Cuando llegaron a la mansión de Alex, después de algunas horas de viaje, recibieron la noticia de que Joaquim y la familia Trajano habían ido al club de golf y sólo regresarían por la noche.
—¡Qué gran noticia! Significa que puedo descansar en paz por un tiempo —exclamo Alex con alivio.
—Aprovecharé y veré a mi hija —Melisa dijo alegremente.
—¿Como? Ni siquiera descansaste un poco —La interrogó.
—Extraño tanto a mi hija que no pude pegar ojo, imaginando que estábamos tan cerca y sin embargo todavía no la había visto. —Sus ojos brillaban.
Era diferente ver a Melisa así, parecía tan ansiosa, como si su vida dependiera de ello. Quizás dependería, ya que para las madres los hijos son la razón de su existencia.
—Está bien, les pediré que te lleven allí.
—Estaré eternamente... agradecida.
