CAPÍTULO 09
Puedo sentir como ese enorme y vibrante m*****o me atraganta, el calor que emana mi cuerpo me hace sudar mientras que miles de ideas tontas e incoherentes pasan una y otra vez en mis pensamientos. Pongo los ojos en blancos al sentir sus manos agarrar con posesividad mis mejillas calientes. Mis senos están duros y punzantes. Mi sexo duele un poco por la excitación que mi cuerpo está recibiendo.
—Tómalo con ambas manos—mi pecho sube y baja por su demanda para que tome con mis manos su pene, mi mente está nublada, sé que tengo la autoridad para parar todo esto ¿Pero que es lo que me motiva a seguir? El italiano agarra mis muñecas colocándolas alrededor de su polla. Masajeo un poco subiendo y bajando la piel sensible de su m*****o—Joder…—susurra con algo de dificultad. Mira hacia el suelo en donde me encuentro y termino cerrando los ojos al notar lo hermosos que se ve su rostro con esa tonalidad rojiza en sus mejillas.
Llevo su pene hasta lo más profundo de mi garganta, no puedo evitar llegar mi mano hasta el final de mi vestido; intento meter la mano para tocarme un poco, pero Sergei no me lo permite. Abre los ojos porque es injusto que solo él esté sintiendo este placer. Me echo para atrás, para sacarlo de mi boca, pero el imbécil empuja hacia adelante su cadera enterándose aún más hondo. El oxígeno no me llega, así que intento pegarle para que pare, de un instante a otro me levanta del suelo y cuando creo que todo va a terminar, me estrella contra la pared para besar mis labios con salvajismo.
—¿Qué llevas puesto?—inquiere devorando mi cuello—Dara…—Dime, ¿Qué llevas puesto? Sé una buena niña y dímelo…—su boca baja hasta el inicio de mis pechos. Su lengua se escabulle por cada parte de mi piel. Tira un poco de mi cabello y lo veo a los ojos—¿Qué llevas puesto?—cuestiona con autoridad.
Mis hombros se mueven por si solos—Una braga negra con flores de colores…—aprisiono mi labio inferior entre mis dientes.
Acaricia mi cabeza—Separa las piernas, ahora voy a devolverte el favor.—sus dedos tocan mi rostro. Me siento tan pequeña e insignificante delante de él; grito cuanto tira de uno de mi peones entre sus dientes—Separa las piernas ¡Ahora!—grita lo último con agresividad.
¿Qué es esto? ¿Por qué le estoy haciendo caso a un gilipollas como él? ¡Es que estoy enloqueciendo! Mi espalda choca sobre la pared, miro hacia todos lados y es como si toda la inspección de policía supiese lo que estamos haciendo aquí. Esperen… mis ojos se fijan en cada esquina de la celda. ¡¡Las malditas cámaras de seguridad!!
Lo empujo lejos de mí.
—Las…—gagueo—Las… Cámaras de seguri…Seguridad—las señalo con el dedo índice. Ahora si estoy frita. Es que ya me veo en esas páginas para adultos con el titular «Reclusa le chupa la pija a hombre mayor» ¡Es que esto es de no creer! Mamá me hubiese abortado mejor antes de que Miguel me mate con sus propias manos.
Sergei presiona una de mis mejillas—Todas están apagadas.—arrugo las cejas porque no entiendo.—Le he pasado una suma fuerte de dinero a este departamento para que me dejaran a solas contigo—besa mi hombro—Y eso incluye nuestra privacidad.
—¿Lo has planeado todo? ¿Desde cuando? ¡¿Por qué?!—me retuerzo entre sus manos para liberarme, pero lo sabía. Es mil veces más fuerte que yo. Sus ojos se iluminan y ahogo un grito cuando en un movimiento con destreza separa mis piernas por el mismo.
—Yo…—me tenso al sentir su mano juguetear con el elástico de mi braga—Siempre…—gimo despacio—Tengo el control…—sus dedos frotan con delicadeza el centro de mi placer. Su velocidad se está volviendo más fuerte y constante. Sergei presiona su cuerpo enorme y descomunal contra mi diminuto cuerpo. Su cabeza la apoya sobre la mía y trago seco al sentir su polla chocar contra mi estómago.—Mierda…—maldice al escuchar pasos aproximarse hacia la celda.
Me bajo el vestido y el se acomoda el cabello, pero creo que no debería hacerlo, ya que terminaré arrancándole cada hebra de su cabeza por lo que mis ojos están viendo delante de mí. Estoy en problemas.
