La quebrada norte bullía bajo la luna llena, plata cortando niebla como cuchillos. Kai y yo liderábamos la jauría, pelajes gris y n***o enredados en carrera, el lazo latiendo como fuego vivo. Zara flanqueaba izquierda, Lira derecha, Salvajes en retaguardia gruñendo.
—Elara, el alfa rival viene de la veta oscura —gruñó Kai, saltando un risco, colmillos reluciendo—. Siente el lazo –te follaré después, pero ahora, mordemos juntos. ¿Lista pa' romper su eco con nuestro fuego?
Salté a su lado, garras clavándose en tierra, mi n***o chocando contra su gris en roce que era promesa.
—Pruébame, hierro —jadeé, voz ronca cusqueña, hocico rozando su oreja—. Tu polla me templó en el termal, embistiéndome hasta que aullé con Zara lamiendo mis jugos. Pero ahora, muerde conmigo –quiero su garganta sangrando pa' que el lazo queme su celos. ¿Me das tu fuerza, o me follas primero pa' que explote gritando tu nombre?
Kai rugió, mandíbula potente rozando mi cuello en mordida juguetona que no hería, sino encendía.
—Crudo, Luna –te follo pa' armarte, pero aquí no. Siente mi hierro latiendo en ti –embestida de garras primero, polla después. Di que lo quieres, sombra –di que mi semen te hace invencible pa' romper ecos.
— ¡Sí, cabrón! —aullé, empujándolo contra un ceibo, mi loba negra montándolo en forcejeo, patas en su espalda—. Tu semen me hace diosa –embésteme con colmillos, hazme chorrear adrenalina pa' que la jauría huela nuestra unión. Pero no pares –muerde mi cuello mientras corremos, pa' que el lazo lata como tu polla dentro de mí.
Zara se acercó, su ceniza esbelta chocando contra nosotros, hocico rozando mi flanco.
—Alianza tejida, sombra –gruñó, acento ayacuchano ronco—. Siente mi luz violetas en tu pelaje –lame mi cicatriz, Elara, pa' que mis hilos se enreden con tu sombra. Kai, embéstela con palabras –di cómo la follarás después, pa' que el alfa rival tiemble oliendo nuestro deseo.
Kai jadeó, su gris rodando bajo mí, patas envolviéndome, colmillo rozando mi oreja.
—Te follaré lento, Elara –susurró, voz grave temblando—. Mi polla entrando centímetro a centímetro en tu coño apretado, mientras Zara lame tus pezones y Lira frota tu clítoris. Embistiré profundo, bolas golpeando tu culo, hasta que supliques y chorreés, semen goteando por tus muslos pa' que la plata beba nuestro lazo. ¿Lo quieres, Luna? Di que sí, grita pa' que el rival oiga.
— ¡Sí, joder, sí! —grité, montándolo más duro, pelaje rozando pelaje en fricción que ardía—. Fóllame así, Kai –hazme aullar tu nombre mientras muerdo rivales. Zara, lame mi flanco –siente mi sombra en tu lengua, pa' que tus hilos violetas se rompan en luz nuestra.
Zara lamió, lengua caliente rozando mi costado, gruñendo bajo.
—Sabe a unión, sombra –jadeó, hocico presionando mi vientre—. Mi luz violetas late con tu fuego –lame mi oreja, Elara, pa' que sienta tu colmillo. Kai, embéstela con promesas –di cómo su coño te ordeña, pa' que el lazo queme ecos.
Kai rugió, patas clavándose en tierra, empujándome de vuelta, su gris encima ahora, mandíbula rozando mi garganta.
—Tu coño me ordeña como río en crecida, Elara –gruñó, hocico rozando mi hocico—. Apretado, mojado, hecho pa' mi polla –te follaré pa' que supliques, semen llenándote hasta rebosar, Zara lamiendo lo que gotea, Lira mordiendo tus pezones. Di que lo sientes, Luna –di que mi hierro te hace eterna.
