Viaje. 2

4641 Words
Sophie se metió por otra calle con intenciones de llegar a un lugar más transitado y es que los jóvenes que iban detrás de ella parecían irla siguiendo pues en las dos calles que doblo también lo hicieron, mantenían su distancia solo porque ella les iba viendo de reojo de vez en cuando y por suerte logró llegar a un lugar más transitado, pero perderse entre las personas de cabellos oscuros y algunas rubias que iban pasando sería un poco complicado teniendo el cabello rojo. – Señorita, señorita... – un hombre chaparro le tomo del brazo con algo de fuerza – ¿Sabe dónde queda la capilla? – le mostro la imagen en su celular. – Claro, sigue recto por cinco cuadras y después dobla a la derecha, dos cuadras y después dobla a la izquierda, ahí está la capilla. – señaló como si realmente conociera el lugar. – Muchas gracias. – el hombre sonrió con un atisbo de molestia, pero aun así se alejó de ella. Sophie no perdió tiempo en acelerar el paso para volver por el mismo camino que habían tomado para llegar al restaurante, hubiera sido fácil si no hubiese ido divagando por todo el camino, pero al llegar al restaurante tomo una calle equivocada que la termino llevando a un mirador en un lado del acantilado, ya cansada decidió acercarse a la barandilla para recuperar el aliento por todo lo que había corrido y de paso sacarse un par de fotos con la hermosa vista que había desde ahí arriba. Mientras se tomaba la tercera selfi con el mar de fondo vio que alguien caminaba en su dirección y al enfocar bien la vista en él se dio cuenta que era el mismo hombre del restaurante, bajo el brazo y guardo su celular. – Es un lugar muy hermoso. – comento el hombre regalándole una amplia sonrisa. – Si, hay una vista preciosa. – correspondió la sonrisa un poco nerviosa. – Sophie es un nombre hermoso también, me gustaría saber su apellido. – apoyo los brazos en la barandilla. – Ah... Sophie Marshall, un gusto ¿Cuál es su nombre? – estiro su mano amablemente. – Mi nombre es Kadir Turan y el gusto es completamente mío... – estrecho la mano de Sophie y la vio fijamente – Tiene unas manos muy pequeñas y delicadas. – eran más pequeñas que las suyas. – Si, van acorde con mi cuerpo... Creo. – alejo su mano. – No quisiera asustarla, pero los hombres detrás de usted los han estado siguiendo desde el restaurante. – Kadir se acercó a ella. – ¿Desde el restaurante? – Sophie se preocupó mucho. – Calmase... – la animo a recostarse sobre la baranda – Posiblemente sean ladrones que aprovecharon su separación, una mujer sola es un blanco fácil. – sus ojos se posaron sobre ella. – Yo con ganas de volver al hotel y me terminó perdiendo. – discretamente vio a los dos jóvenes que la habían estado siguiendo antes y después levanto la vista hacia Kadir. – Quizás se aburran de esperar si nos quedamos un rato aquí o si gusta la puedo acompañar ¿En qué hotel se está quedando? – comento amablemente. – Nos estamos quedando en el Due Colori y creo que me sale mejor llamar a mis amigos, no quisiera hacerlo perder su rumbo... – Sophie pudo ver los ojos del hombre, sus iris eran de un color miel con tintes marrones muy bonitos – Que lindo color de iris. – susurro sin pensarlo mucho. – Gracias por el cumplido... – Kadir sonrió – Tu también tienes unos lindos ojos y esas pestañas rojizas captan la atención de cualquiera. – vio cómo se sonrojo. – Gracias. – volvió la vista al frente. – El hotel Due Colori es el mismo hotel donde me estoy quedando y que bueno que estaba pensando que era momento de volver, podríamos caminar juntos y así no corre peligro. – la propuesta de Kadir fue con buenas intenciones. – Este par parece que tiene mucha paciencia si nos han estado siguiendo desde el restaurante, creo que la idea de caminar juntos no es tan mala. – era el hombre de los ojos bonitos o los dos tipos con caras de malos. – Procura llevar tu cartera al frente y bien sujeta, no vaya a ser que intenten arrancártela. – ambos se alejaron de la barda. – Creo que ser salvada por un desconocido no entraba en el paquete turístico