—Los accionistas de la empresa ya se enteraron de tu detención y han bajado el precio de las acciones…—masculla el abuelo Miguel entrando a la celda con imponencia y autoridad—¿Sabes cuanto dinero perdí hoy?—mira a Sergei pero no le dice nada—Lo mejor es que te vayas un tiempo del país. Tu trastorno está saliéndose de control y terminaras metiéndote más en problemas.
Niego temblando—¿Soy una vergüenza para la familia Smirnov?—el magnate abre los ojos—¿Soy solo yo? ¿O también lo eras papá y tú?—el abuelo alza su bastón para pegarme; pero el rubio mete la mano logrando que el golpe no me llegue—¡Quítate Russo!—sus ojos están inyectados en sangre—¿Para esto me llamaste? Me dijiste que mi nieta estaba en problemas pero jamás creía verla en esta precaria situación. ¡¿Intentó matar a su ex prometido?! Estás pasando los límites, Dara Smirnov.
Muerdo con fuerza mi mejilla interna, mis uñas se entierran en la piel interna de mis manos. Voy a explotar, voy a terminar haciéndolo—¡Tú secuestraste a la abuela ella siendo más joven que yo…—las lágrimas se resbalan por sí solas—La obligaste a estar contigo aunque ella no te quería ¿Yo soy la culpable de esto? ¡YO NO PEDÍ HEREDAR TU MALDITO TOC!
El eco de su mano contra mi mejilla resuena con vehemencia en todo el lugar, me quiebro delante de ellos porque lo único que quiero en esta vida es vivir de una forma normal. Sergei jamás tuvo la intención de ayudarme. Desde un principio Miguel iba a llegar a este lugar haciendo o no haciendo lo que me pidió.
—¿Me…?—las palabras se rompen. Miguel abre los ojos enojado pero luego se da cuenta de lo que acaba de hacer y respira de forma irregular. Sus mejillas y labios se vuelven pálidos. Da un paso hacia adelante y yo doy muchos escondiéndome detrás del magnate.—Soy igual a ti…Sabes muy bien que soy igual a ti.
Uno de los guardias dice que ya puedo irme y no lo espero dos veces. Mi corazón está agitando. Ver la cara de decepción del abuelo fue como una puñalada mortífera hacia mi corazón. Lo escucho gritarme, pero lo único que hago es abrazarme a mi misma e irme lo más rápido que pueda de aquí. Paso por encima de Liam y limpio mi rostro de inmediato.
—¡Dara!—es Sergei y acelero el paso. Aprieto mis dientes cuando las gotas de agua lluvia caen sobre mi cuerpo de un instante a otro. Los dioses del universo me odian—¡Dara! ¡Detente ahora!
Apresuro el paso y termino corriendo por en medio de la lluvia, he sido fuerte todos estos años. He intentado vivir con esto. Pero creo que este es mi límite. Liam se burló de mí en mi propia cara y ahora el abuelo; él está avergonzado de mi existencia.
Una mano me sujeta fuerte y flexiono mis rodillas para llorar como nunca en mi vida lo he hecho. El magnate no suelta mi mano y aunque estoy ejerciendo presión sobre su muñeca, sigue sin moverse.
—Llora todo lo que tengas que llorar, nadie te está viendo.
Han pasado demasiadas cosas una tras de otra, me levanto para seguir caminando pero miro hacia el cielo al sentir como algo cubre mi cuerpo. Sergei se ha quitado su chamarra para protegerme de la lluvia.
—Ya puedes irte… Si no le hubieses dicho al abuelo en donde estaba, ahora no estaría odiándome como lo está haciendo.
—Él no te odia.
—¡¿Qué sabes tú sobre eso?!
Un carro se aproxima hacia nosotros—Te llevo a casa, por Dios, Dara, te vas a enfermar si sigues un segundo mas en la lluvia.—un chófer vestido de etiqueta se baja del jaguar para abrirnos la puerta trasera del coche—Hablemos en tu casa ¿Vale?
El cielo está completamente gris, así que termino aceptando irme con él. La recepcionista del edificio en donde vivo nos queda viendo o más bien se queda viendo de más al italiano. El agua se escurre por nuestro cuerpo mojando así el piso del lugar.
—¿Por qué me obligaste a…?—me observa y ríe.
—Tomo lo que quiero cuando lo deseo.
—Eres un maldito…
—Lo sé, un maldito que te hizo mojar y no con la lluvia.—ambos nos callamos cuando un par de señores entran al elevador con nosotros. Nos bajamos en el piso siguiente.
Camino con pasos lentos, introduzco la clave en la puerta de acceso—Aquí vivo yo.—me quito su chamarra.
—Ya lo sabia…—me volteo para verlo.
—¿Por qué lo sabias?
Señala la prueba de embarazo sobre la mesa de comedor—Porque me perteneces, pequeña…
¿Por qué Sergei se está desnudando?