noche Adela sabría dónde localizarla por lo que decidió relajarse y esperar por el show de la noche antes del enorme desfile de modas. Jugueteaba con su bolso pequeño mientras esperaba que alguien le dijera el paradero de su amiga. Su relajación se vio interrumpida por una voz masculina alterada, que sacó su voz entre dientes al verla sentada. — Con que aquí estás ¿cómo te atreves a arruinar mi entrada de esa manera? —la señaló con un dedo. El hombre al ver que estaba jalando las miradas hacia él se sentó al lado de Fernanda para simular una conversación “amigable”. — Disculpa ¿quién eres? —Fernanda alzó una ceja indiferente. El hombre abrió la boca con indignación al escuchar la respuesta de Fernanda. — Es imposible que exista una mujer en éste planeta sin saber quién soy —dijo el hombre entre dientes, aventando una sonrisa hipócrita para disimular su sorpresa. — Pues has hecho el descubrimiento del siglo, felicidades —contestó Fernanda dedicándole una sonrisita sarcástica. — ¿En verdad no me reconoces? ¿estas bromeando verdad? —El ego del hombre estaba recibiendo una estocada punzante de falta de atención por parte de la mujer. Fernanda parpadeó ante las preguntas del extraño. — Disculpa, pero no sé quién eres ¿Acaso debo tener la obligación de saberlo? — ¿Siempre eres tan altanera? Arruinaste mi entrada la prensa estará hablando más de una mujer que no se dio cuenta de que estaba inocentemente rompiendo los protocolos de comportamiento en la entrada VIP. — El ciego quejándose de la ceguera de alguien más —dijo sarcástica— No sé a qué te refieras con arruinar tu entrada pero si de algo estoy segura es que tú arruinaste mi noche —dijo Fernanda poniéndose de pie, sin darse cuenta que su pequeña bolsa había caído al suelo. — Más vale que salgas ahora mismo de mi vista o llamo a seguridad para que lo haga —amenazó Yan. — No me sorprendería que tengas que recurrir a un grupo de hombres para que resuelvan tus problemas. Niño mimado. Sin más que decir Fernanda salió harta de lidiar con problemas. Lo único que quería era encontrar a Adela e irse a su casa a descansar. Había tenido demasiadas emociones en un par de horas. Yan se quedó un momento inmóvil por las palabras de Fernanda. Al levantarse, pudo notar entre sus pies el pequeño bolso de la muchacha. Suspiró frustrado al tener que buscarla para entregarle su pertenencia. — ¿Niño mimado? ¿quién se cree? —se dijo a sí mismo mientras buscaba a la chica que se había esfumado por completo del evento. Después de media hora de estarla buscando, habló con su representante quien estaba comiendo unos canapés. — Necesito que me investigues quién es la mujer que arruinó mi entrada y dónde la puedo encontrar —dijo Yan— antes de que digas cualquier cosa es solo para regresarle su juguete —agregó alzando la pequeña bolsa. Y aquí la pregunta que queda por decir es ¿a quién encontrará primero? a ¿Nina Ferrer? O ¿A Fernanda Martín?
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