Francisco... Sus ojos brillaban de lo ilusionada que estaba, era como ver a un niño viendo sus juguetes, solo que acá estamos hablando de mi mujer y en lugar de juguetes eran regalos, casi lo mismo pero en fin, ella no podía ocultar la ilusión en su rostro y yo no podía ocultar mis demonios, me sentía culpable por no haberla traído antes, por no ver festejado antes estas fechas pero ya de nada servía como me sintiera, lo que importaba era que de ahora en adelante me dedicaría a hacer su vida más alegre, a tener nuevos y mejores recuerdos, por qué al final eso es lo que queda, recuerdos, muchos recuerdos. -¿Nunca la habías visto así? -pregunta mi suegra. -No, nunca la había vista tan ilusionada con algo -pienso- Bueno dejando fuera a nuestro bebé -sonreí- Es increíble lo linda que se ve

