Fernanda sentía como un calor de deseo circulaba por todo su cuerpo. Rodeó a Yan con sus brazos alrededor de la nuca, dando ligeros tirones al sedoso cabello de la superestrella. Estaba respondiendo a sus caricias. Y sabía que la llevarían más allá de un simple beso. Era una locura que solo los dos podían entender.
— ¿Señor Boyer? Siento tener que apurarlos pero tienen que dejar el establecimiento ahora —dijo la empleada al otro lado del probador— sus fans están amenazando al personal para que les digamos donde se ocultan.
Fernanda y Yan se quedaron inmóviles un momento, como dos ladrones de caricias encontrados en el acto. Por suerte aún tenían su ropa interior puesta y no había pasado nada más que caricias.
— Estamos por terminar —dijo Yan en voz muy bajita a la empleada.
Ambos vi