que contratamos. – se rasco la nuca mientras caminaban. – Creo que nadie contrata ese servicio... – Kadir no se contuvo la risa – ¿Están de vacaciones? – el camino era largo y decidió sacarle platica. – Si, nos decidimos tomar unas vacaciones ¿Usted también? – levanto la cabeza para verlo. – Si y no, vine por trabajo la verdad, pero de reunión en reunión me salto las horas libres para pasear en la ciudad. – él vio sobre su hombro y todavía los iban siguiendo. – Que bueno, dicen que no todo en esta vida es trabajo. – asintió sonriendo. – ¿A qué se dedica? claro, si no es mucha intromisión de mi parte. – la escucho reír. – Soy violinista. – entraron a calles que Sophie reconoció. – Que bien, imagino que trabaja con una orquesta. – la vio negar con la cabeza. – Trabajo como violinista para una discográfica en Paris, tengo mis propios discos y de vez en cuando trabajo en la orquesta. – se sintió en condiciones de alardear un poco. – ¡Eso es increíble, que sorpresa haber salvado a una gran artista! – se vio realmente sorprendido. – ¿A qué se dedica usted? – le siguió la conversación porque iba a ser incomodo ir caminando en silencio. – Soy un empresario turco exportador de telas en toda Italia. – no necesitaba dar mayores explicaciones. – ¿Solo en Italia? – pregunto con duda sabiendo que Richard estaba haciendo tratos con una empresa en Turquía. – Tengo un socio en Francia, tiene una fábrica textil que fabrica ropa deportiva. – la vio de reojo detenerse en seco. – ¿De por casualidad no es Richard Roper? – pregunto mientras retomaba el paso. – Si ¿Lo conoces? – la vio asentir. – Es mi exesposo. – esta vez fue Kadir quien se detuvo. – Que pequeño es el mundo, pero creí que su esposa era una mujer morena de cabello largo... Zoe creo que se llama. – la vio arrugar la nariz. – Ahora es ella su pareja, pero él estuvo casado conmigo por cinco años antes del divorcio. – explico pensando en que quizás el hombre no le iba a creer. – Imagino que debió hacer algo muy malo para que una mujer como tú lo dejara. – metió las manos en los bolsillos. – Depende del lado en que se vea, para él fue un error y para mí la traición más grande de mi vida. – no tenía ganas de contarle su vida. – Por la forma en que lo dices imagino que fue una infidelidad. – el hombre era muy intuitivo. – Algo así, pero gracias a eso conocí al amor más intenso del mundo. – sonrió esperando dejar las cosas claras. – Que envidia... – Kadir rio – Yo también quisiera conocer el amor de mi vida, pero no he tenido suerte con eso, pero ahora estoy rezando porque la mujer con la que estoy hablando sea la correcta para mi vida. – levanto la vista, el hotel ya estaba cerca de ellos. – Creo que tiene que esperar un poco, a veces el amor tarda en llegar, pero llega de formas inesperadas. – se vieron a los ojos. – Nos dejaron de seguir. – comento Kadir haciendo que ella volteara. – Gracias a Dios, ya me tenían hostigada con venirnos siguiendo... – suspiro aliviada – Creo que se nos acabó el camino, muchas gracias por acompañarme y salvarme de esta, espero que pueda devolverle este favor en algún momento. – comento con una sonrisa. – No se preocupe y no sea tan formal conmigo... – estiro la mano hacia ella – Ha sido un gusto conocerla y ayudarla ya ni se diga, espero que podamos encontrarnos a conversar de nuevo. – movió la mano cuando ella la tomó. – Pase una buena tarde. – ambos se separaron despidiéndose con la mano. Sophie apuro el paso para entrar al hotel, se había librado de un buen mal rato por intentar hacer una buena obra con sus dos amigos para que pasaran la tarde a solas, pero no se arrepentía de nada porque de una u otra manera se las hubiese ingeniado para librar de ser asaltada, decidió dar un paseo por los jardines del hotel para despejarse un poco del susto, contemplo la piscina por un rato y después se fue adentro, en la recepción vio a Kadir hablando con unos hombres y no se pudo contener la risa imaginando la suerte que tuvo. Al estar en su cuarto salió a ver el atardecer desde el balcón ya que no le quedaba