Una cena muy costosa. Se sentaron a mi lado y me incomodaba cada vez que se besaban. Conocía la suavidad de los labios de ella y por momentos envidiaba a ese bobardo. —¡Voy por un cigarro! Ya regreso. —Ni siquiera fumaba, pero me pareció una excusa perfecta para salir de allí. Busqué entre los contactos el número de Vianey y la volví a llamar. Tenía la esperanza de que ahora se comportará de diferente modo. —¡Hola! —respondió al primer repique. —Hola, antes de que me vayas a colgar quiero decirte que no tengo con quien cenar esta noche. ¿Tal vez quisieras acompañarme? —Necesitaba acercarme a ella lo más pronto posible. —Y ¿Yo qué culpa tengo de que no encuentres a nadie para cenar? ¡Cómprate un hámster! —De verdad que era insufrible. —Solo quiero acercarme para conocerte, pero eres

