Una propuesta.
Una vez que nuestros cuerpos encontraron el reposo, me saqué mi camisa y se la ofrecí. Siempre solía ser un tipo romántico, en esta oportunidad no podía ser la excepción.
—¡Amo tu perfume Tamany! —menciono la maestra con una expresión de saciedad, no es por presumir, pero ninguna mujer queda mal servida cuando se cruza con mis piernas.
—¡Gracias, maestra! —esperaba que me invitará a sentar en el mueble porque teníamos que hablar.
—No me digas maestra, solo Laura, me da más confianza. No tienes por qué ser tan formal. —susurro tirando de mi mano para que me acomodara en el sofá.
Estaba muy melosa y se sentó en mis piernas para continuar besando ni pecho.
—Esta no fue la razón por la que vine. —La levanté y la ayudé a sentarse a mi lado—. Tenemos que hablar de todo lo qu