más que esperar a que fuera la hora acordada y bajar a cenar con sus amigos, revisando su celular vio los mensajes de James cuestionando como estaba y mientras pensaba en responderle una llamada entró. _________________________________________________________________ – Hola corazón de melón. – respondió de forma risueña, no estaba enojada con él. – Hola piccolina ¿Cómo estás? – James se escuchaba tranquilo. – Bien, pasando unas vacaciones tranquilas. – no le iba a decir lo que sucedió o se iba a volver loco. – Me alegro que la estés pasando bien, me haces mucha falta. – la escucho reír. – Que curioso, yo la verdad no me acordaba de que existías. – comento de forma burlona. – Que cruel eres mi amor, yo muriendo por verte nuevamente y tu diciéndome esas cosas, me rompes el corazón. – bajo la voz con tristeza fingida. – Dudo que pueda romper esa piedra con unas simples palabras. – Sophie siguió con lo mismo. – Estoy contando las horas para volver a tenerte en mis brazos. – susurro escuchándola suspirar. – Yo también te extraño y estaba pensando en lo que paso con la muerte de Renée. – era algo que no iba a soltar tan fácilmente. – Lo que paso con Renée es algo que tenía entre pecho y espalda desde que supe lo que hizo, no solo te puso en peligro a ti, los hijos de Ivana estaban en la casa también. – fue enfático con sus palabras. – De eso no me queda duda, si no lo hacías tú estoy convencida de que Ivana hubiese ido tras ella, pero en lo que estaba pensando es en lo que hizo Irene. – se recostó más en el asiento subiendo los pies a la otra silla. – ¿Qué hizo mi madre? – cuestiono con intriga. – Lo que te conté que paso el día que tuve la entrevista con Leia ella ya me estaba esperando en la cafetería y fue quien me mostró las fotos cuando estabas en la camilla del hospital. – no creyó prudente contarlo en aquel momento. – Dime que es lo que piensas de ese encuentro. – se sintió intrigado. – Lo que yo no te conté fue que me amenazó para que me alejara de ti... – no quería ser mal pensada – Después el encuentro que tuve con los tipos, el loco de la espada... – guardo silencio viendo sus pies – Tengo la idea de que fue ella quien les dijo dónde íbamos a estar y que desde la cafetería nos siguieron, pero no sé, quizás me esté equivocando y hable cosas que no son. – se quitó las sandalias viendo que tenía los pies hinchados. – La verdad no creo que te equivoques, esa mujer es capaz de muchas cosas y algo así me estaba oliendo con ese ataque. – pensó que iba a ser algo que él no supiera ya. – Si me quedo a tu lado la voy a tener de enemiga por el resto de la vida. – subió los pies a la mesa porque la hinchazón no bajaba. – Sabes que mis decisiones no se ven influenciadas por ella y te voy a cuidar de todo. – James bajo la voz. – Ya veremos que sucede cuando pasen los siete días... – tiro la cabeza hacia atrás – Creo que te tengo que dejar, quede con Adam y Liz de cenar con ellos en el restaurante al aire libre del hotel, necesito darme un baño. – suspiro pesadamente. – Pienso que tomarías una decisión más rápido si yo estuviera contigo. – ese comentario la hizo reír. – Estoy segura que sí, contigo a mi lado suelo tomar decisiones apresuradas, pero quiero tiempo para mí... – bajo los pies y se levantó – Un poco de paciencia señor Doménico, te prometo que valdrá la pena. – apoyo los brazos en la baranda. – Una espera así solo valdría la pena si aceptaras casarte conmigo. – James estaba claro en lo que quería para su vida. – Uno nunca sabe, quizás si me lo propones acepte. – Sophie sonrió sintiendo sus mejillas calientes. – Me voy a tomar tu palabra muy en serio y cuando nos volvamos a encontrar te propondré matrimonio. – lo dijo con una seguridad impresionante. – Si tú lo dices así yo te creo... – rio dándose la vuelta para entrar – Señora de Doménico, se escucha muy bonito. – lo escucho reír. – Señora Sophie de Doménico, mi esposa, que ganas me dan de ir a traerte y cumplir ese deseo. – bajo su tono de voz. – ¿Dónde me llevarías de luna de miel? – se tumbó en la cama. – Te