CAPÍTULO XVIII: UN ENCUENTRO INCÓMODO

1492 Words
Pero esa misma noche... “Se encontraba en un lugar que le resultaba familiar, era extraordinario. Todo era diferente a lo que él conocía. Todo allí parecía tener vida propia. De pronto, escuchó una fuerte pero cálida voz que decía: -Tú eres el elegido.- Parecía que el mismo cielo había hablado en ese preciso momento. Su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo sin problema. Pudo ver a un hombre a lo lejos que le decía otra vez extendiendo su brazo: -Tú eres el escogido.- Y aunque estaba a una distancia considerable pudo divisar que en su mano traía un anillo que él ya conocía. Cuando quiso ir hasta aquel para tomarlo, despertó”. Y fue inevitable que no dejara de pensar en aquel sueño, que había sido muy real para ser un sueño más. .... Al día siguiente Becca despertó algo desilusionada porque no había soñado con aquel lugar que tanta paz le brindaba. El sol apareció para secar lentamente los charcos de todos los tamaños que la lluvia había dejado regados por todo el pueblo el día anterior. Temprano llamaron a la puerta. Se preguntó Eloisa mientras se dirigía a la entrada. -¡Hola Elo!¿Cómo ha estado?- preguntó Sabrina sonriendo mientras le daba un beso en la mejilla. -¡Hola!- Saludó también Rosa. -¡Hola niñas! ¡Pero que madrugadoras que son! Pasen, ahora le digo a Becca que están aquí.- -¡Becca! te buscan tus amigas.- dijo algo apresurada mientras se encaminaba a la cocina. -¡Ok, en un momento bajo!- Exclamó ella mientras se calzaba las zapatillas. -¡Hola amiga! Queríamos hablar contigo acerca de la fiesta que queremos hacer para Alex este finde.- dijo Rosa un poco preocupada. -Si, después de todo lo que has pasado queríamos preguntarte si no te molesta. Con todo esto de que Alex no recuerda, ya sabes.- dijo Sabrina tan directa como siempre. Rosa le lanzó una mirada como diciéndole que lo mejor era que se quedara callada. -No tienen por qué preocuparse por mí. Lo estoy superando.- Dijo ella muy segura. -¡Qué bien! No quería que lo fueras a tomar mal.- dijo Rosa más aliviada. -¡Para nada!- exclamó con una amigable sonrisa. -Este sábado en casa de Rosa haremos la fiesta y claro que tienes que asistir.- dijo Sabrina animándola. -Creo que sí. ¿Por qué no lo haría? Si van a estar todos mis amigos.- dijo Becca animada y convencida. -¿Qué pasa entre tu y Caleb?- preguntó Sabrina sin pelos en la lengua. Rosa ya estaba algo incomoda por la indiscreta pregunta que hizo aquella por lo que mirando a Becca a los ojos le dijo: -No le hagas caso, ya sabes como es nuestra queridísima amiga.- -Si lo sé, no te preocupes, pues no tengo problema en responder.- Y dirigiendo la mirada a Sabrina dijo: -No pasa nada. Solo somos muy buenos amigos y ustedes ya deben saber cómo es él. ¡Un muy buen amigo!- exclamó. -Si lo sabemos, pero como es contigo no es con nosotras. Contigo es más que un amigo me parece.- dijo Sabrina sonriendo picaramente. Rosa para cambiar de tema, invitó a la muchacha a que fueran juntas de compras como la última vez, ya que la habían pasado genial. -Si, eso sería estupendo. Hace tiempo que no salimos.- dijo Sabrina eufórica. -Em, si. Creo que sí. Esperen un segundo que vaya por mis cosas.- exclamó la muchacha. Pasaron por la tienda de Mary, mientras Rosa y Sabrina elegían un atuendo para la fiesta, pero Becca solo se quedó allí sentada observando a sus amigas. -¡Vamos! ¿acaso no te vas a probar ninguno?- preguntó Sabrina exasperada de ver que solo se había quedado allí sentada sin ánimos de probarse algo. -No lo sé. ¿Por qué lo haría- respondió Becca sonriendo con algo de esfuerzo. -¡Mira!- dijo Rosa. -Pruébate éste.- exclamó señalando un vestido blanco. Pero Becca no tenía mucho interés en aquello. Solo las había acompañado para pasar un rato con sus amigas y nada más que eso. -Déjala, está en otro mundo.- dijo Sabrina aún molesta. -¡Está bien! me lo voy a probar, ya deja de rezongar Sabri.- dijo Becca tomando el vestido. Luego de ponerse aquel atuendo salió fuera del vestidor ante la insistencia de sus amigas en que les mostrará como le quedaba. -¡Hermoso!- Exclamó Rosa al verla. -Te ves sensacional.- dijo Sabrina. -Vas a deslumbrar a Caleb.