Adelaide
El penthouse de mi abuelo lucía cada vez más sombrío en cada visita, no pude evitar pensar en ello cuando el silencio me molesto al llegar. Era realmente ensordecedor estar completamente sola con mis pensamientos, hasta llegar a la habitación donde reposaba mi viejo, como le diría mi padre. Pero, era aún más tormentoso verlo allí, mientras una pequeña voz me susurraba malas noticias al oído, cosas que no deseaba escuchar. Lo único que podía hacer era ignorar las señales rojas y esperar que todo saliera bien.
Cuando entré a la habitación la enfermera no estaba en ningún lugar a la vista, y mi abuelo dormía profundamente. Caminé silenciosamente hacia su cama y tomé su mano con mucho cuidado, sus ojos se abrieron lentamente y me miraron al instante con gran intensidad. Lo siguiente