llevo donde tú quieras, Grecia, La Toscana, España... tu solo pide. – no podía evitar imaginarla en esos momentos. – Si pido que me lleves a las sábanas de tu cama ¿me concederías ese placer? – la voz de Sophie también bajo en tono. – Seria un verdadero honor y un privilegio que tu cuerpo desnudo reposará sobre las sábanas de mi cama, el sueño cumplido más maravilloso el que me permitieras acariciar tu cuerpo de pies a cabeza. – si no estuviera ocupado. – ¿Me serias fiel? – pregunto con la voz ya hecha una miel – ¿Sería la única mujer que se acostarás en las sábanas de tu cama? – se dio la vuelta frotando sus muslos entre ellos. – Sabes que serias la única mujer en mi vida, te amo. – comprendía el temor que sentía, pero si le disgusto que dudará de él. – ¡James! – jadeo quedito – ¡Te deseo! – ya no podía ocultar lo excitada que estaba. – Sophie no me hagas esto por favor... – gruño – No puedo irte a traer en estos momentos y escucharte jadear de esa forma hace volar mi imaginación. – sintió su pantalón apretarle cuando ella comenzó a gemir. – Que mala suerte si no puedes venir, pero yo no puedo con las ganas. – mientras una de sus manos sujetaba el celular con la otra estaba tacándose. – Espera a que te tenga enfrente y vas a gemir de verdad. – cerro los ojos recordando su rostro en aquellas noches juntos. – Mis dedos no se comparan con los tuyos, como me encantaría que estuvieras en el cuarto del hotel conmigo... James. – casi se ahoga con su propia saliva. – Piccolina. – el también jadeo reteniendo sus ganas. __________________________________________________________________ Entre jadeos y pujidos callados Sophie llego al orgasmo mientras James le escuchaba con mucha atención, tras el calor del momento terminaron cortando la llamada y Sophie se quedó tumbada en la cama con las piernas extendidas mientras sus ojos veían fijamente el techo del cuarto, una gota de sudor se deslizo por su sien derecha y viendo la hora en el celular se dio ánimos para levantarse e ir al baño, una ducha fresca, ropa limpia y zapatos de tacón bonitos fue lo que se puso antes de bajar al bar al aire libre que tenía el hotel. Le mando un mensaje a Liz diciéndole que los estaría esperando en el bar y que se tomaran su tiempo para llegar ya que todavía estaba temprano para cenar, su idea era beber un poco antes de juntarse con sus amigos a comer y también es que lo necesitaba tras todo el jaleo que se hizo sola, quería algo fresco, pero sin licor. – Que sorpresa y que dicha volver a encontrarnos. – dijo Kadir tomándole la mano cuando ella paso a su lado sin darse cuenta. – Me sorprendiera si este hotel no fuera relativamente pequeño. – Sophie sonrió. – ¿Me aceptas una copa? – Kadir movió el taburete a su lado. – Solo una porque estoy esperando a mis amigos para cenar. – subió al taburete arreglando el enterizo marrón que llevaba. – Con unos segundos me conformo, yo también espero a unos socios y creo que no estaría mal que esperemos juntos. – le quito una hoja que le había quedado enredada en el cabello. – Señorita, caballero ¿Qué van a beber? – pregunto el bartender al otro lado de la barra. – Yo quiero un coctel de sandía y agua de coco por favor. – pidió habiendo visto un cartel con la nueva bebida. – ¿Con vodka? – el hombre estaba acostumbrado a servir bebidas con alcohol. – No gracias, lo quiero sin licor por favor. – apoyo los codos en la barra mientras veía a Kadir de reojo. – Yo quiero un vaso de raki por favor. – pidió y el hombre se retiró para preparar las bebidas. – ¿Qué es el raki? – tuvo curiosidad al escuchar ese nombre tan extraño. – El raki es una bebida turca, que básicamente sería aguardiente. – le explico con una sonrisa en los labios. – Ya veo, se escucha bastante exótico el nombre. – junto sus manos y se puso a jugar con el anillo. – Más exótica es la esmeralda que andas en tu dedo... – le tomo la mano – Que anillo tan precioso. – paso el pulgar sobre la esmeralda. – Gracias, las joyas Doménico son una verdadera belleza, cada detalle muy cuidado. – iba a aprovechar para