—Lo siento, cabrón –gemí, patas envolviéndolo, garras rasgando su espalda—. Tu hierro me hace eterna –embésteme con colmillos, hazme sangrar placer pa' que la jauría huela. Lira, únete –muerde mi pata, pa' que tu rojizo se enrede con mi n***o.
Lira cargó, su rojizo chocando, mordida suave en mi pata delantera, lengua lamiendo la herida que no sangraba, sino latía con lazo.
—Hermana, siente mi mordida –jadeó, voz pícaro ronca—. Te follo con garras después, pero ahora, aullamos unidas. Kai, hazla gritar –di cómo su clítoris late pa' tu lengua.
Kai rodó, poniéndome encima, su gris bajo mí, polla –no, en forma lobuna, su hocico rozando mi vientre, lengua lamiendo mi entrada peluda, sorbiendo jugos que goteaban.
—Tu clítoris late pa' mi lengua, Elara –gruñó, sorbiendo profundo, lengua girando en círculos que me hacían arquear—. Late como la veta, hinchado y mojado, hecho pa' que lo chupe hasta que explotes, jugos chorreando por mi hocico pa' que Zara lama. Di que lo quieres, sombra –grita pa' que los rivales huyan oliendo nuestro lazo.
— ¡Lo quiero, joder! —aullé, caderas empujando contra su hocico, patas en su espalda—. Chúpame, Kai –hazme chorrear pa' que Lira beba, Zara muerda. El lazo quema –siente cómo late, cabrones, pa' romper ecos con nuestro fuego!
Zara mordió mi flanco suave, lengua lamiendo el mordisco, gruñendo.
—Tu fuego quema mis hilos, sombra –jadeó, hocico presionando mi costado—. Lame mi pata, Elara –siente mi luz violetas en tu lengua, pa' que se enrede con tu sombra.
Lamió mi pata, lengua caliente rozando piel, sabor a ceniza templada.
—Sabe a alianza, Zara –gemí, lamiendo de vuelta, hocico en su flanco—. Mordemos juntas –Kai, chúpame más, hazme explotar pa' que el alfa rival tiemble.
Lira mordió mi oreja suave, lengua girando el lóbulo.
—Grita, hermana –susurró, voz ronca—. Mi rojizo late con tu n***o –fóllala con lengua, Kai, pa' que aulles su nombre.
Kai sorbió mi clítoris hinchado, lengua girando rápido, hocico presionando profundo.
—Grita mi nombre, Luna –gruñó, vibrando contra mí—. Siente mi lengua en tu coño, ordeñándome como tu mordida –explota pa' que la plata beba.
El placer subió como alud –coño convulsionando, jugos chorreando por su hocico, aullando —¡Kai! —mientras Lira y Zara lamían mis flancos, sus lenguas enredándose en mi pelaje.
La jauría rugió, pero un eco rival surgió de la veta oscura –alfa lobuno con pelaje n***o, ojos ámbar celosos.
— ¡Lazo falso! —rugió, cargando—. ¡La plata es mía!
Kai se levantó, su gris chocando contra el rival, mandíbulas cerrándose en forcejeo.
—Prueba el verdadero —gruñó, garras rasgando—. Elara, flanquea –muerde su pata con nuestro fuego!
Cargué, colmillos en su pata, el lazo amplificando, luz plateada quemando su oscuridad.
—Siente el lazo, rival —escupí, sacudiendo—. No falso –tejido en mordidas y susurros que perduran!
Zara y Lira flanquearon, ceniza y rojizo mordiendo flancos, Salvajes mordiendo talones.
— ¡Por la tejida! —aulló Zara, garras hundidas—. Tu eco se rompe –siente nuestra luz!
El rival rugió, sombras azotando, pero el lazo latió unido, plata envolviéndolo, templando su oscuridad en brillo.
— ¡No... luz... —gimió, forma disolviéndose—. Templados... herederos...
La veta brilló eterna, la manada aullando victoria.
Kai se volvió a mí, humano, brazos envolviéndome.
—Eterna, Luna —susurró, labios en mi hocico—. Nuestro lazo, inquebrantable.
Aullamos, la luna testigo de legados tejidos.