Cualquiera que viera esa escena no sería capaz de descifrar lo que estaba sucediendo. Stefani estaba arrodillada a los pies de Melisa, mientras Theo acosaba a una bestia rabiosa que atacaría en cualquier momento si ella no hacía lo que él acababa de exigir. —Discúlpate inmediatamente, Stefani, o sufrirás graves consecuencias. —No es para tanto. No hice nada malo —hablo con voz melosa, como si fuera la víctima de la historia. La sujetó por los pelos. —No diré dos veces, o haces lo que te acabo de decir, o te convertirás en un estofado de tiburón. La mujer tragó saliva con dificultad, pues, por el rostro y la voz de Alex, no estaba mintiendo. —Esta bien —gruñó —Melisa, lo siento —su voz salió baja. —Habla más alto o no te oirá —amenazó Alex tirándole aún más del pelo. —Lo siento, lo