hacerle propaganda. – Veo que es verdad, tiene muchos detalles muy bien pulidos... – Kadir parecía estar más pendiente a su anillo – Pero yo siempre he sido un fiel creyente que no hay mejor joya que los ojos de una hermosa mujer. – levanto la vista clavando sus ojos en los de ella. – Esa no me la esperaba. – Sophie desvió la vista nerviosa. – Señorita, caballero, sus bebidas. – el bar-tender puso los vasos frente a ellas. – Muchas gracias. – ella fue la primera en tomar el vaso. – ¿Cuánto tiempo va a pasar en Bari? – él rio divertido tras haberla puesto nerviosa. – Nos vamos a quedar una semana, el plan es descansar de todo el trabajo que hemos tenido estos últimos meses. – lo vio de reojo. – Imagino que la vida de una artista siempre es movida. – dio un trago a su bebida antes de ponerla sobre la madera. – Un poco la verdad, un mes entero ensayando con la orquesta por una obra musical inspirada en uno de mis discos si fue agotador. – quiso presumir un poquito más. – Una obra musical inspirada en tu disco, ese logro no lo consigue cualquier artista de música clásica ¿Habrá más funciones? me gustaría ir a verte. – estaba tan interesado en escucharla que Sophie se sintió un poco incomoda. – La verdad el domingo fue la última función y no sé si habrá otra, pero si tiene r************* puede seguirme y se entera por ahí si hay una nueva función de la obra, porque de verdad fue todo un éxito. – paso su cabello hacia un lado. – Debo decirte que ya me tome el atrevimiento de buscarte en redes, en todas las que tienes. – le guiño un ojo. – Y ¿Cuánto tiempo se va a quedar usted en Bari? – vio que faltaban unos minutos más para que sus amigos bajaran. – Solo estaré dos días, pero no sé si me atreva a quedarme unos cuantos días extra, la verdad me encantaría conocerla un poquito más. – con su comentario la escucho toser. – Perdón... – se limpió la barbilla con el dorso de la mano – No estoy muy segura si eso sería buena idea, me metería en muchos problemas con mi pareja. – lo vio a los ojos. – Una aventura en Bari, no creo que su novio se entere de lo que pase. – apoyo su mejilla en sus nudillos. – Nop... – Sophie negó con la cabeza – No soy mujer de aventuras, ni de engaños, he escogido a un hombre y me quiero quedar con él porque tenemos una relación muy bonita, a pesar de que es un caso. – fue sincera con él. – Comprendo, no fue mi intención ofenderte con mi propuesta. – Kadir sonrió un poco complacido por sus respuestas. – No me ha ofendido, pero creo que es bueno dejar las cosas claras, así nos ahorramos malos entendidos en el futuro. – tomo el vaso para llevarlo a sus labios. – Me gusta tu forma de pensar, decidida y concisa, pocas mujeres son así. – Kadir hizo lo mismo. Sophie lo vio fijamente a los ojos y después su vista se enfocó detrás del hombre, sus dos amigos acababan de llegar al restaurante al aire libre y verlos la hizo sentir tranquila ya que podría librarse de Kadir, no le caía mal, era un hombre interesante, pero ese comentario de una aventura en Bari no le gustó mucho y si pasaba más tiempo a su lado iba a malinterpretar las cosas entre ambos a pesar de que ella haya sido clara. – Disculpa... – llamo al bar-tender – Agrega estas dos bebidas a mi cuenta, Sophie Marshall... – bajo del taburete – Gracias por ayudarme en la tarde y salvarme de los tipos aquellos, si puedo hacer algo por usted puede pedirlo, le debo un enorme favor. – levanto el vaso antes de irse. – Sophie, perdona la demora. – comento Liz. – No hay problema, vamos a una mesa para comer, se me antoja una cola de langosta con mantequilla. – paso el brazo por la cintura de su amiga mientras caminaban. – ¿Qué bebes? – Adam llevaba la mano de su novia. – Coctel de sandía con agua de coco. – extendió el vaso hacia él para que lo probara. – ¡Que rico esta! – Adam le dio un trago más. – Yo quiero también... – Liz tomo el vaso para probarlo – ¡Uy que rico, me voy a pedir uno de estos para acompañar la cena! – le devolvió el coctel a Sophie. – Oye ¿Ese era el mismo hombre del restaurante? – pregunto Adam