Samantha desde su punto de vista Kasen me llevó hasta nuestros aposentos. Me sentó en el sofá y se dirigió hacia la chimenea para encender un fuego. Una vez encendido, retrocede, admira su trabajo y vuelve hacia mí. Me acomodo en su regazo y paso los dedos por su barba de varios días. Cierra los ojos y gruñe satisfecho. Esa fue mucha información para procesar durante la cena. —¿Qué piensas de todo esto? —le pregunté. Su rostro se arruga. En el poco tiempo que lo he conocido, sé que esa es su cara de preocupación. Cuando algo le molesta o inquieta, esa es la expresión que muestra. —No estoy seguro. La guerra es inevitable y no es la primera que he librado. Sin embargo, es la primera que enfrento como rey. Casi necesitamos a cinco lobos para derribar a ese oso. Pero él es de sangre real,

