– ¿Y qué tal? ¿Te contrataron o no? – La voz de Jane era una clara demostración de emoción mal contenida. Sonreí para mis adentros y me imaginé el rostro de mí amiga con una mueca de impaciencia.
– Me dijeron que iban a llamarme. – Y, de manera milagrosa e inesperada, días después recibí la llamada de William (el hombre sentado en el medio, el cual resultó ser el director) diciéndome que había sido elegido para interpretar el papel de Gilbert. Un sentimiento extraño creció dentro de mí, ¿sería eso llamado euforia? Así que, aún sin poder creerlo, al día siguiente fui al set de filmación en donde William me había citado.
– Oye, muchacho. No puedes pasar. – Un hombre grande y robusto vestido con un traje de policía me detuvo el paso a lo que parecía un camino interminable lleno de carros y vagones.
– Disculpe, el señor William me citó aquí. – El hombre me miro contrariado y trate de sonreír amable. Siempre una sonrisa suavizaba las cosas, pero ese hombre parecía de piedra y lo único que hizo fue mostrar, de manera poco indiscreta, el garrote que tenía colgado del cinturón.
– Me temo que si sigues insistiendo me veré obligado a...
– John, él viene conmigo. – Una voz petulante y de apariencia aburrida sonó detrás de mí. Era sorprendente haber escuchado esa voz solo una vez y poder reconocerla de inmediato.
– Oh, señor Mcboy. – Saludó efusivamente el guardia. Me lanzó una mirada de advertencia y disgusto, y abrió la reja para dejarnos pasar. Caminamos en silencio lo que pareció un tramo interminable, y llegó un momento en donde no pude soportar tanto silencio y decidí hablar un poco. La verdad era que ese tipo me odiaba, y ni idea de por qué. Lo único que había hecho fue dejarme acorralar y besar por él, según yo no le di motivos para que le cayera mal. Así que sonreí, deseando que esta vez funcionara, y le di las gracias por haberme ayudado con el guardia antes. Él no respondió y solo hizo un mohín jodidamente molesto. Decidí no decir nada hasta que el trayecto terminara y respiré aliviado en cuanto llegamos a lo que parecía una pequeña oficina. Mcboy llamó a la puerta y casi al instante nos encontramos con el rostro sonriente de William.
– ¡Hola, chicos! – Entramos a la oficina y nos encontramos con Rose (la única mujer que se encontraba el día de mi audición quien resulto ser la productora). La mujer nos saludó calurosamente y sonrió de una manera extraña. Comencé a sentirme fuera de contexto y crucé mis brazos un poco incómodo.
– Bueno, chicos. Voy a ser directo. Gabriel, no puedo mandarte así a grabar. Me veré obligado a meterte a un pequeño curso de actuación para que te vayas preparando. – ¿Curso de actuación? ¿Eso era malo? Fruncí el ceño, un poco contrariado. El día de la audición William me había dicho que era perfecto para el papel, entonces ¿se refería solamente al físico? – No te preocupes, Gabriel. Tienes un don natural para actuar, así que será bastante rápido. – Una sensación cálida envolvió mi pecho y logré escuchar un suspiro de irritación justo a mi lado.