Capítulo 2

1378 Words
–No tengo ropa de mujer –mencionó Barry al salir con una de sus pijamas –. Pero más tarde te morirás de frío, así que será mejor que te pongas esto. –Gracias –murmuró la chica –. Soy… Melody, supongo que no te acuerdas. –No. Hubo un silencio incómodo, Barry la había entrado a su apartamento solo para que no estuviera sola afuera y no sentirse el hombre más vil del mundo como muchas mujeres lo habían descrito en el pasado, él no quería casarse, ni formar una familia, él era claro con todas las mujeres desde el principio y cuando se volvían un poquito “locas” decidía mejor terminar cualquier tipo de contacto algo que no les caía bien y terminaban gritándole, con el tiempo entendió que con menos información que tuvieran sobre él, era mejor concluir todo, así que su apartamento no iba en la lista de cosas que debían conocer, hasta ahora que una chiquilla había descubierto una falla en su plan. –Te dejo para que descanses... Se detuvo cuando estaba a punto de decirle a la chica que mañana la llevaría a su casa, posiblemente ella se perturbaría. –Muchas gracias. –Está bien. Él se dio la vuelta para salir, estaba cerca de la puerta cuando Melody le habló. –¿Quiere saber cuándo nacerá? –No. Cerró la puerta, dejó sola a la chica que pestañeo al sentir el aire que dejó la puerta al cerrarse junto a la presencia de Barry. Ella se sentó en la orilla de la cama, miró alrededor, era una habitación sin nada especial, podría decirse que para invitados, una ventana que daba un poco de iluminación con la vista a la ciudad, una cama mediana con dos mesas a los lados y un mueble en la esquina izquierda pequeño con un espejo arriba, miró al ropa de Barry y la acercó a su rostro para sentir su aroma, tenía su aroma, una mezcla de cedro con jabón, un aroma masculino que era incapaz de describir con exactitud, tocó el algodón suave y sonrió. –Es justo como lo recuerdo –murmuró. Se cambió y disfrutando de la suavidad y calidez del lugar olvidó todos sus problemas y por primera vez en años durmió bien. Barry fue a la cocina a buscar la botella de coñac que había dejado por alguna parte, tenía su reserva de alcohol, era algo que le encantaba, Whisky, Ginebra, Ron, Vodka, tequila y hasta Brandy, no era un alcohólico, pero tener su colección especial era uno de sus placeres, probar un trago de vez en cuando, sentir el buen licor en su paladar, aunque ahora no estaba para sentir, estaba para olvidar e iba a necesitar más que un trago para eso, terminó con la botella completa en medio del sofá y bebió hasta perder la conciencia. Por la mañana sintió algo en su mejilla, un pinchón y levantó su mano para golpearlo pero no había nada. Qué raro, Barry no recordaba que hubieran bichos en su casa. Volvió a sentir el cosquilleo y luego un pinchón, volvió a sacudir su mano. ¿Qué será? No quería abrir los ojos, luego pensó en que podría tratarse de una hormiga, no era algo más grande, una… araña. Barry abrió los ojos de golpe para levantarse de inmediato, agitado siento el inmenso dolor de cabeza que hasta se mareo, un par de manos tocaron su hombro y se sacudió agitado. –Lo siento –murmuró la chica –. No quería asustarte. Fue entonces que Barry vio esos grandes ojos castaños sobre él, cabello color miel y un fino rostro, una piel blanca, se veía suave y casi de porcelana, blanca y tersa, la chica era como un angelito, una alucinación, se obligó a salir de su embelesamiento, culpo al alcohol, se llevó las manos a su rostro agitando sus ojos. –No me asustaste –comentó Barry, se aclaró la garganta porque la voz le salió ronca. –¿Quieres desayunar? –preguntó la chica. Barry intentaba recordar su nombre, se lo había dicho ayer, estaba seguro. ¡Mierda! Debió anotarlo para no olvidarlo. –No –contestó –. Solo tomaré café. –Lo he preparado. Él dejó de pasarse la mano por el rostro y la miró escéptico. –¿Cómo? –Me he levantado temprano y he entrado a tu cocina, espero que no te moleste, casi no tienes nada, a excepción del licor –miro a la mesa –. Pero logré preparar unos huevos y pan tostado, además de preparar café, pero solo para ti porque a mi no me cae bien el café. Se llevó la mano al vientre como un reflejo, Barry le miró la tripa bastante tiempo y luego volvió a sacudir su cabeza, hoy tenía que ir a un almuerzo con un cliente faltaba un par de horas, pero no iba a quedar solo con la chica en ese apartamento, se levantó con el palpitar de su cabeza. –Me iré a bañar. –Sí. Él la miró, aún tenía puesta su ropa y le quedaba bien, probablemente por el embarazo. Finalmente se dirigió al baño, se tomó su tiempo intentando recordar el nombre de la chica, ahora se arrepentía de no haberlo anotado en su teléfono, siempre le pasaba, no era algo personal, simplemente no se le quedaban los nombres de las personas en general, se colocó un traje gris, sus zapatos y su reloj, al terminar de peinarse salió y la chica estaba viendo televisión, sus ojos estaban fijos hacía la pantalla, se dio cuenta que cambiaba de canal en canal sin detenerse en alguno en particular. –Solo tienes canales de noticias y del clima –mencionó –. ¿Por qué? –Es lo que veo –contestó él, fue por la taza de café, estaba seguro que no tendría el mismo sabor que siempre, pero no iba a dañar los sentimientos de una mujer embarazada. Se equivocó, el café estaba bueno. Mientras le daba sorbo tras sorbo, pensaba la manera de sacar a la chica de su casa sin que empezará a llorar o que le fuera a hacer un escandalo, tenía que devolverla de dónde sea que hubiera venido. –¿Tienes teléfono? Ella desvió su atención hacía él cuando se lo preguntó. –No. –¿No? –dudó él. –¿Cuántos años tienes? –Veintiuno. Barry casi escupió su café y fue aún más alarmante cuando ella lo miró. –Los cumpliré en un par de meses. ¡Santas leyes! Una chica de veinte años estaba metida en su casa con un embarazo diciendo que él era el padre de ese niño, se llevaban casi dos décadas de diferencia de edad. –¿Y no tienes familia? ¿Con quién vives? –Ahora vivo aquí. –Estoy hablando en serio… –se detuvo cuando iba a decir su nombre, ¿y sí metía la pata? ¿Mariela o Mariana? –Melody –dijo ella dándose cuenta de que él no recordaba su nombre –. Como Melodía, si tanto te cuesta recordarlo. –Me pasa con todos, no solo contigo –aclaró él. Sacó su teléfono y está vez si lo anotó. –Melody, ¿cuáles son tus apellidos? –Vans, soy Melody Vans –respondió ella. –Bien, Melody Vans, tal vez estás peleando con tu familia, pero deberías hablar con ellos, seguro deben estar preocupados. –Mi madre está trabajando y mi padre murió, así que no creo que nadie me extrañe. Barry sintió una punzada en su pecho cuando la chica dijo esas palabras, recordó que su madre ya no estaba, miró su taza casi vacía y luego su reloj, tenía que salir. –Tengo que irme, regresaré pronto y tendremos tiempo para hablar. –Aquí estaré. Sin embargo, antes de irse, Barry dejó con llave el apartamento, no confiaba que la chica estuviera sola en su hogar, podía entrar personas o robarle algo, era una total desconocida y por eso sacó su teléfono y empezó a buscar a Melody Vans, tal vez había algo en la red sobre ella, solo esperaba poder encontrar su apartamento intacto y que todo eso no sea un engaño.
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