- -¡Sabrina!- Exclamó Rosa. -Pero, ¿qué cosas dices? Ya te dije que somos solo amigos.- dijo Becca algo incómoda. -Si, ¡amigos!- dijo Sabrina en un tono con pizca de ironía. -Te ves muy bien. No le hagas caso a nuestra querida Sabri, a veces no la soporto, pero es la mejor amiga que podemos tener.- dijo Rosa sonriendo. -¡Ey, aquí estoy!- exclamó Sabrina. -¿Por qué hablan cómo si no estuviera? Lo que sucede es que a ustedes no les gusta que diga la verdad de las cosas.- dijo rezongando. Después de allí fueron a la confitería y pidieron unas ricas malteadas. Mientras hablaban de sus cosas, entró al lugar Alex con una muchacha que Becca jamás había visto desde que se quedó a vivir en el pueblo. No pudo evitar mirar hacia donde ellos estaban. Se sentaron junto a la vidriera. Éstos al parecer no las habían visto en un primer momento. Pero en cuanto el muchacho logró advertir que estaban las chicas en el lugar, desde donde se encontraba les hizo una señal de saludo con la mano. Las muchachas, excepto Becca, le correspondieron aquel saludo. -¿Qué hace ella aquí?- Dijo Sabrina molesta. Y mirando a Beca le dijo: -Oh, cierto. Lo siento. No sabes quien es ¿verdad?- Susurró. -No, y no me interesa saber.- respondió aquella secamente. -Bueno, pero igual debes saber. Esa mujer es por la que se habían peleado Caleb y Alex. Creo haber escuchado que ahora se está quedando en casa de Alex. Cuando eran solo unos adolescentes, sus padres se mudaron a la ciudad.- continúo Sabrina y mientras decía ésto, Becca la interrumpió: -No continues, no me interesa saber más sobre el asunto.- exclamó incómoda. -¡Basta Sabrina!- dijo Rosa enojada. -Me voy a casa, estoy cansada.- dijo Becca tomándo su bolso. -¡Vamos, te llevamos!- exclamó Rosa levantándose de la silla. Pero antes que pudieran pedir la cuenta, Alex se acercó a la mesa. -¡Hola chicas! les presento a Diana. Vino por unas semanas de vacaciones y se está quedando en casa. ¿La recuerdan verdad?- Preguntó sonriendo. -¡Si!- contestaron ellas al unísono, claroque excepto Becca. -¡Hola!- Saludó aquella con una postura arrogante y desafiante a la vez. -¡Hola! ¿Becca, cierto?- Dijo el muchacho mirando con una inmensa sonrisa en su rostro. -Hola. Sí.- respondió ella a secas sin mirarlo a los ojos. Viendo la incómoda situación Rosa trató de despedirse de aquellos, aludiendo que tenían algo sumamente importante que hacer. Pidió la cuenta de inmediato, pero Alex todo ese tiempo no quitó su mirada de Becca. Sus ojos la miraban como esperando encontrar ese “algo” que se le había perdido. -Bueno ¡nos vamos! Pero nos veremos pasado mañana. Está todo preparado para tu fiesta.- dijo Rosa apresurada mientras se despedía. -Gracias Rosa por lo que están haciendo.- dijo él. Y allí se despidieron. Becca estaba demasiado incómoda. Era obvio que aquella situación la había disgustado. A pesar de que lo estaba sobrellevando aun lo amaba, porque el amor no se puede acabar así nada más, como si fuera un simple dolor de cabeza que con un calmante se pasa. Al salir del lugar, Rosa le preguntó si se encontraba bien y le expresó lo mucho que lamentaba lo sucedido. Becca la tranquilizó diciéndole que todo estaba bien y que e solo estaba cansada. Lo único que quería era regresar pronto a casa para descansar. Se despidió de sus amigas. Estaba realmente cansada, pero también molesta por lo ocurrido en la confitería. No quería que aquello le afectara, pero era inevitable. Su corazón aún latía por Alex. Cuando subía corriendo las escaleras, su abuela al verla, la llamó para que almorzara, pero ella solo respondió que subiría a descansar, por que había llegado exhausta, que más tarde almorzaba y que no era necesario que la esperara por que de todos modos ya había comido algo con sus amigas,por lo cual Eloísa lo dejo pasar. En su habitación, recostada sobre la alfombra, meditaba lo concerniente con su vida. Creía que si para Alex fue tan fácil olvidarla y el amor que decía tener por ella antes del accidente, para ella también podía ser posible. Así es que decidió que todo aquello no le podía afectar. ¿Logrará evitarlo por mucho tiempo más?

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