Max No quería esperar, más y mucho menos dejarla pensar, algo dentro de mi me dice que ella siente lo mismo que yo, así que la jale hacia mi, la tome del cuello y la bese, la bese por primera vez, por qué está vez es diferente a las veces que probé sus labios. Un suave gemido salió de su boca, provocando que en mí se despertara esa bestia por hacerla mía. La sujete con mucha más fuerza mientras mi boca jugaba con su lengua, “Joder” sus labios eran extremadamente suaves, delicados y lo mejor ardientes. Nuestros dientes chocaron por la intensidad del beso, mis manos resbalaron hasta su espalda y mi boca empezó a besar su cuello, ese que moría por besarlo desde que la vi por primera vez. —¡Espera Max! —dijo separándose de mí, su pecho apenas subía y bajaba con gran esfuerzo, al igual que

