Una inyección con efectos secundarios ardientes Ya en calma, haciendo mis peticiones, me despojé de los zapatos y elegí un lugar tranquilo para hacer yoga. Tenía una presión en la frente muy fuerte. Trabajé la respiración y la relajación, pero nada de eso surtió efecto. Entonces decidí acercarme al puesto de enfermeras para solicitar ayuda —Tranquilo, Don Tamany —dijo la enfermera y a mí se me subió el cólera. Odiaba con todas las fuerzas de mis entrañas que me llamarán de esa forma, me hacían sentir viejo cacreco—. Con una de estas inyecciones todo mejorará, enséñenos sus mejores nalgas. Todas empezaron a retorcerse de la risa y yo estaba molesto. Sin embargo, necesitaba un poco de alivio. Me recosté en la camilla y bajé el pantalón, le dejé expuesta mi sexy y aterciopelado glúteo —

