En la empresa, Alex estaba furioso al ver que Fabio no podía dejar de reírse en su cara, después de escuchar todo lo que pasó anoche. —Sabía que esto saldría mal, Dios mío, que vergüenza por la que pasaste. —Casi se atragantó—. Más que feo, un hombre recién casado, siendo recogido por su esposa en casa de una prostituta. —¿Quieres dejar de reírte o quieres que espere un poco más? —preguntó seriamente. —Por favor espera un poco más, no puedo dejar que esto pase así, sin poder disfrutar de la totalidad de los eventos. Al ver que el hombre no dejaba de burlarse de él, se levantó de la silla haciéndole señas de que iba a salir de allí. —Está bien, me detuve. No es necesario que te vayas de aquí. —¿Crees que estoy haciendo alguna obra de teatro, Fábio? Fue muy grave, y lo peor es que ni s