martirizado por la curiosidad. – Si, se llama Kadir y es de Turquía, es socio de Richard porque exporta telas a Francia. – explico mientras sonreía. – No es por ser mala persona, pero no me inspira mucha confianza ese hombre y creo que tampoco le caería en gracia a James enterarse de que estabas bebiendo con un tipo extraño. – Liz conocía a Sophie y sabía que nunca engañaría a nadie, pero las malas interpretaciones se podían dar con personas que cuenten cuentos. – Creo que no tiene nada de malo hacer algo como eso siempre y cuando se mantenga una distancia prudente entre ambos, además James esta en Francia. – vio al mesero sonriendo invitándolos a buscar la mesa que quisieran ya que no había tantas personas. – Aunque James este en Francia sabes que es italiano, estamos en su país y no me sorprendería que tuviera personas monitoreando tus movimientos o quizás solo trabajadores que te conozcan sin que tú lo sepas. – Adam primero movió la silla de su novia y después la de Sophie. – Debes pensar que no estas saliendo con un hombre cualquiera, es un mafioso con el poder suficiente para comprar dos aviones, devolver dinero de boletos que no tienen devolución y no me sorprendería que este hotel fuera suyo o que por lo menos estuviera asociado a el. – agrego Liz. – Reina Roja... – dijo Sophie con la vista fija en el centro de mesa – Todos los hoteles que James tiene se llaman Reina Roja, quizás tenga asociación aquí, pero no es su dueño. – alzo la vista para ver a la mesera entregando los menús. – Gracias... – Liz sonrió – Compre la prueba de embarazo. – queriendo cambiar de tema hizo que Sophie abriera la boca olvidándose que tenía un poco de jugo todavía. – Trate de convencerla de que era una mala idea, pero sabes que nunca me hace caso. – Adam abrió el menú para buscar que iba a cenar. – No sé porque te empeñas en que estoy embarazada. – rodo los ojos. – Ya te dije que no pierdes nada, solo meas en la prueba y ya, salimos de las dudas. – se encogió de hombros. – Solo eres tu quien tiene esas dudas... – Sophie arrugo la nariz – Yo estoy más que segura de que no tengo nada más que un desorden hormonal y un mioma. – también abrió el menú, aunque sabía lo que quería comer. – No va a dejar de molestar hasta que te hagas la prueba... – dijo Adam divertido – ¿Te imaginas que el mioma tenga patas y cabeza? – pregunto con un tono burlón. – ¿Se imaginan en el problemón que eso me metería? – vio a sus amigos confundidos – La última vez en que James y yo tuvimos contacto carnal fue hace un mes, casi dos, después de eso me quede en casa de Richard y que le diga que estoy embarazada será para que me mande al diablo jurando que ese hijo no es suyo, aunque sea el único hombre con que me he acostado antes y después del divorcio. – trato de ser más clara para que ambos entendieran. – En eso tienes un buen punto, pero las pruebas de paternidad existen y creo que James es un hombre sensato qué pensaría en eso. – Liz también tuvo un buen punto de vista. – No lo sé y la verdad tampoco es que quiera saberlo, todavía estoy muy chiquita para ser mamá. – consiguió que ambos la vieran fijamente y solo pudo encogerse en el asiento mientras reía. – ¡Descarada! – Liz le dio una palmada en el muslo haciendo que la pelirroja riera en alto. –A los veinte años es cuando se crece por última vez, ni aunque te rompas las piernas vas a tener más centímetros. – Adam se rio al verla sacarle la lengua. Sophie esperaba que Liz se olvidara de esa prueba, por lo menos esa noche y omitió el susto que paso cuando se separó de ellos ya que estaban emocionados contándole todo lo que vieron en su paseo, lo que comieron y las fotos que Adam pudo tomar; la mesera se presentó para tomar la orden de los tres amigos y Sophie tenía ganas de comer cola de langosta con mantequilla, pero también les agrego una papas fritas junto a otro coctel de sandía con agua de coco, sus amigos pidieron la misma bebida, sin embargo, ellos pidieron que se les agregara vodka solo para más placer.
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