Noah Harrison:
Fue un día como cualquiera, siempre normal, sin emoción. Me hallaba en la zona VIP del segundo piso y mis antebrazos estaban apoyados en el soporte de la zona que prevenía que alguien cayera al suelo evitando una muerte segura.
Observé la multitud por algo diferente, las mujeres obviamente venían a mí como abejas a su miel, no tenía problemas con eso pero entonces también estaba cansado de lo mismo. Todo se sentía vacío, hasta el sexo, solo quería alguien que me inspirara esa pasión que no había visto desde mis días de juventud.
Tomé lo último de mi trago y me incorporé cansado de todo, de la música alta y del ambiente, así que decidí irme.... pero recorrí el lugar por última vez con la esperanza de ver algo más .... entonces la vi.
Ella no era apta para el lugar, su vestido no era lujoso y seguro sus botas cafés tampoco pero era increíblemente sexi. Esta chica era muy hermosa, contoneaba sus caderas al ritmo de la música y esto solo hizo cosas en mi imaginación.
Como si de un hechizo se tratara no aparte la mirada de ella cuando bajé del segundo piso. La chica tenía los ojos cerrados cuando me acerqué, era más bella de lo que pensé. Me puse en su frente y justo ahí abrió sus ojos.
Dos cristalinas azules me observaron golpeando fuerte en mí ser, está chica era justo lo que estaba buscando, se veia inocente, exquisita, y su piel blanca era como un manjar para los dioses, me encontraba irremediablemente cautivado.
Ella abrió un poco su boca de labios gruesos y quise besarlos inmediatamente pero me detuve porque ella me observaba sorprendida.
—¿Quieres tomar algo? —le pregunté dándole mi mejor sonrisa de "quítate las bragas y folla conmigo", y no me falló, ella detuvo su baile y me observó nerviosa.
Por lo general causaba el efecto contrario en las mujeres, se me lanzaban al instante pero ella... Solo me observaba con nervios y desconfianza decidiendo qué hacer, esto solo me encanto mas, ella era inexperta en todo este tema de la seducción, "¡perfecto!", pensé.
—Solo quiero estar sola —dijo esto y se alejó.
La observé de lejos y comenzó a bailar con otro sujeto, algo en verla así avivo sentimientos que jamás había sentido por nadie, por un lado estaban los celos y por otro el sentirme posesivo.
Esto me sorprendió pero dejé a un lado los sentimientos conflictivos, no estaba seguro de lo que me despertó esta chica pero de algo sí tenía certeza, cuando vi al sujeto con el que bailaba poner sus manos en sus caderas, supe que sería mía a como de lugar.
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Me senté junto al bar observándola bailar con un tinte posesivo que rayaba en lo obsesivo. Detalle cada parte de su cuerpo y de su rostro, creí que la vería divertida pero no, esta chica no sonreía, solo estaba bailando dejándose llevar por sus movimientos y su expresión eran de tristeza y melancolía pura.
Se veía perdida y quería ayudarla a encontrar su camino. ¿Serían problemas con sus padres?, ¿un ex?. No podía saberlo pero quería enterarme y me sorprendí a mi mismo por pensar así.
Este comportamiento que tenía, la manera como reaccioné con esta chica, jamás me sentí tan atraído por una mujer, ella me inspiraba un deseo tan fuerte de estar a su lado.
La vi bailando con otro sujeto, parecía que ella no se daba cuenta con quién bailaba, así que me sería fácil acercarme. Me levanté de mi asiento en el bar y sin pensarlo me dirigí hacia esta chica.
Fue un tanto complicado por la cantidad de cuerpos chocando contra mi, sumado a esto las mujeres me tocaban y me pedían bailar con ellas, pero no les puse cuidado toda mi atención estaba únicamente en ella, la chica que me había cautivado.
Una vez cerca le dije al sujeto con el que bailaba. —¡Es mi mujer!, ¡aléjate!. —Mi voz salió en un gruñido, el tipo levantó las manos y se alejó sin mucho problema.
Sonreí satisfecho, con el sonido de la música era imposible que ella hubiera escuchado.
Inmediatamente puse mis manos en sus caderas y suspiré excitado por sus movimientos, sin esperar me pegué a su trasero y me moví con ella. Mi cabeza cayo en su cuello y por inercia aspiré su aroma a melocotones dulces. ¡Cielos! era increíble.
Me preguntaba sí así sabría allí en su zona sensible. La chica pareció disfrutarlo porque suspiro y dejó caer su cabeza en mi hombro pero la magia del momento se deshizo cuando la música se detuvo.